Tal vez por una cuestión de honor o quién sabe si por la educación o el sesgo familiar, Ion Izagirre –hijo de José Ramón Izagirre, un alfarero del ciclocross dos veces campeón de España, y hermano pequeño de Gorka Izagirre, que apagó su llama ciclista a finales del curso pasado– quería cerrar su extraordinario viaje por el ciclismo con un buen sabor de boca. A los Izagirre les gusta el trabajo bien hecho.
Pudo Ion (4 de febrero de 1989, Ormaiztegi) dejarse llevar durante la temporada que expiró a mediados de octubre, donde no alcanzó el nivel que se exigía a sí mismo, pero combatió contra la inercia y la comodidad.
Respiró en agosto, descansó y se zambulló a la búsqueda de su reflejo en un final de curso más acorde con lo que es. Renovó con el Cofidis, su equipo, por una campaña más, la próxima, que será la última, una decisión que trasladó a los suyos y que hizo pública hace unos días.
“Si algo tenía claro es que no quería dejar el ciclismo con un mal sabor de boca. El equipo me ha dado confianza para seguir un año más y quiero devolverles esa confianza mostrando mi nivel. No quiero que se entienda como un regalo. Mi objetivo es dar lo mejor de mí mismo el último año”, dice Izagirre a este diario desde la concentración del Cofidis, en Denia.
El de Ormaiztegi tomó la decisión de la retirada tras consultarlo con la familia, que cada vez tiene más peso en su perspectiva vital.
La importancia de la familia
“Antes, cuando era más joven, el peso de la familia en la balanza era menor, pero a medida que vas cumpliendo años, eso cambia y los de casa van tomando más importancia. Es ley de vida. Al final son cosas que sopesas, porque hay que hacer un gran sacrificio para estar a buen nivel. Además, tengo una edad ya y la familia está ahí. Cada vez cuesta más hacer los sacrificios. Se pasan muchos días fuera de casa y cada vez echas más de menos a los tuyos y ellos a ti. Es algo que se nota”, subraya.
Después de la renovación, el guipuzcoano tenía en la cabeza que la venidera sería su campaña final en el ciclismo, un deporte que ha vertebrado su vida.
El de Ormaiztegi asomará en 2026 con la certeza de que su periplo en el ciclismo llega a la última meta, la de la retirada, después de una carrera profesional muy sólida y exitosa.
“He dado todo lo que he tenido. He intentado ser un buen profesional”, desgrana Izagirre, uno de los mejores ciclistas vascos de la última década. El guipuzcoano cumplirá su 17ª campaña con un dorsal en la élite del ciclismo, una andadura con destacados hitos.
Victorias en Tour, Giro y Vuelta
Sobresaliente su singladura profesional, Ion Izagirre conquistó dos etapas del Tour. La primera, en 2016, en Morzine, bajo la lluvia. La segunda, en 2023, en un día de calor en una fuga de fuego con el mejor final posible en Belleville en Beaujolais.
El Giro de 2012, con el maillot naranja del Euskaltel-Euskadi, le vio levantar los brazos en Falzes y en la Vuelta venció en la llegada a Formigal en la edición de 2020. No son demasiados los ciclistas capaces de alcanzar semejante estatus; vencer en las tres grandes.
“No he conseguido muchas victorias pero no tengo queja de mi carrera profesional. He vivido momentos buenos, pero como en la vida, también momentos delicados y no tan buenos. Las victorias están ahí, pero me quedo con lo que he aprendido, con la gente que he conocido y con los amigos que he hecho”, describe el guipuzcoano.
Notable palmarés
Además de la victoria en la Itzulia, su carrera más querida, el guipuzcoano se coronó en el Tour de Polonia (2015) y la Volta a la Comunitat Valenciana (2019), así como luce etapas en París-Niza (2019) o el Tour de Romandía (2016). También posee dos victorias en el Gran Premio Miguel Indurain (2016 y 2023) y dos etapas más en la Itzulia (2021 y 2022).
Izagirre, símbolo de garantía, de certeza, también fue capaz de coronarse en la Itzulia, la carrera que más ama. Fue campeón en 2019 después de una estupenda remontada en la traca final de Eibar. En la ciudad armera se disparó a la gloria.
En las arterias de Euskal Herria encontró Izagirre el sitio de su recreo. Además de obtener la txapela, se subió al podio en cinco ocasiones más. En 2015, 2017, 2018 y 2023 fue tercero y en 2022 fue segundo.
El guipuzcoano debutó en el profesionalismo en 2010 como integrante del Orbea, filial del Euskaltel-Euskadi. Pasó después a la estructura naranja, donde militó durante tres cursos, hasta el cierre de la etapa dorada del equipo, en 2013.
Se enroló seguidamente en el Movistar, donde permaneció tres campañas, hasta 2016. Seguidamente, formó en el Bahrain, donde completó dos cursos. Entre 2019 y 2021 compitió en el Astana. Después se integró en el Cofidis, donde dirá adiós al ciclismo.
La incógnita del Tour
En 2026, Izagirre acometerá su despedida con la liturgia sobria que siempre le acompaña. Lejos del histrionismo y las poses, el de Ormaiztegi, competirá con el filo que le ha caracterizado, con la honestidad de dar lo mejor de sí mismo. “Quiero irme con un buen sabor de boca y después darlo todo”, destaca el guipuzcoano.
En el curso del adiós le espera un calendario que arrancará a medidos de febrero en Portugal, en la Figueira Champions Classic.
Competirá después en Andalucía, en la Ruta del Sol, para rodar más tarde en la París-Niza, la Itzulia y las clásicas de las Ardenas. En mayo le espera una concentración antes de encarar el Dauphiné.
“Aún no sé si iré al Tour. Es una decisión que tomaremos conjuntamente el equipo y yo. El Tour es súper exigente tanto en lo físico como en lo mental. Solo si puedo rendir bien me lo plantearé. Si no me veo bien o los directores eligen a otros, no me lo tomaré como una drama”, expone el de Ormaiztegi ante el horizonte de su última campaña. Ion Izagirre enfila la retirada.