Las etapas maratonianas
Por unos u otros motivos –el del mayor espectáculo y el de emoción hasta el final son los que más se usan–, en las grandes vueltas cotizan a la baja las etapas maratonianas de alta montaña tan habituales no hace muchas décadas. Especialmente en la Vuelta, que cuando se fue de la primavera al final del verano se asustó ante la posibilidad de que nadie quisiera venir si el menú era demasiado duro.
Y como no le ha ido mal –ha desbancado claramente al Giro en cuanto a participación–, ¿para qué cambiarlo? Y, así, llega la Vuelta 2025 y vuelven a abundar las etapas explosivas y a escasear casi por completo las de gran fondo, ésas en las que los grandes ciclistas revientan a sus rivales. Es curioso que los esfuerzos de 250 kilómetros se hayan quedado solo para los monumentos y el Mundial, y ya no tengan hueco en las tres grandes. Es el nuevo ciclismo. Que no es ni mejor ni peor que el anterior, pero que a veces sabe a poco.