Los detenidos por asuntos de drogas están a la orden del día. Pero si se trata de un sacerdote en un contexto totalmente impropio para su figura, el suceso llama muchísimo más la atención. Ocurrió en Torremolinos (Málaga), en la madrugada de este martes, cuando la Policía sorprendió a un hombre de 45 años en la vía pública con una decena de papelinas con diversas sustancias estupefacientes, una cantidad que excedía lo que pudiera entenderse como la destinada a consumo propio.
Un sacerdote de Toledo
Ese hombre es un sacerdote de Toledo, Carlos Loriente, canónigo de la Catedral Primada y director del instituto teológico San Ildefonso. Lo ha confirmado el Arzobispado de la capital castellano-manchega, que ha lamentado “profundamente” los hechos en un comunicado que ha tenido que emitir para desmentir también la información de varios medios locales, que afirmaron por error que el detenido era el rector del Seminario Mayor, Álvaro García Paniagua, que nada tenía que ver en estos hechos.
Según informan diferentes medios, Loriente se desplazó hasta la turística localidad malagueña en un coche de alquiler junto a otros tres hombres con la intención de acudir a una fiesta. La Policía Nacional dio el alto al vehículo en un control rutinario y encontró en su interior una cantidad importante de cocaína rosa, droga también conocida como tusi.
Más droga y juguetes sexuales
Al ver que el sacerdote llevaba consigo más droga que la que se podría considerar para consumo personal, los agentes decidieron registrar el apartamento turístico que Loriente y los otros hombres, de nacionalidad argentina y venezolana, habían alquilado. Allí encontraron más sustancias estupefacientes y también diferentes juguetes sexuales, algo que ha incrementado la dimensión del escándalo y disparado las especulaciones al ser Torremolinos uno de los más populares destinos gays de España. En cualquier caso, la posesión de drogas, la intención de acudir a una fiesta y las posibles prácticas sexuales ya son suficientes elementos que van totalmente en contra de lo que defiende la moral cristiana.
Por todo ello el Arzobispado de Toledo ha reprobado "cualquier conducta delictiva que presuntamente hubiera podido cometer el sacerdote" y ha mostrado “plena confianza en la Justicia”, con la que se ha comprometido a colaborar para tratar de esclarecer el asunto. Además, ha abierto su propia investigación, ha apartado cautelarmente al detenido del ejercicio del ministerio y de su oficio y ha pedido perdón "al pueblo de Dios por los daños morales que puedan ocasionar los presuntos delitos de un sacerdote de la archidiócesis".