Fue la promotora del Aula de la Experiencia.

-Fui la promotora porque yo en esos momentos era vicerrectora de Estudiantes y Extensión Universitaria, que busca que los beneficios de la Universidad no se queden en el campus y con el alumnado joven, sino que lleguen a sectores amplios de la población. Elegimos por un criterio de justicia social que uno de los primeros puntos de mejora fuera el colectivo de personas mayores. En esos tiempos, las personas mayores habían tenido muy pocas oportunidades educativas. La mayor parte no tenían estudios universitarios y nos parecía que era necesario ofrecerles una titulación en la propia Universidad. Por eso decidimos iniciar el Aula de la Experiencia en el curso 2001-2002.

¿Qué siente al ver que la institución cumple 20 años?

-Siento una enorme satisfacción. Creo que las personas que estuvimos en los inicios tuvimos el mérito de haber tenido la iniciativa y de haber perfilado un programa, una titulación y un plan de estudios que han tenido éxito. Pero solo tenemos parte del mérito, porque después ha habido otras personas que lo han tenido que consolidar. La actitud del alumnado ha sido muy importante. Han sido grupos muy motivados y muy trabajadores que han respondido a las expectativas. Han peleado por hacer bien sus estudios y por mejorarlos. La respuesta de los profesores de la Universidad fue también muy positiva porque se involucraron y se entusiasmaron con las exigencias de ese nuevo tipo de alumnado adulto e inquieto. Y, desde luego, ha sido mérito de todos los equipos rectorales que han venido detrás del mío.

¿Se esperaba este éxito del programa?

-Desde que lo pusimos en marcha, no tuve ninguna duda de que iba a salir adelante. Aparte de haber sido profesora universitaria, yo tenía experiencia en educación de adultos y tenía claro que los alumnos merecían esa oportunidad y que iban a poner su motivación y su esfuerzo para que fuera un éxito. Lo puse con cariño y con la certeza de que iba a ser un programa de éxito. Además, ya se había implantado con buen resultado en otras universidades españolas y del resto de Europa. Era novedoso cuando lo puse en Pamplona, pero estaba relativamente consolidado en otros países.

¿Qué ha aportado el Aula de la Experiencia?

-Ha aportado mucho. Primero, a las personas que han asistido. Aparte de que han actualizado sus conocimientos, se han abierto a la cultura del siglo XXI y han establecido redes sociales. La mayoría siguen agrupados en asociaciones y organizan diferentes actividades. Son un modelo de envejecimiento activo y un modelo de aprendizaje a lo largo de toda la vida. También ha tenido importancia socialmente porque han sido un nuevo modelo de persona mayor autónoma, activa, con inquietudes y con ese deseo de aprender.

¿Cuál es el perfil del alumnado?

-Empezó siendo para mayores de 55 años y en las primeras promociones teníamos la idea de que tuvieran prioridad para acceder las personas que hubieran tenido menos posibilidades para estudiar. Eso luego se ha ido modificando y ahora el perfil es muy variado. Hay personas sin estudios previos y otras con una titulación. Eso sí, en todos los años han predominado las mujeres.

¿Por qué animaría a la gente a cursar estos estudios?

-Porque será sin duda una de sus experiencias vitales más positivas. Disfrutarán aprendiendo, encontrarán personas con las mismas inquietudes, entenderán el mundo que les rodea algo mejor y serán unos ciudadanos más críticos, que es lo que necesitamos en estos momentos.