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Carta de 'El diablo'

Claudio Chiapucci se despedía con admiración y cariño del recién retirado induráin

Carta de 'El diablo'ARCHIVO

Éste era el texto íntegro de la carta:

"Querido Miguel. Ya te has ido. ¡Cómo te voy a echar de menos! Te echo de menos ya. Porque nunca he estado en el pelotón más que contigo, porque pasé al profesionalismo en 1985, un año después que tú. Porque tú has estado vinculado a los mejores momentos de mi carrera. Si he escrito alguna línea en la historia del ciclismo ha sido casi siempre en colaboración contigo. ¿Me permitirás, Induráin, mantener mientras la memoria me lo permita ese sentimiento, ese orgullo de haber escrito juntos la Leyenda?

Estaba casi convencido de que ibas a parar, de que no encontrarías la motivación para continuar, para soportar un año más la terrible presión de los medios de comunicación y del público, de ganar todavía, de nuevo. Porque eso es lo que se te exigía: obtener un sexto Tour. Y después un séptimo, y después un octavo. Sin pensar que ni siquiera los grandes campeones pueden conseguir eternamente grandes hazañas. Sin acordarse de Pamplona, de Larrau, de tu sufrimiento. Aquella tarde me apené realmente por ti. Ya conocía el dolor de no poder seguir más, de estar de repente detrás cuando siempre se ha estado delante, porque tuve que abandonar el Tour'94. Y creo que cuando llegaste ante los tuyos ya habías decidido tu despedida. Pero importa menos el momento de la decisión que los motivos que la provocaron. Tú has elegido, y punto. Conociéndote, yo sé que has tomado la decisión correcta...

Tengo tantas cosas que decirte, Miguel. ¿Por cuál comenzar? Repasemos las imágenes por orden: el Tour'90, mi primer recuerdo preciso que te concierne. Tú eras todavía gregario de Pedro Delgado y, sin embargo, estoy convencido de que ese año podrías ya haber llevado el maillot amarillo en París. Yo estaba muy centrado en mi duelo con Greg Lemond, pero me sorprendiste en los Pirineos, sobre todo el día que te impusiste en la cima de Luz Ardiden... Me acuerdo también de la etapa de Val Louron, en 1991, de tu increíble esfuerzo en el Tourmalet. Siempre se evocan las contrarreloj cuando se habla de ti. Personalmente, me quedo con tu golpe de pedal y tu postura sobre la bicicleta en las ascensiones. Te he visto escalar mejor que los escaladores... Además, tenías esa facultad extraordinaria de no dar ninguna pista sobre tu estado físico. ¡Era imposible saber si ibas bien o mal! Después de Val Louron, repetiste esa actuación en 1992, en Alpe d'Huez, al día siguiente de mi victoria en Sestrieres. Vencido en la general, yo quería hacer el doblete. Pero tú atacaste en la primera rampa y llegué a pensar que no vería la línea de meta junto a ti. A tu rueda, viví un infierno. Porque, aunque pareciera lo contrario, estabas atacando.

Puedo confeccionar también una larga lista de veces en las que has provocado mi admiración. En el Giro'92, por ejemplo, donde terminé segundo a más de 5 minutos de ti. Pero, para mí, el mejor Induráin es el del Tour de Francia. Durante cinco años fuiste simplemente imbatible. Yo intentaba persuadirme de que no lo eras, me decía que siempre habría una posibilidad. Pero, desgraciadamente, tuve que rendirme rápidamente a la evidencia: era una misión imposible. Entonces, me conformaba con las victorias de etapa, como la de Val Louron, que recordaba antes. Ese día, ataqué para ganar el Tour e incluso te incité a venir conmigo para distanciar a Luc Leblanc, el maillot amarillo, a Bugno y Lemond... ¡Pero enseguida comprendí mi desgracia! Un instante, uno solo, creí que habías perdido: camino de Sestrieres. Pero encontraste aliados circunstanciales que te permitieron salvar los muebles. No te lo reprocho. No, Miguel, no escribo esto para lamentarme, sino para agradecerte haber sido un adversario tan grande, el mejor de los adversarios, al menos en las vueltas por etapas. Sin tu imponente presencia, hoy sé que yo nunca habría alcanzado tal nivel. Chiapucci ha sido alguien por sus grandes escapadas, pero esas largas escapadas no las habría emprendido jamás si tú no me hubieras empujado. Para tener una pequeña posibilidad de desestabilizarte no había mil métodos: hacía falta atacar lejos de la llegada. Por eso lo hice y le cogí gusto a esa manera de correr. Y así ha sido como he ganado los corazones de los aficionados, gracias a ti, mi rival, el mejor de mis rivales, con el que nunca he tenido la menor discusión. De hecho, no creo que se puedan tener problemas contigo.

Vete tranquilo, Miguel. Has hecho el máximo. En lo personal, pero también para el ciclismo. Gracias de nuevo por todos esos grandes momentos que he pasado en tu compañía. Más tarde, cuando sea abuelo, se los contaré con orgullo a mis nietos. Además, yo no voy a tardar en unirme a ti en el país de los retirados. ¡Estoy un poco al límite, yo también! Te deseo tanto éxito y felicidad en tu nueva vida como has tenido sobre la bicicleta. Y sabe que será siempre para mí un motivo de inmensa alegría reencontrarte.

Muy sinceramente, tu amigo, Claudio Chiappucci".

Carné de identidad

Nacido el 28.2.1963 en Uboldo (provincia de Varese, región de Lombardía, Italia).

Ciclista profesional en Carrera (1985-1996), Asics (1997) y Ross Mary (1998)

Apodado El diablo (en castellano).

Palmarés

25 victorias

En el Giro

General: 2º en 1991 y 1992 y 3º en 1993

Puntos: 1º en 1991

Montaña: 1º en 1990, 1992 y 1993

En el Tour

General: 2º (1990 y 1992) y 3º (1991)

Montaña: 1º en 1991 y 1992

Combatividad: 1º en 1991 y 1992

Etapas: una en 1991, en 1992 y en 1993

Su mayor exhibición

Victoria en una etapa del Tour'92 con una galopada de 184 kilómetros con ascensiones a Cornet de Roselend, Iseran, Mont-Cenis y Sestrieres (meta).