na médico e investigadora, una bióloga experta en coronavirus coinventora de tres patentes, una empresaria, una de las grandes promesas del baloncesto nacional en silla de ruedas, la primera rectora de la Universidad de Navarra, la jugadora de Osasuna que se atrevió a denunciar los insultos machistas y amenazas que desgraciadamente soportó durante un partido de fútbol y la creadora de Besarkada, la asociación que apoya a las personas afectadas tras el suicidio de un ser querido. El Ayuntamiento de Pamplona galardonó ayer, en el Día Internacional de la Mujer, a siete referentes femeninos que recibieron una reproducción de la fachada de la Casa Consistorial por ser agentes del cambio social.

A mediados de octubre, Karolina Sarasua, jugadora de Osasuna Femenino B, recibió graves insultos machistas y amenazas sexuales por parte de cinco jóvenes en un partido que se disputó en Cantabria. Al término del encuentro, la delantera rojilla no se calló y denunció los hechos a la colegiada. “Ojalá llegue el día que no te tengan que reconocer por estas situaciones. Seguiré demostrando mi pasión por el fútbol en libertad”, afirmó tajantemente Karolina, que dedicó el galardón a sus compañeras y, sobre todo “a la mejor madre del mundo. Si fui valiente en denunciar, fue gracias a ella”, confesó.

La gala también mostró la cara amable del deporte y premió a una de las grandes promesas del baloncesto nacional en silla de ruedas, Beatriz Zudaire, que el verano pasado logró un diploma en los Juegos Paralímpicos de Tokio cuando solo llevaba cuatro meses jugando. Beatriz, que estudia psicología en Murcia, no pudo acudir a la entrega y en su representación asistió María del Puerto García, su madre, que leyó unas palabras de su hija. “Ojalá un día no tengamos que reivindicar lo que nos pertenece, la brecha sea más pequeña y dejemos de hablar de suerte y empleemos la palabra justicia”, reivindicó.

“Cuando estas al filo del infierno, la ayuda psicológica y emocional es fundamental”, aseguró Elena Aisa que, después de que su hijo se quitara la vida hace ocho años, decidió crear Besarkada, una entidad que apoya a las personas afectadas por el suicido de un ser querido. Elena, visiblemente emocionada, dedicó el premio a las “mujeres anónimas, titanas y luchadoras de la vida”; y a las referentes femeninos que le permitieron superar las adversidades. Su madre, “que además de parirme, me diste una educación en igualdad cuando no se estilaba”, su hermana, “un soporte fundamental” y sus amigas.

En el tercer año de la pandemia, no podían faltar las mujeres científicas e investigadoras. Isabel Sola se ha convertido en una bióloga experta en coronavirus y en coinventora de tres patentes. “La ciencia no puede prescindir del talento femenino porque si no, no avanzará”, señaló Isabel, que agradeció la visibilización ya que sirve de “inspiración” a mujeres que “han trabajado y trabajan en la sombra”.

La bióloga e investigadora María Iraburu es desde este año la primera rectora de la Universidad de Navarra en los casi 70 años de la entidad. “Hay que apostar por la presencia de las mujeres en puestos de liderazgo porque vamos a aportar una visión holística y transformadora que va a dar lugar a una sociedad más humana”, indicó la rectora, que empleó una curiosa metáfora para describir la labor que realizan las mujeres que ya ocupan cargos de dirección. “Cuando migran, las aves vuelan en forma de v. Nosotras estamos en la punta, frenando el viento a las hijas y les facilitamos el viaje”, describió.

Maite Mendiroz, del equipo médico del Servicio de Neurología e investigadora, dedicó el premio a su madre Feli, “una luchadora increíble”, a su equipo y al resto de investigadoras que “solventan muchos problemas”. La médico deseó que el 8M se convirtiera en un futuro en el “día del orgullo de ser mujer porque habremos vencido muchos obstáculos. Me produce mucho dolor las tremendas desigualdades e injusticias que aún padecemos”, lamentó Maite.

Ainhoa Zabala, directora general de Zabala Innovation, una consultora internacional en la gestión de la innovación, señaló que en el campo de la empresa y el liderazgo aún quedaba camino por recorrer y “muchas barreras de cristal que romper”. Ainhoa también relató la brecha de género que había vivido como deportista y los roles de género que sufrió cuando decidió estudiar el bachillerato tecnológico. “Éramos 30 alumnos y alumnas en clase. 28 eran chicos y solo íbamos dos chicas”, recuerda Ainhoa.