La pregunta, en síntesis, puesto que la elaboración por parte de quien la emitió, que no era otro que uno de los jueces de Vigilancia Penitenciaria de España en el encuentro que les reunió esta semana en Pamplona, decía tal que así: “¿Hay malos de maldad por naturaleza y es frustrante trabajar cuando te encuentras con un sujeto de ese tipo?”. Iba dirigida la cuestión a los profesionales de la psicología que trabajan en Pamplona con todo tipo de presos, y realizan los programas de intervención y tratamiento con maltratadores y agresores sexuales.

Josean Echauri, el mayor referente en la materia en Navarra, ya que dirige Psimae, el gabinete de psicología jurídica forense que se encarga de la atención psicológica en la Oficina de víctimas del delito, que paga el Gobierno de Navarra, lo resumió así: “Es cierto que es frustrante cuando te topas con alguien así, que no empatiza con el ser humano, que es antisocial, que le da igual todo o que pasa de lo que le digas. Pero no hay que asociar psicopatías a delitos. Tenemos a muchos psicópatas plenamente integrados en la sociedad, incluso en las altas esferas del poder. Y también sabemos que las personas con enfermedad mental siempre suelen ser más víctimas de la violencia que victimarios. Hay casos en los que hay que picar mucha piedra. A veces ocurren situaciones especiales y aparece un disparador, una manera de conectar con él, pero sí hay personas que son malas y que si les toca la hora de alcanzar la libertad, pues hay que cruzar los dedos”, respondió el especialista navarro.

Debido a las terapias que han impulsado desde el Gobierno foral para el tratamiento de agresores de violencia machista, y para delincuentes sexuales, actualmente se dispone de una amplia oferta tanto en medio ambulatorio (en libertad) como en prisión para que puedan resocializarse y reeducar esas conductas que les han llevado a estar ante la Justicia y a agredir a sus parejas, mujeres e hijas.

Las primeras intervenciones psicológicas en Navarra con este tipo de sujetos se remonta a hace 18 años y en todo este periodo se ha tratado a 1.762 individuos. En estudios recientes elaborados en colaboración con profesionales de la Universidad Pública de Navarra, los psicólogos han apreciado algunas observaciones comunes entre los penados. Entre las mismas destaca de manera poderosa la evaluación efectuada en torno a la infancia que vivieron estos maltratadores.

Los datos recogidos muestran los siguientes resultados: de los 1.352 agresores atendidos en medio abierto (ambulatorio), 455 refieren haber sufrido maltrato en la infancia (el 33,7% del total) mientras que 897 niegan haber sido víctimas. De los 410 internos que se ha tratado en prisión, fueron 158 los que refirieron haber sufrido maltrato siendo niños (el 38,5%) mientras que fueron 252 los que negaron maltrato. En cuanto al tipo de malos tratos, 427 individuos (el 69% tanto en ambulatorio como en prisión) afirmaron que sufrieron maltrato directo, es decir, agresiones dirigidas a ellos, mientras que 185 agresores manifestaron que habían observado maltrato en la infancia, fundamentalmente de su padre hacia su madre.

Ideas distorsionadas

Los expertos recalcan que estos maltratadores con antecedentes como víctimas también de maltrato “presentaban creencias más irracionales tanto sobre mujeres y sobre la violencia como estrategia para enfrentar las dificultades cotidianas” y además presentan una escala superior de síntomas psicopatológicos que los agresores que no han sufrido violencia de niños.

“En consecuencia, estos hallazgos resaltan la importancia de adaptar los programas de tratamiento de maltratadores a sus características específicas, en particular las relativas a la victimización infantil”, recuerdan los psicólogos. Donde sí se abren grandes grietas en función de donde reciben el tratamiento es en el apartado en el que se evalúa la reincidencia de estos maltratadores. En caso de haberse trabajado con ellos en terapias llevadas a cabo fuera de prisión, tan solo 35 reincidieron (el 2,6% de todos los tratados). Pero en cambio, si el programa terapéutico se llevó a cabo dentro de la cárcel, hasta el 17% llegaron a reincidir. En total 70 presos volvieron a las andadas.