El baloncesto femenino vive un momento verdaderamente importante, tanto por su mayor alcance y seguimiento como por la profesionalización que, desde hace unos años hasta la actualidad, está experimentando. China no es una excepción, y este periódico ha tenido la oportunidad de hablar con el segundo entrenador de su selección femenina de baloncesto, César Rupérez, que ha logrado la medalla de plata en el Campeonato del Mundo disputado recientemente en Australia.

Lo primero, enhorabuena por la plata en el Mundial. Un mérito increíble. Quería preguntarle por la preparación para el Campeonato del Mundo. ¿Qué es lo que más trabajó con el equipo de cara a la competición?

–El training camp con la selección china es muy largo en comparación con el que hacen otras selecciones. Empezamos a entrenar a finales de mayo y el Mundial fue a finales de septiembre, por lo que pudimos prepararnos durante cuatro meses. Tuvimos una primera parte en la que, básicamente, estuvimos trabajando durante un mes y medio las mejoras individuales de las jugadoras. Durante el siguiente mes y medio estuvimos preparando los aspectos colectivos para acondicionar el equipo en cuanto al bagaje táctico. Por último, tuvimos un mes en el que jugamos partidos amistosos por Europa donde estuvimos centrados en los aspectos más específicos de las diferentes selecciones. El objetivo fue competir, afinar y crecer de cara a la competición mundial. Mi papel, en particular, estaba ahí. Era el de ayudarles a ampliar el rango de opciones que tenía el equipo tanto en defensa como en ataque, así como tratar de darle un poco más de amplitud al juego para impregnar el toque del baloncesto occidental. Pero conforme nos íbamos acercando a la competición, también he sido el encargado de hacer el scouting de los rivales y de preparar los planes de partido junto a la entrenadora jefa.

Sabiendo del potencial de la selección estadounidense, un auténtico dream team, ¿pensaron que se podía ir a por el oro o el objetivo era ir a por la medalla de plata?

–El objetivo siempre fue conseguir el oro. Esta selección, a pesar de que tiene una muy buena generación, tanto en el Campeonato del Mundo de 2018 como en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 no había pasado cuartos. Además, el partido de cuartos va muchas veces más allá de lo táctico, es muy mental y psicológico porque es la puerta a las medallas, y muchas veces la tensión es altísima. Es un partido que tienes que ganar no una, sino dos veces. Y así pasó en nuestro choque de cuartos de este Mundial frente a Francia. En la primera parte conseguimos una ventaja de doce puntos, pero en los primeros cinco minutos del tercer cuarto ya nos alcanzaron y tuvimos que volver a remontar. El objetivo era superar esa barrera y estar entre los cuatro primeros, barrera que no habían logrado superar en los últimos años. Luego tenía la sensación, una vez se superara esa barrera psicológica, de que podíamos dar la campanada, tal y como ocurrió. Jugamos las semis contra Australia, organizadora del torneo, y, a pesar de la gran dificultad del partido, que lo disputamos sin nuestra mejora jugadora que estaba con fiebre, conseguimos ganarlo. A partir de ahí ya sabes que jugarás contra EEUU, que está a otro nivel. Hace falta rayar la perfección y que ellos no tengan un buen partido para poder competirles, porque muchas veces el otro equipo comete pequeños errores que ellas no cometen, y eso acaba penalizando. Así que, como decimos muchas veces, quedar plata en un Campeonato del Mundo femenino es ser el campeón de los mortales.

“El baloncesto asiático se basa en la velocidad y en el tiro, así como en los contraataques y en las transiciones ofensivas”

A nivel de juego, ¿cómo es entrenar a la selección china? ¿Cómo son los planteamientos, los estilos juego, las tácticas que se implantan ahí? ¿Se diferencia mucho del baloncesto que se conoce en Europa o España?

–Ellos tienen una ética y capacidad de trabajo que está a otro nivel de lo que entrenan otros equipos europeos. El training camp, por ejemplo, duró cuatro meses y medio, algo impensable para equipos europeos que hacen un mes y medio o, como máximo, dos meses de entrenamiento. Su capacidad de trabajo en cuanto a volumen es mucho mayor y su juego se basa en la velocidad y el tiro, así como en los continuos contraataques, transiciones ofensivas y una confianza al límite en el tiro exterior. Es es la esencia del baloncesto asiático. Así es como juega Japón, Corea... Así es como jugaba China, pero sus características actuales, sin perder su esencia, son las de un equipo de muchísimo tamaño y altura, con dos jugadoras por encima de los dos metros que están jugando en la WNBA. Por todo ello hemos tenido que adaptar ese juego asiático de velocidad y tiro exterior al hecho de jugar con más pausa y mayor juego interior, que es algo que habitualmente los equipos asiáticos descartan, aunque en esta generación de la selección china sí que es un arma importante. También ha sido clave tener preparado el abanico de opciones que se podían incluir para mejorar el juego interior y trampear un poquito en defensa, así como tener planes b con una defensa agresiva, muchas líneas de pase y utilizar la debilidades de los rivales para aprovecharlas durante momentos del partido. Esa ha sido mi aportación

¿Tiene idea de continuar con el proyecto de la selección? ¿Le motiva seguir?

–Sí. La primera oferta que ellos me hicieron fue para trabajar con la Federación China a tiempo completo, de manera que fuera ayudante en la selección absoluta y me dedicara a trabajar también con las categorías inferiores. Ellos quieren implantar ese pequeño toque occidental al baloncesto asiático a todos los niveles, igual que hemos hecho con la selección absoluta. Yo ahora tengo contrato un año más con mi club de la liga China. El contrato acaba en marzo de 2023, así que de momento no podrá ser, pero tal y como han ido las coas y sabiendo que su primera idea era la de trabajar a tiempo completo de cara a París 2024, supongo que nos volveremos a sentar cuando acabe la temporada con mi equipo. Yo estoy encantado, me tratan muy bien y me respetan. Estoy en un sitio donde me siento entrenador y aporto cosas. Así me lo han hecho ver y supongo que, si todo va normal, seguiré con ellos y trataremos de abordar el reto de participar en los Juegos de 2024.

En China se ha incrementado la profesionalización del baloncesto femenino. ¿Qué cree que hace falta en Europa y España para que esto pase? 

–El potencial económico tanto de la Federación China como del país es muy potente, y los medios con los que cuenta la selección son a nivel top, a nivel mundial. Quizás hasta este campeonato no se estaba reflejando en medallas, pero el trabajo estaba ahí. Poco a poco han ido creciendo, mejorando y llegando a estar en el podio en este campeonato, como digo siempre, siendo la campeona de los mortales. En este sentido pienso que España no está mal colocada. Ahora tuvo un pequeño traspié porque no se pudo clasificarse para este mundial de Australia, pero la trayectoria de los últimos años de la selección española ha sido espectacular, y las medallas han ido llegando. La liga yo creo que está creciendo, y ahora cuenta con un patrocinador importantísimo, la Liga de Fútbol Profesional. Eso siempre es clave para que los demás proyectos y equipos se sumen en intentar avanzar y hacer cosas importantes. En el fondo, si hablamos del nivel de la selección de España, está ahí. Ha habido una generación que ha conseguido muchísimas medallas, yo he tenido la suerte de estar ahí muchos años, y ahora existe un cambio generacional que necesitará unos años para tomar un poquito de experiencia y volver a estar ahí. Se comentaba en el Campeonato del Mundo que este año era la primera vez en no sé cuantos años que no había un equipo europeo en semifinales, porque estuvo Australia, Canadá, China y EE.UU., pero eso es algo que no va a volver a pasar debido a que selecciones como Serbia, España o Francia son potencias mundiales que seguro volverán a estar al máximo nivel en el futuro