Además de una copa, exageradamente grande, llena de cerveza, a Fabio Jakobsen, campeón de la Kuurne-Bruselas-Kuurne, le obsequiaron con un asno de peluche. No es el león del Tour, pero el premio sirve de homenaje a los habitantes de Kuurne, al que se les denominan asnos por aquello del comercio de antaño, cuando los carros, tirados por asnos, despertaban a los vecinos de áreas colindantes.

Los comerciantes de Kuurne parten habitualmente hacia el mercado de Kortrijk a una hora temprana con sus carros tirados por burros cargados de verduras. Despertados por el traqueteo de las ruedas del carro y el rebuzno de los asnos, la gente de Kortrijk gritaba: “¡Son esos asnos de Kuurne otra vez!”. Así les bautizaron.

Jakobsen recibió el asno y la copa de cerveza. El neerlandés no es precisamente un burro, más bien es un caballo de carreras veloz y poderoso. Jakobsen, que pertenece a la escuadra de Lefevere y su manada de lobos, wolf pack, se impuso en el esprint a Caleb Ewan, el pequeño cohete de bolsillo. Jakobsen sumó su quinta victoria en lo que va de curso en una clásica que bien pudo tener otro final porque el trío de Laporte, Narváez y Van der Hoorn estuvo a un palmo de triunfar. Les absorbió el pelotón y Jakobsen, caballo desbocado, aceleró a tiempo