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La tele no es para el verano

La tele no es para el verano

lAS bicicletas son para el verano es el título de una peli que funcionó hace años y se convirtió en canto al amor y convivencia en el tiempo de asueto marcado por los días de más luz y sol del año. Viene al pelo el título para resaltar la contraposición entre el abundante tiempo vacacional disponible y la raquítica oferta televisiva, agravada en algunos casos por restricciones, ajustes, recortes, reformas o como quieran llamarse las decisiones de amarrar el presupuesto, no gastar por encima de lo presupuestado y sacar del baúl de los recuerdos producciones con alcanfor y naftalina. Los programadores han establecido una política de oferta de bajo costo que nos lleva a engullir por decimocuarta vez Lo que el viento se llevó, Tierra de titanes o La vuelta al mundo en 80 días, producciones más amortizadas que el sepulcro de Tutankamon para tiempos de Navidad, Semana Santa o verano. Y no se entiende que cuando más tiempo tiene el personal para pasear, leer, ir al cine o ver la tele, ésta se vuelva huraña y tacaña y nos ofrezca los operadores pechos de Obregón para solazarnos con los capítulos de Ana y los siete, estúpida producción cargada de represión y refrenados ímpetus sexuales de algunos de sus protagonistas. La tele pública debe de estar ayuna de tela y seca como la mojama porque reponen las aventuras de Curro Jiménez, bandolero de Sierra Morena que castiga a los malvados y ayuda a los necesitados. Necesitamos un Curro de trabuco, faja y gorrilla bandolera que nos saque de las penurias presentes y futuras y el espectador puede identificarse con semejante personaje. La reposición de estos trastos se hará con la intención de ocupar tiempo en la parrilla y ahorrar costos, pero puede saltar la libre y semejantes muermos pueden dar espectaculares cifras de audiencia, que con esto de la crisis el personal está intratable.