El solsticio de veranoel día más largo y la noche más corta del año– es alrededor del 21 de junio en el hemisferio norte, y actúa como un disparo de salida para sincronizar la reproducción de las hayas a lo largo de grandes distancias en Europa, afectando las funciones de los ecosistemas.

Esto es lo que un equipo de investigación internacional liderado por la Universidad de Liverpool ha observado en las asociaciones entre los patrones climáticos y la producción de semillas en plantas perennes. En concreto, el estudio se ha centrado en el haya europea (Fagus sylvatica), y explora cómo la reproducción de los árboles se sincroniza consistentemente a través de grandes distancias. Los hallazgos se han publicado en la revista Nature Plants.

Un bosque de hayas. Freepik

Sincronización

Trabajos anteriores de este equipo científico demostraron que la clave para lograr esta sincronía es una respuesta coordinada que se encuentra en un desencadenante externo, como puede ser el clima. Pero la gran cuestión se centraba en cómo el haya europea, que se encuentra presente en todo el continente europeo y bajo condiciones climáticas muy diferentes, logró esta capacidad.

El equipo de investigación analizó los cambios a escala fina en las respuestas de las plantas a la temperatura y descubrió que en torno al 21 de junio, fecha oficial del solsticio de verano y el día más largo del año en todo el continente, actuaba como una señal general de inicio, desencadenando respuestas sincronizadas a las condiciones climáticas entre poblaciones muy separadas de haya europea.

El doctor Valentin Journé, investigador postdoctoral de la Universidad Adam Mickiewcz en Poznan, (Polonia), que dirigió el análisis, dijo que el estudio partió de “un artículo reciente de Science en el que investigadores de Suiza descubrieron que los efectos de la temperatura sobre la senescencia de las hojas cambiaba en el verano”.

El solsticio

A partir del solsticio de verano los días se van acortando. Esta parece ser la señal para esta reacción coordinada. Jessie Foest, coautora del estudio e investigadora de la Universidad de Liverpool, afirmó que “la respuesta aguda de las hayas es simplemente notable. Una vez que el día comienza a acortarse después del solsticio de verano, la ventana de detección de temperatura se abre simultáneamente en toda Europa”.

Lo que es realmente asombroso, concluye Foest, “es que el cambio en la duración del día que los árboles pueden detectar es realmente pequeño; estamos hablando de unos pocos minutos durante una semana. Aparentemente, los árboles pueden reconocer la diferencia”.

Consecuencias a gran escala

Muchas plantas perennes no se reproducen regularmente y pueden renunciar a la formación de semillas durante algunos años para acumular recursos y luego, en el momento oportuno, producir una abundante cosecha de semillas.

Esta sincronización regional a gran escala de la producción de semillas por parte de los árboles tiene importantes consecuencias para los ecosistemas. Los años de abundante siembra resultan en un aumento de recursos para la vida silvestre, mientras que las fallas reproductivas resultan en hambrunas para los animales que se alimentan de semillas.

Por lo tanto, cuando esta variación se sincroniza a escalas subcontinentales, las consecuencias de estas alteraciones pueden tener un gran alcance general en las redes alimentarias, influyendo en el aumento o disminución de la población de roedores, migración de ungulados y aves, y aumentos de zoonosis transmitidas por la vida silvestre.

El Sol se alza sobre un observatorio astronómico. Unai Huizi/Freepik

¿Qué es un solsticio?

El solsticio es cuando el sol alcanza su máxima o mínima altura aparente en el cielo. Es el momento astronómico en el que la noche es más larga o más corta del año y que cambia la estación, de primavera a verano, solsticio de verano, y de otoño a invierno, solsticio de invierno. El Sol aparece sobre uno de los trópicos, es decir, alcanza la máxima latitud posible: +23° 26’ en el hemisferio norte, Trópico de Cáncer, o −23° 26’ en el hemisferio sur, Trópico de Capricornio. Sucede en junio y diciembre. El solsticio de verano en el hemisferio norte coincide con el de invierno en el sur, en junio, y en diciembre es al revés. Los solsticios se dan porque el eje de rotación de la Tierra se encuentra inclinado 23.4º respecto a su órbita alrededor del Sol. Esta inclinación hace variar la cantidad de radiación solar que recibe cada hemisferio.