Fecha: sábado, 6 de marzo. Lugar: sala Movie, Aizoáin. Intérpretes: Sergio Contreras, a la voz, acompañado por Rafa y Sonia, a las segundas voces y a los coros; Óscar, a la guitarra flamenca y al cajón; Jesús, a la guitarra flamenca; Santi, a la guitarra eléctrica; Raúl, a los teclados y programaciones; Dakota, a la batería, y Bea, Irene y Cristina, al baile. Incidencias: concierto de presentación de Equilibrio, nuevo CD del artista. ½ hora de retraso, hora y 20 minutos de duración. Público que sólo en ocasiones se mostró participativo, dejándose notar en las mismas.
jUSTO un año después de su última visita, el onubense Sergio Contreras recaló en Iruñerria nuevamente, pinchando, en cierto modo, en hueso, tras su prometedor debut en 2009; cautivando, haciendo diana en los corazones de los presentes, de las presentes -más bien, reduciéndose el sector masculino del público a los acompañantes de aquellas, en líneas generales- pero lo dicho: no terminando de convencer, de rematar esta vez la faena. Viéndose cuestionada la misma incluso a tenor de la asistencia registrada, aceptable -siendo generosos- aunque tirando a discreta; ¿la crisis? ¿Cosa de que su nuevo CD no ha engatusado como los anteriores? Y es que, tras el ciclón de buenas vibraciones que dejó el año pasado, creemos que todos, más allá del arriba firmante, esperaban un mayor número de espectadores. Pero bueno, hubo lo que hubo y con ello hubo que lidiar. La actuación, articulada sobre los temas del cuarto CD del de Huelva, arrancó con Cuando no te tengo, puerta de acceso del disco de particular regusto oriental y andalusí, acrecentado sobremanera por las sugerentes danzas ejecutadas por las bailarinas: por el sobresaliente cuerpo de baile con el que compareció Sergio, siendo ésta la principal novedad del concierto de este año. En medio de una cuidada puesta en escena, la atractiva fusión de sabores -más que de estilos-, de flamenco, pop y hip hop (aderezada, a otros niveles, por tonalidades de reggae e incluso metal), la exquisita aleación que ha afamado al andaluz continuó materializándose con un segundo tema nuevo, retrotrayéndose a continuación el pase hasta el disco El espejo, del que, bajo los chillidos de admiración de las de las primeras filas, entre botes tanto de los músicos como de aquellas, sonó el tema de homónimo título: hit con el que, aunque parezca mentira, se alcanzó el clímax del concierto; de una actuación que, a partir de ahí, a una con la apabullante presencia de nuevos temas (Érase una vez, con los coristas llevando el peso de las voces; Hechizo, con las bailarinas y sus movimientos de cadera haciendo otra vez de las suyas, o Esta por ti, tema en el que Contreras invitó a subir al escenario a tres chicas del público? no sabemos para qué), tal vez por la excesiva presencia de las nuevas, fue perdiendo punch de manera gradual; ¿qué pasó? ¿No han enganchado como las antiguas? ¿Está perdiendo Sergio duende por el camino? No sabemos; lo que sí pudimos comprobar es que, en su voz, sonaron un tanto monocordes: en la de un vocalista que, de forma queda y agradable, eso sí, se limita a rapear -básicamente-, quedando la acción de cantar propiamente dicha, de dibujar con las voces los contornos del hecho musical, en manos de Rafa y Sonia casi siempre, sensacionales ambos. ¿Más momentos a destacar, tras El Espejo? Los deparados por las bailarinas hacia el ecuador del pase, momento en el que, sin la presencia de la banda, sobre efectos pregrabados, trazaron unas coreografías que las llevaron a disfrutar de unos merecidos minutos de gloria, y por el popurrí de viejos hits (brillando la parte de Llena de luz y de sal, única cantada por la sala), por el medley que, con permiso de Anocheció, cerró la noche. Una actuación que, aun resultando correcta desde los prismas artístico e interpretativo, aun resultándonos nuevamente sugerente la original y equilibrada combinación de sabores y disciplinas sobre la que se articuló, nos dejó cierto regusto agridulce. Por las razones de que se trate.