Navarra afronta un desafío demográfico creciente: 174 municipios presentan riesgo de despoblación, con especial incidencia en las zonas de Pirineo, Sangüesa y Estella, donde la combinación de pérdida de habitantes y envejecimiento sitúa a muchos territorios en una situación crítica. En áreas como la Sierra de Codés o determinados puntos de la Zona Media, una de cada cuatro personas supera los 65 años, mientras que en el noreste de la comunidad uno de cada tres vecinos jubilados tiene más de 80*.
El Indicador Multidimensional de Despoblación, recientemente elaborado por la Dirección General de Administración Local y Despoblación, señala a los 15 municipios con mayor vulnerabilidad: Leache, Azuelo, Petilla de Aragón, Orbara, Goñi, Castillonuevo, Aguilar de Codés, Desojo, Navascués, Marañón, Genevilla, Sorlada, Lerga, Etayo y Armañanzas. Pese a ello, estas localidades están protagonizando un movimiento activo para revertir la situación, impulsando proyectos como Tejiendo Caminos o RuralNav, que exploran nuevas fórmulas de cuidados y dinamización social, destaca Jesús Mari Rodríguez Gómez.
Pirineo y Sangüesa lideran la pérdida de población
En el análisis de la evolución demográfica, las comarcas del Pirineo y Sangüesa son las que registran los descensos más pronunciados. En los últimos 20 años, el Pirineo ha perdido un 23,1% de su población, mientras que Sangüesa ha visto caer sus habitantes en un 6,3%. La tendencia se mantiene en los últimos cinco años, con nuevas reducciones del 3,5% y 1,1%, respectivamente.
Según la variación del indicador multidimensional a cinco años, los municipios con peores resultados son: El Busto, Valcarlos, Navascués, Izalzu, Güesa, Azuelo, Cabredo, Genevilla, Zúñiga y Lerga. A 20 años, el deterioro demográfico ha sido especialmente notable en Zúñiga, Genevilla, Lerga, Güesa, Azuelo, El Busto, Barbarin, Desojo, Orbara y Navascués.
Retos que se convierten en oportunidades
A pesar de las cifras, desde el territorio y las administraciones se apunta a una visión más propositiva: los retos asociados al envejecimiento pueden transformarse en oportunidades de generar economía en torno a los cuidados y los servicios de proximidad. La movilización de las comunidades locales y la acción de Gobierno convergen en la idea de que la “preocupación” debe traducirse en “ocupación”: en trabajo, innovación y nuevas iniciativas que permitan mirar al futuro con esperanza.