Cuando conocieron el resultado de su prueba, no dieron crédito. Aunque los síntomas eran compatibles con covid-19, el positivo no entraba entre sus pronósticos, ya que ya habían superado la enfermedad tan solo un mes antes. Pero los test no engañaban: Ujué Cuesta, de 40 años, y Andrei Landaluce, de 11, habían sufrido una reinfección exprés.

UJUÉ, UN POSITIVO "INESPERADO" "Cuando di positivo la segunda vez me puse a llorar como una tonta. No me lo esperaba. Porque yo y mi familia nos hemos cuidado mucho durante toda la pandemia y contemplaba contagiarme alguna vez, pero volver a cogerlo en un mes fue algo que no me esperaba", confiesa Ujué.

Todo empezó en el puente foral, cuando ella, su marido y sus dos hijas fueron contactos estrechos de su cuñado. Los rastreadores les llamaron y se realizaron una PCR. "Mi marido y mi hija mayor dieron positivo, pero yo y la pequeña negativo. Nos parecía raro y, en efecto, el mismo día empecé con síntomas, al día siguiente me hice un antígeno y salió positivo", recuerda Ujué. En su centro de salud le hicieron otra prueba que certificó el contagio, mientras su hija pequeña seguía dando negativo hasta que se realizó una PCR, que salió positiva. "Lo bueno era que estábamos los cuatro contagiados, así que nos confinamos en casa. Lo pasamos de forma leve aunque yo, como soy asmática, tuve bastante congestión, fiebre, cansancio, dolor de cabeza y una tos que poco a poco me fue yendo a más. También perdí el gusto y el olfato", comenta.

A los diez días, cuando les desaparecieron a todos los síntomas, se desconfinaron. Como ya habían superado el virus, se tomaron las Navidades con cierta normalidad: "No hicimos nada del otro mundo, pero nos juntamos a comer y a cenar con la familia cercana". Y el viernes 7 de enero, Ujué volvió a cogerse un catarro fuerte, con tos y dolor de cabeza, "pero no tenía fiebre así que pensaba que sería un enfriamiento". El lunes y el martes fue a trabajar "un poco destemplada", pero ya el miércoles se puso peor: "Me empecé a encontrar bastante mal y me fui a casa, me hice un antígeno y salió positivo. Fue muy duro, no me lo esperaba, me puse a llorar como una tonta porque ya no solo era yo, pensaba que habría vuelto a contagiar a mi familia. Lo peor era pensar que mi hija pequeña tendría que volver a confinarse porque, siendo tan pequeña, encerrada lo pasó mal". Sin embargo, si algo ha enseñado esta pandemia es que la covid-19 es caprichosa, y Ujué no llegó a contagiar a nadie más. Pero ella no daba crédito. ¿Cómo podía contagiarse dos veces en solo un mes? Entonces echó la vista atrás: "Estuve tomando un café con un compañero de trabajo, al aire libre y con cierta distancia; a los días dio positivo su hijo y luego él, quizá pudo ser ahí, pero no lo sé".

Ujué pasó la segunda infección sin apenas síntomas, por lo que siguió teletrabajando. En el centro de salud, su médico de cabecera le dijo que "lo más seguro es que sea una reinfección, pero que no se podía confirmar". De hecho, uno de los aspectos que apunta a ello es que el primer episodio lo tuvo cuando dominaba la cepa delta y perdió el gusto y el olfato, mientras que el segundo fue con la cepa ómicron como dominante y no perdió estos sentidos. "Seguramente sea una reinfección y ahora sigo sin estar tranquila, no me quito la mascarilla en los interiores, solo espero no cogerlo una tercera vez", relata Ujué.

ANDREI, CON SÍNTOMAS DISTINTOS Andrei Landaluce, vecino de Orkoien de solo 11 años, comenzó a notar que se encontraba mal y le faltaba el aire. Era 22 de enero y sus padres, Alex Landaluce y Raquel Núñez, le llevaron a Urgencias. "Dijimos que no era covid porque ya lo había pasado, pero por protocolo le hicieron un test de antígenos", cuentan. El resultado, un positivo idéntico al que recibió el 30 de noviembre, lo que pilló por sorpresa a la familia.

El pequeño había esquivado la pandemia, y eso que "nació prematuro y se lo pilla todo el pobre", según afirman sus padres. Al conocer la infección, éstos se quedaron "preocupados", y Andrei, "asustado", ante algo que no habían vivido todavía. "Pensábamos que nunca le iba a tocar", reconocen, pero pasaron de eso a una labor de cuidados triple. Sus hermanos, Cristina y Denis, también se contagiaron, y los tres pasaron el confinamiento juntos en una habitación.

Tratado con paracetamol, "en 5 o 6 días" el malestar desapareció, y Andrei continuó con su vida normal hasta que llegaron otros síntomas diferentes... que acabaron siendo también por covid. "El 25 de enero la pediatra le envió a hacerse una PCR, y también dio positivo. Nos dijeron que había sido una reinfección, primero con delta y luego con ómicron", asegura la madre de Andrei.

En esta ocasión, los síntomas más graves duraron "un par de días", por lo que este alumno de 6º de Primaria del colegio Teresianas pudo reengancharse a las clases online. Sin embargo, al cumplir su aislamiento, notó que continuaba faltándole el aire. "Va por días, pero juega a fútbol y se cansa más que antes. Tiene que seguir tomando corticoides inhalados durante dos meses, y antes no los utilizaba", revelan sus padres, que esperan que estas secuelas terminen desapareciendo.