Sinónimo de perfección Concierto de The Australian Pink Floyd Show
Fecha: Martes, 16 de febrero. Lugar: Teatro Gayarre, Iruñea. Intérpretes: The Australian Pink Floyd Show, formación integrada por Steve Mac, a las guitarras y a la voz; Jasón Sawford, a los teclados; Damián Darlington, a la segunda guitarra y a la voz; Ian Cattell, a la voz; Collin Wilson, al bajo y a la voz; Paul Bonney, a la batería, y Carl Brunddon, a las percusiones, a los saxos, al clarinete y a la guitarra acústica, todos ellos reforzados por tres coristas. Incidencias: Presentación del espectáculo The Australian Pink Floyd Show 2010; lleno, localidades agotadas. Público de edad madura -preferentemente-, extasiado por momentos. 3 horas de duración, descanso de 20 minutos y un bis incluido.
de otra división. De otra dimensión. Galáctico? Bueno, paremos, pues podríamos estar horas sumando elogios para tratar de definir cuanto vimos el martes 16 en el Gayarre. Y es que, dicho día, la perfección demostró no ya estar cerca de existir, sino hacerlo, realmente. La Perfección con mayúsculas, si es que no lo hace ya? dedicándose a repartirse por el mundo encarnada en The Australian Pink Floyd Show, depositarios del espíritu de los legendarios Pink Floyd y responsables del milagro de mantener viva su leyenda. Con el show sostenido sobre un sencillo hilo argumental (un simpático canguro, cómo no -siendo australianos los músicos-, que desde la pantalla va pinchando -en primera instancia- en un giradiscos diferentes LP de Pink Floyd, provocando así las distintas interpretaciones que sonaron, haciendo que lo hicieran en segunda insertando en un walkman una cinta grabada: qué guiños, por otra parte, a las formas de reproducir la música de los años gloriosos de Pink Floyd), la actuación, estructurada en las dos partes sugeridas, se tradujo en primer lugar en la detalladísima, cuidadísima (bueno, apliquémonos lo apuntado nada más empezar sobre la profusión de elogios) y fidelísima reproducción de la cara A del LP Dark Side of the Moon (qué grande una de las coristas a la voz en The great gig in the sky, por resaltar también la infinita magia de las, a priori, segundonas sobre el escenario), sonando acto seguido dos de Wish You Were Here y otras dos de Animals, Pigs (three different ones), con el gran guitarrista Steve ayudándose de un vocoder para tocarla, y Sheep, rica en balidos pregrabados? y alguno que otro humano, dicha noche. Acto seguido, tras el descanso, en una suerte de no va más (qué embrujo el creado por todo tipo de efectos luminotécnicos? desbordante empleo de láser incluido, cómo acentuó el lado lisérgico/onírico de las canciones ofrecidas), sonaron temas de gran regusto psicodélico, como Astronomy domine, High hopes (alfa y omega de la trayectoria de Pink Floyd, con Steve Mac acompañándose de un pedal-steel en ésta última), Us and them, Another brick in the wall (cómo no, con desfile incluido de inanimados y asexuados niños hacia la picadora de la vida) o, ya en la trepidante recta final, con el show yendo incluso más y más hacia arriba todavía -por difícil que resulte de creer: en constante in crescendo siempre, algo que, tras lo visto en la primera parte, parecía imposible-, Wish you were here o Confortably numb, tirando la casa por la ventana en el bis -directamente, si es que aún quedaba algo por mostrar-, con Run like hell, tema que, entre vistosas explosiones y fogonazos de luz y sonido, dejó al a estas alturas boquiabierto, anonadado y entregado público con la sensación de estar ante una especie de solo de efectos luminotécnicos. Ante una sesión de fuegos artificiales? electrónicos, reforzada con música. Totalmente noqueado pero, eso sí, plenamente satisfecho, toda vez que creemos que pasará tiempo, mucho tiempo hasta que volvamos a disfrutar de algo así en Iruñea. Así las cosas, la perfección existe: palabras mayores The Australian Pink Floyd Show y su espectáculo, un show que, cosa de su insuperable plasmación y magnetismo, más que atrapar absorbió a todos que acudieron al Gayarre. Más, muchísimo más que un grupo de versiones los citados, sin exagerar.