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Siempre con hambre "el lazarillo de tormes"

Dirección: Javier Pérez Eguaras. Dramaturgia e interpretación: Virginia Cervera, Sofía Díez. Ciclo: "Cómo contar los clásicos a los niños". Lugar y fecha: Sala de los Arcos. Palacio de los Reyes de Navarra. Olite. 21 a 25 de julio.

Tl Lazarillo de Tormes constituye el punto de partida y a la vez el culmen de un género: la novela picaresca. El verdadero protagonista de El Lazarillo, y estrella invitada en el resto de las obras del género, es el hambre. Esa hambre pertinaz, insaciable, la que agudiza el ingenio. Hambre de supervivencia, hambre de siglos, transmitida a través de éstos como triste herencia entre famélicos personajes de otros textos. La misma hambre que recibió como heredad, por ejemplo, Carpanta, eterno soñador de pollos asados, cuyas desventuras leía en mi niñez.

Ya entonces me parecían divertidas las tribulaciones de alguien por conseguir su sustenteo, algo que había sido un drama algunos años atrás (comedia es igual a tragedia más tiempo, que decía Woody Allen). Así que un aumento de la distancia temporal hasta el siglo XVI no debería variar la comprensión de la historia por parte de los niños de hoy en día. Esto es lo que se ha propuesto la compañía Malaspulgas con su versión de El Lazarillo de Tormes, que para este Festival de Olite se antetitula: Cómo contar los clásicos a los niños. Toda una declaración de intenciones.

Intenciones que son tanto de entretenimiento como didácticas. Como la cosa va del hambre, Malaspulgas se ha comido parte de la novela para adecuar su duración a la capacidad de atención del público infantil. Siempre es mejor levantarse con algo de apetito antes que ahíto, por otra parte. La mayor parte del montaje se centra en dos de los amos de Lázaro, probablemente los más conocidos y los que protagonizan los mejores pasajes del libro: el taimado ciego y el tacaño clérigo.

El texto tiene la ventaja para la compañía de que se concibe siempre como un duelo entre dos personajes, entre Lázaro y su correspondiente amo. De este modo, el ñaque formado por las dos actrices resulta suficiente para cubrir la acción. Hay una alternancia entre ambas para desempeñar el papel de Lazarillo cuya necesidad no termino de entender, pero que no afecta a la comprensión de la obra. En cualquier caso, se sigue manteniendo la coherencia en el tratamiento del personaje, así como de ese humor que barniza toda la obra y que tan bien se modula a través de la vis comica de las intérpretes.

La puesta en escena es sencilla a más no poder, despojada de casi todo, como corresponde a un texto que hace seña de identidad de la pobreza y de la necesidad de avivar la astucia para conseguir cualquier cosa. Se incorpora una banda sonora de efectos en directo que, además de subrayar la comicidad de las escenas, suma valor añadido a la representación. En general, el ritmo está muy bien conseguido, pero rompe un tanto la magia la necesidad en ocasiones de transmutar alguno de los personajes en narrador ocasional para explicar ciertas situaciones. No son muy numerosas, en cualquier caso, y pueden estar en sintonía con el tono didáctico utilizado al principio. En fin, cosas menores en un conjunto que cumple perfectamente con sus objetivos y que resulta muy entretenido y divertido.