Los pogacarianos, pogacarbelievers, pogacarmaniacos o como se nos quiera llamar sabemos lo que queremos: que los rumores sean ciertos y el esloveno renuncie al Tour en 2024 y se haga un Giro-Vuelta, tirándole de paso a grandes clásicas, vueltas de una semana más golosas, Juegos y Mundial. Si ya tiene dos Tours, si no puede con Vingegaard en esa carrera salvo que renuncie a ponerse en forma hasta junio –y quizás así tampoco– y si hay un montón de grandes carreras que aún no están en su palmarés, ¿por qué no ir tachándolas para seguir agigantando su leyenda? Que sí, que el Tour es la carrera más importante, pero ya está bien de creer que es la única importante. Si hasta ahora Pogacar no ha dudado ni un año en sacrificar parte de su preparación para el Tour al hacerle los honores al calendario de febrero a junio, ¿por qué no sacrificarla del todo, ahorrarse en julio la paliza y el disgusto y llenar bien el zurrón con todo lo demás?