Uno de los sectores con los que he tenido la oportunidad de trabajar muy de cerca es el del turismo, principalmente el de los alojamientos. Me pone muy triste ver muchos de estos hoteles cerrados y a equipos de trabajo, con los que he compartido muchas horas para conseguir que llenaran todas sus camas, que están en casa viviendo una incertidumbre y desasosiego creciente. Las vacunas no acaban de llegar y cuando había conseguido que muchos de estos sitios se pusieran con los deberes de la reapertura, las noticias los vuelven a desanimar y ya no sé que inventar para que aprovechen este tiempo muerto para tratar de diferenciarse de la competencia.

Estudiando y analizando cómo será el progresivo fin de las restricciones me he dado cuenta que los alojamientos de turismo rural tienen todas las cartas para ser los ganadores en ese momento. Disponen de pocas camas o a veces hay que reservar el edificio entero, se encuentran alejados de la civilización y no hay que recorrer cientos de kilómetros para encontrar un sitio con comodidades y encanto, muchos de ellos los tenemos casi a la vuelta de la montaña.

Pero como los conozco bien, sé que tienen una carencia terrible y es que ellos mismos se auto excluyen de la transformación digital. El terreno de juego es el mismo que el de las cadenas hoteleras y la aparición de un elemento que solo necesita de la tecnología para competir con ellos, como es Airbnb, hace que seguir manteniendo la gestión de una manera casi artesana no sea lo más idóneo.

Lo primero que deben pensar es que son un producto y que como tal tienen que ponerse a venderlo y por tanto tienen que profesionalizarlo. Mantener el espíritu de la cercanía al cliente, el trato más humano que sea posible o el de ser los artesanos del turismo, no está reñido con la digitalización de los negocios, el anunciarse a través de las redes sociales o entrar en el mundo de las ofertas que ofrecen las aplicaciones de búsqueda de hoteles. Seguir pensando que somos pequeños y que podemos estar al margen de todo esto, no solo no es posible sino que es un verdadero suicidio.

Se puede compaginar todo. Los clientes quieren información, necesitan saber todo antes de llegar allí. Nadie va en el coche pensando en qué me voy a encontrar, sino sabiendo que lo que se ha ofertado coincide exactamente con lo que ha comprado. Es el tiempo en el que hacer un reportaje de todo nuestro alojamiento con un dron, mirando el paisaje, el edifico, el entorno, debe ser casi obligatorio. Hasta el teléfono móvil es capaz de grabar vídeos con una calidad impresionante y ver cada día cómo caen las hojas o cómo florecen en primavera es una necesidad que tienen tus clientes, así que ya se lo estás mostrando en tu página web. Y desde esa página dales todas las facilidades para poder hacer la reserva, no les pongas ninguna trampa como para confirmar me tienes que llamar por teléfono o no aceptamos tarjetas de crédito para el pago o que tienen que venir antes de las seis que yo más tarde me voy a no sé donde.

Tenéis que digitalizaros y profesionalizaros. La única forma de hacer ofertas y ser competitivos es saber exactamente cuánto me cuesta cada noche, que alguien hace una reserva y todavía hay muchos que no están seguros si ganan o pierden dinero cada vez que hacen un descuento. Diferenciar entre la contabilidad y el presupuesto es fundamental. De verdad es el sector que tiene todas las de ganar pero la competencia lo sabe, así que no pierdas el tiempo y actúa.