Chris Froome elige el suspenseInstagram de Froome.
En la Costa Azul, con el sol a la espalda, el cielo naranja, posándose en el mar, sublimando la escena, tan perfecta la postal que bien podría estar creada por la Inteligencia Artificial, posaba con una sonrisa de agradecimiento Chris Froome (Nairobi, Kenia, 20 de mayo de 1985). La imagen constituye un pedazo de alegría para el británico tras regresar a la bici.
Froome le añadió un texto a la imagen de su Instagram, donde anunció la feliz buena. “Ha sido un duro camino de regreso para volver después de mi última caída, pero me siento muy bien de volver a salir a estirar las piernas y de volver a rodar en bicicleta de nuevo", dice el británico.
"Cada revés te enseña algo, éste me ha enseñado que vaya más despacio, sane y disfrute de las cosas sencillas de la vida”, confiesa Froome, de retorno de la impactante caída que le dejó malherido a finales de agosto.
El británico sufrió un neumotórax y se fracturó cinco costillas y una vértebra lumbar, además de una laceración que pudo ser mortal debido a la fuerte caída que padeció mientras entrenaba. Tres meses después, Froome pedalea nuevamente.
Salió el sol para él pero, en realidad, parece esconderse desde hace tiempo. Froome camina pesaroso por el otoño de su carrera deportiva. El ocaso le aguarda, si bien se desconoce si ha tomado la decisión de concretar el final.
Tiene la malaventura Froome pegada a su piel en los últimos años, en los que aquel ciclista dominante –debilitado al extremo por las secuelas de la caída en el Dauphiné de 2019 que le destrozó– apenas ha balbuceado en competición.
Cumplidos los 40 años y finalizado el contrato de cinco años a razón de 5 millones por campaña que le unía al extinto Israel, ahora NSN, el británico parece resistirse a la retirada.
Mientras varios de sus coetáneos e incluso ciclistas más jóvenes y con mucha mayor vigencia que la suya han decidido apagar sus biografías deportivas, Froome no desea verbalizarla.
Su mensaje deja, no obstante, un detalle respecto al disfrute de las cosas sencillas y en ir más despacio, una cuestión que choca con la lógica del ciclismo, que si algo posee es velocidad, adrenalina y competencia. Convertidas las carreras en un ecosistema selvático y salvaje.
Esteban Chaves se retira
Al igual que muchos, Esteban Chaves también emprende la retirada después de 16 campañas como profesional. El colombiano, de 35 años, compitió sus últimos cursos en el Education First. Durante su carrera, Chaves acumuló un palmarés de 17 victorias entre las que destacan su triunfo en Il Lombardia de 2016, sus dos victorias de etapa en la Vuelta de 2015 y sus tres triunfos en el Giro de Italia.
Chaves logró además ser segundo de la general del Giro de Italia 2016 y tercero en la Vuelta a España de ese mismo año. “Ahora he tomado la decisión correcta. Estoy muy feliz y orgulloso de la carrera deportiva que he tenido. Estoy muy feliz por cerrar este capítulo de la forma que lo he hecho”, expuso Esteban Chaves en el comunicado de su adiós.
La realidad, tozuda, refractaria a los sentimientos y gelatinosa ante los deseos, niega repetidamente a Froome, empeñado en ser el hombre delgado que no flaqueará jamás.
Todos eran conscientes que Froome, ya a los 35 años, y reconstruida milagrosamente su pierna derecha, no podría ser jamás el Froome anterior, al campeonísimo enamorado del potenciómetro que trituraba a sus rivales con el orden del imperial Sky y su molinillo.
Terrible caída en 2019
El aura del británico de los cuatro Tours, dos Vueltas y un Giro, se estampó contra un muro del Dauphiné de 2019. El terrible impacto del ciclista, que rodaba a 54 kilómetros por hora cuando reconocía la crono y se estrelló contra la pared, destrozó la pierna derecha del británico. El accidente le causó la fractura abierta del fémur además de la rotura del codo, la cadera y varias costillas.
Los trozos del ciclista que dominó la pasada década quedaron diseminados en la memoria colectiva, pero no se han vuelto a unir. Desde ese instante, el del escalofrío que recorrió el espinazo de Froome, el británico persigue una utopía, una meta imposible.
Su salida del Ineos, que fue su hogar, hacia el Israel, fue una mudanza donde pesaba más el marketing y el palmarés que una verdadera recuperación deportiva. En su última campaña en el Ineos, el británico se adaptó a otro rol. Dejó el esmoquin y se puso el mono de trabajo.
Finalizado el contrato con la estructura de David Brailsford, el Israel fichó a Froome en 2021 con la idea loca de conquistar el quinto Tour a razón de 5 millones de euros por curso. Como reclamo para el proyecto israelí, la figura de Froome funcionó al comienzo, es incuestionable, pero la inversión para acogerle fue, del todo, desmesurada.
En lo deportivo se trataba de un acto de fe y creer en los milagros y los imposibles. Se trataba de una variable moderna del Cid Campeador ganando batallas después de muerto montado sobre su caballo. Eso cuenta la leyenda.
Se narra que los árabes vieron salir al Cid del castillo cabalgando sobre su caballo Babieca y del temor y el impacto irracional que eso les produjo en su interior huyeron sin comenzar la batalla.
Pero el ciclismo es muy incrédulo y resabiado. Desde el instante en el que Froome se estrelló de mala manera en el Dauphiné del 2019 y se conoció el alcance de sus lesiones, todos comprendieron que aquello era el principio del fin.
Lucha por un imposible
Ocurrió que Froome peleó por restablecer su jerarquía, una utopía. Su resistencia a asumir la derrota dignifica la lucha del ser humano contra uno mismo. Sin embargo, sobreponerse a aquel episodio era imposible.
A pesar de ese cúmulo de datos, se agarró Froome a la capacidad de resistencia y a los mitos, a la narrativa del héroe que es capaz de resurgir de las cenizas. Pero más que el Ave Fénix, Froome es Ícaro, quemadas sus alas de cera.
Renqueante, camina el británico pesaroso, astillado por dos caídas durísimas que le han marcado el último lustro. Puesto en pie, de regreso a la bici, se empeña el británico y posa en la idílica, fascinante, exuberante y evocadora Costa Azul. Al que fuera rey de la Francia ciclista le espera el crepúsculo de los dioses. Mientras tanto, Froome elige el suspense.