La jefa del servicio de Alergología del Hospital Universitario de Navarra (HUN), Ana Tabar Purroy, sostiene que, antes de la pandemia, ya sabían que la mascarilla funcionaba para el control de los síntomas de la alergia al polen los días de alta exposición. De hecho, según la Sociedad Española de Alergología, “reducen hasta un 80% las partículas de pólenes y polvo en aire inhalado”.

Por ello, si bien no quiere entrar en recomendaciones generales sobre su uso en exteriores, Tabar comenta que “a un paciente muy grave le podremos indicar en momentos de impacto de su polen o el día que hay una concentración muy alta, lo mismo que le decimos ojo al salir al aire libre, con los días de tormenta, en el coche porque se acumulan muchos granos, le podremos recordar que está la mascarilla”, que te protege del polen a nivel respiratorio, aunque no de la conjuntivitis polínica, por lo que aconseja también llevar gafas.

Asimismo, la especialista afirma que habían registrado “casos aislados” de alergia a algunos tapabocas, pero “no ha habido ninguno que hayamos tenido que prohibir el uso de todas las mascarillas”.