Cambian los tiempos y galopan las relaciones, cada vez más fugaces, instantáneas, líquidas. Caballo desbocado el ciclismo, tan apresurado y urgente que es frenesí y taquicardia.
El ciclismo que fue queda en el recuerdo, en la memoria, en la palabra que cuenta, en los relatos, en las postales y en las fotografías. La era digital acelera todos los procesos a lomos de la globalización. Lo nuevo es viejo casi de inmediato.
No se sabe si el futuro es una prolongación del presente. Todo gira deprisa. Se impone el vértigo. Rueda el ciclismo, que aún frena la campaña para subirse a otra sin resuello. No hay tiempo para nada, solo para seguir adelante sin colgarse del retrovisor.
Cambio de suministrador
En esa dinámica que impone el ritmo loco y maldito de los tiempos moderno, en el Euskaltel-Euskadi, perfilada la plantilla, aunque no anunciada del todo, se esperan cambios en el suministrador de bicicletas tras un curso con el fabricante alavés Mendiz y después de una extensa andadura, desde sus comienzos, con Orbea, una de las claves de bóveda del equipo y de la Fundación Euskadi.
Aquella colaboración, el hermanamiento, finalizó tras tres décadas de apoyo mutuo. Orbea se unió al Lotto belga. Mendiz tomó el relevo, pero la campaña entrante la idea del Euskaltel-Euskadi es rodar sobre bicis de una marca china. Las negociaciones están muy avanzadas y solo restan algunos flecos para que cristalicen.
El Laboral Kutxa femenino no entrará en esa ecuación, según ha podido saber este periódico. La firma, de la que se desconoce el nombre, suministrará de ese modo a la línea masculina de la Fundación Euskadi: el Euskaltel-Euskadi y el filial, denominado Fundación Euskadi.
Al igual que sucede con la tecnología, los coches y los bienes de consumo, las bicis chinas están cada vez más presentes en los mercados. En el WorldTour, el Astana rueda con un bici de marca china desde que en el equipo se integró un inversor del país asiático y dispuso que la monturas fueran de su país de origen.
XDS Carbon-Tech creó la firma X-Lab, que ha sido la montura empleada por el Astana. Aunque la tradición de las bicis de marcas chinas en la alta competición es corta, conviene fijar el marco de qué supone realmente montar una marca fabricada en el país asiático.
La fábrica del mundo
En China, la factoría del mundo, se encuentran las fábricas más punteras especializadas en el uso del carbono, la fibra con la que se construyen los cuadros de las bicis, su armazón, su estructura. Un material empleado en la industria aeroespacial, la Fórmula 1 y en la fabricación de bicicletas, principalmente.
En realidad, la mayoría de marcas, independientemente de su tradición, arraigo o prestigio, se nutren de los cuadros de carbono que se producen en las factorías de China, Vietnam o Camboya.
El proceso se realiza de la siguiente manera, las marcas de bicis diseñan los cuadros a su gusto y con esas directrices, las compañías chinas dan vida a los diseños de los distintos clientes. Los mismo que ocurre con los productos Apple, diseñados en California pero ensamblados y fabricados en China.
proceso similar Las mayoría de las marcas de bicicletas completan el mismo ciclo, si bien, algunas firmas menores acuden a esas fábricas para hacerse con cuadros denominados open mold.
Se trata de cuadros estándar, del catálogo de las propias factorías, que entregan a los clientes y que estos después montan los componentes sobre esos modelos.
Aunque a simple vista el cuadro de una bicicleta no deja de ser un triángulo, tres líneas que se entrelazan con una geometría más o menos agresiva, el diseño y desarrollo del mismo, que lleva seis meses, tiene que responder a infinidad de variables.
Cada cambio, algunos imperceptibles, necesitan horas y horas de estudio. Con la computadora y a través del conocimiento de los ingenieros y el uso de sofisticados programas de diseño se calculan la dinámica de los flujos, las turbulencias que genera, las zonas críticas, el reparto de esfuerzos del material.
Los cuadros, los trenes traseros y las horquillas, el nudo gordiano de la bicicleta, llegan desde China respondiendo a las directrices de la firma correspondiente. Si bien otras marcas, simplemente, se adaptan al producto que les llega de las fábricas asiáticas.
Pruebas y ensamblaje
Una vez recibidos los cuadros, una serie de máquinas con aspecto de potro de tortura someten a los materiales a un gran test de estrés. Se miden al detalle la resistencia de los materiales, su respuesta frente a unas condiciones extremas, que superan sensiblemente el uso de una bicicleta.
Los materiales se llevan al límite. Muy por encima de lo que dictaminan las normas. De este modo se reproducen las pruebas de resistencia de movimiento, algo así como el cimbreo del cuadro, la comprobación del tren trasero o la presión sobre la horquilla.
A partir de ahí, si se dan por válidos los cuadros, después se pintan y finalmente se montan con los distintos componentes que rematan las bicis. Las del Euskaltel-Euskadi rodarán desde China.