Alba Flores: "No me gustaría homenajear a mi abuela desde una serie de televisión"
La Actriz es Jamila en la serie 'El tiempo entre costuras' que antena 3 rueda en Marruecos
Tánger. Alba Flores, hija del desaparecido Antonio y nieta de la gran Lola, dice que no le interesa nada la popularidad, aunque afronta con grandes expectativas el papel "más importante" de su vida, el de la joven mora Jamila en la serie El tiempo entre costuras, cuyo rodaje se ha iniciado en Marruecos.
La benjamina artística de una de las familias más famosas de España contesta con un rotundo "no" cuando se le pregunta si le gustaría participar en una serie dedicada a la figura de su abuela, Lola Flores, y enseguida añade que tampoco lo haría si se tratase de su otra abuela.
Y no sólo porque no le interese la popularidad, sino porque le apetecería, dice, homenajear a su abuela "desde otros escenarios más interesantes".
Para ello le gustaría "tener los conocimientos suficientes" en el mundo de la cultura y el espectáculo, en el que a sus 24 años sigue "creciendo", ahora en la serie de Antena 3, que será una de las grandes apuestas televisivas del año próximo, El tiempo entre costuras, basada en la exitosa novela homónima de María Dueñas, que va por el millón de ejemplares vendidos.
Un papel que consiguió a través de un casting, "como todo el mundo", puntualiza, y que le ha permitido conocer Marruecos, que define como "extremadamente bello", pero que le "toca" mucho la sensibilidad, ya que ha visto mucha pobreza en sus calles.
De hecho, sus poderosos ojos morenos y sus rasgos afilados la hacen parecer una más de las mujeres marroquíes que transitan por el Hotel Minzah de Tánger, uno de los escenarios del exilio forzado de la joven modista Sira Quiroga (Adriana Ugarte), que encontrará en Jamila un gran apoyo para encauzar su vida.
"Me hablan todo el rato en árabe, incluso vestida de occidental", dice Alba en una pausa del rodaje, y añade que se ha preparado el acento, paradojas de la globalización, "con la ayuda de una chica marroquí que cuida a los hijos de una amiga".
Entre plano y plano en palacios, espacios públicos y abigarradas callejuelas del zoco de Tánger y Tetuán, la nieta de Lola Flores ha aprendido de la cultura islámica "su esfuerzo por ser hospitalarios, amar, servir y servir bien".
Confirma que su papel supone un "espaldarazo" para su carrera, porque Jamila es una presencia constante en buena parte de la novela, que habla poco pero observa mucho, "y normalmente el espectador se identifica con ese tipo de personaje".
Alba Flores espera poder seguir "creciendo" como actriz y como persona, "al margen de la popularidad", una cuestión a la que nunca le ha dado importancia.