Síguenos en redes sociales:

25 años de trabajo de equipo

La ENT celebra hoy una apertura de curso especial. La del 25 cumpleaños.Quienes han ejercido en algún momento la dirección del centro mantuvieron un encuentro con este periódico, compartiendo recuerdos y aventurando lo que queda por venir.

25 años de trabajo de equipo

"ha sido un suspiro". Para Aurora Moneo, actriz y profesora, los 25 años han pasado volando. María Sagüés coincide: "Todo ha pasado muy rápido y casi sin darte cuenta, entre que vas de una cosa a otra, ya cumplimos los 25. Es una sensación rara". Ambas formaron parte desde el principio de un proyecto que surgió de los grupos Esperpento y Teatro Estable de Navarra. En 1985, las dos compañías aglutinaban a quienes en Navarra querían dedicarse al oficio de la escena y decidieron reunirse con Pedro Manterola, asesor de la Institución Príncipe de Viana, que les propuso abrir una escuela y les dio dinero para arrancar. Entonces se constituyó una gestora de la que formaron parte Juan Pastor, Miguel Munárriz, Ángel y María Sagüés, Pablo Ramos, Javier Pérez Eguaras y Jose Mari Asín, entre otros, y a la que pronto se sumaron Aurora Moneo y Amelia Gurutxarri. La coordinadora se puso a trabajar y en 1986 comenzó el primer curso en los locales que le prestaron el Instituto Cuatrovientos y los Javerianos, de donde Moneo recuerda el frío, "hacía mucho frío", pero también "las ganas". "La idea inicial era formar a actores y actrices y también trabajar para la comunidad", añade. Assumpta Bragulat se acuerdatambién "el entusiasmo de los profesores y los alumnos" de aquellos años, no en vano pertenece a la primera promoción de la ENT, "y luego me quedé", especializada en la docencia de técnicas vocales.

Maite Pascual, una de las directoras más conocidas y reconocidas que ha tenido la ENT, llegó unos años más tarde, en 1989, procedente de Sudamérica. Y enseguida asimiló el espíritu de trabajo en equipo que se respiraba en la primera y, de momento única, sede oficial, situada en el edificio del antiguo cine Arrieta de la calle san Agustín. "Aquí siempre todo el mundo ha hecho de todo, lo mismo se le daba un brochazo a una pared que se limpiaba un baño o se impartían clases", indica Pascual, satisfecha del empeño que vio entonces y que ha continuado dando frutos durante todo este tiempo. "Ese espíritu fue el germen que ha hecho que esto dure 25 años", añade, y defiende que, "con los más y los menos que atraviesa cualquier equipo directivo, aquí nunca ha habido luchas de poder", lo que a Aurora Moneo le sigue pareciendo "fascinante" por inusual. "Resulta apasionante ver que hemos podido trabajar en horizontal y eso en la sociedad en la que vivimos debería ser un valor en sí mismo", continúa. María Sagüés insiste en que los primeros momentos requirieron de mucha fuerza y directamente de "trabajo de buzo para habilitar el local". "Eso sí que fue un trabajo de hormiguita, a nadie se le cayeron los anillos y todos los arreglos salieron de nuestras manos, como si fuéramos artesanos titiriteros", añade Maite Pascual.

Los primeros cursos sólo impartieron clases de tres asignaturas, interpretación, técnica vocal y expresión corporal, aunque no se descuidó al público. "Desde el principio, todo el mundo tuvo claro que el teatro no existe sin los actores y los espectadores", prosigue la experta en historia del teatro, y apunta que las primeras funciones que acogió la sala llegaron de la mano de los hoy archifamosos la Fura dels Baus. Con el paso del tiempo, el equipo percibió que, además de educar y exhibir, había que acercarse a la sociedad, "dando a todo el mundo la posibilidad de disfrutar de un derecho como es el teatro". Y comenzaron a echar las redes, generando colaboraciones con otras entidades y arraigándose, a la vez, en la comunidad a través de talleres para niños, jóvenes y adultos, cursos de iniciación y juego dramático, seminarios para profesionales, clases en colegios, funciones en Navidad con chocolate en el descanso, etcétera.

A título personal

Vocación, revolución, pasión

María, Aurora, Assumpta, Javier y Maite pusieron los cimientos de una aventura que no tardó en recibir savia fresca. La de Emi Ekai, actualmente directora académica, que vivió los comienzos de la ENT como una aficionada al teatro que acudía a todas las funciones que podía y un día se apuntó también a las clases. "Funcionó como el catalizador de energía de mucha gente que queríamos dedicarnos a esto y, personalmente, a mí me dio la posibilidad de descubrir mi vocación", cuenta Ekai, satisfecha por haber podido conocer el teatro desde el escenario, pero también desde la docencia o la gestión.

En su caso, Patxi Larrea llegó a la Escuela por casualidad. "La conocía un poco porque había venido a ver un concierto de guitarra al que asistimos sólo cinco personas, en una sala fría y oscura", recuerda divertido, pero no se planteó ninguna otra relación con el centro hasta que un amigo le dijo que impartía clases de interpretación. Se apuntó, hizo las pruebas de acceso y entró, dejando atrás los estudios de Filosofía en la Universidad de Navarra. Y todo cambió. "Para mí fue una revolución personal, conocí a otra gente, otro mundo, otra forma de ver la vida", explica Larrea, que en ningún caso pensó que iba a quedarse como profesor y mucho menos llegar a dirigir el centro. Primero fue becario de Maite Pascual, ayudándole en la recopilación de material para sus investigaciones; luego ayudó a Pérez Eguaras con la sala y, finalmente, comenzó a dar clases de clown. "Aprendí a dar clases dándolas", añade, y alaba la "mentalidad abierta" de la ENT a la hora de aceptar a nuevos tripulantes. "La Escuela se sostiene tras 25 años por toda la gente que se ha dejado la piel. Eso es lo que la hace tan especial", comenta.

También procedía del teatro aficionado Fuensanta Onrubia, que ya conocía a Javier Pérez Eguaras cuando se encontró con Maite Pascual, que le ofreció trabajar con ella en una investigación sobre la historia del teatro en Pamplona, "y poco a poco me fui quedando". "Yo siento que mi vida está muy vinculada a la Escuela y que en ella he crecido mucho", asegura.

reivindicativa

Lucha por la supervivencia

Todos los que han dirigido la ENT en algún momento y hablan en estas páginas saben lo que es pasar por momentos críticos, "como cuando más de una vez hemos visto el cierre a la vuelta de la esquina", indica Patxi Larrea. "Desde que empezamos siempre hemos estado en el aire", añade Auroa Moneo. Y Maite Pascual recuerda que una de las reivindicaciones principales ha sido siempre conseguir una partida presupuestaria plurianual, ya que "ahora nunca sabemos con tiempo con cuánto dinero contaremos el año siguiente".

"Siempre nos hemos tenido que currar mucho nuestra supervivencia, sin poder relajarnos y renovando constantemente nuestra creencia en el proyecto", asevera Fuensanta Onrubia. De algún modo, esto es "una paradoja" para Maite Pascual, ya que si la Escuela surgió impulsada desde el Gobierno de Navarra, "por qué luego no se ha apoyado más", aunque admite que, sin duda, el centro no podría existir sin el doble convenio de financiación que mantiene con los departamentos de Cultura y Educación. A lo que se refiere la ex directora es a la eterna demanda de oficialización de los estudios, asunto que, de momento, el Ejecutivo no ha querido abordar seriamente. Y sorprende, porque, como dice Aurora Moneo, "ningún consejero ha cuestionado nunca nuestro proyecto y de puertas adentro nos lo reconocen, pero luego no se dan los pasos que hay que dar, es como si les gustara que existamos, pero siempre y cuando nos quedemos como estamos". Es más, en el último Plan de Educación, "nos pidieron opinión, acudimos a las reuniones, hicimos propuestas", pero, a la hora de la verdad, "la música ha sido el único arte regulado", lamenta Emi Ekai, que cree que la falta de reconocimiento no afecta sólo a la ENT, sino "al arte teatral en general". "Hay otras comunidades que apuestas bastante más por sus creadores, pero aquí no pasa y la pregunta es: para cuándo un apoyo decidido a las artes escénicas"

María Sagüés tampoco comprende por qué los políticos "nos dicen que tenemos que seguir", brindan el apoyo económico, pero luego "llega un punto en el que todo se para". Ese punto es el de la oficialización de los estudios y el de la necesidad de hablar sobre la sede, ya que la Escuela vive en alquiler en un local pertenece a Construcciones San Martín (Saide), lo que, evidentemente, es un ingrediente más para la sensación de inestabilidad a la que la ENT se ha acostumbrado a la fuerza. "No sé si es falta de valentía política o es que tienen miedo porque creen que oficializar los estudios costaría mucho dinero, pero algo pasa", insiste Sagüés. A lo que Aurora Moneo añade que las instituciones deberían estar tranquilas "porque no queremos ser funcionarios, de ninguna manera".

apoyo social

Constancia y atención

Durante este tiempo, la ENT se ha empeñado en estrechar el contacto con la sociedad de la que nació, siendo aceptada y apoyada en los momentos difíciles. "Eso se consigue a base de insistir y trabajar y de no desistir cuando una programación no funciona a la primera", afirma Maite Pascual, contenta de que hoy todo el mundo conozca los ciclos de la sala. Emi Ekai conviene en que la "tenacidad" ha sido una de las claves de la buena relación que existe con la ciudad, pero también "la capacidad que hemos mostrado estos años de escuchar a la gente y sus necesidades, adaptándonos a ellas en distintos momentos".

En todo caso, Ekai agradece el apoyo que la sociedad navarra ha prestado a la ENT, sobre todo en episodios críticos en los que la calle y la protesta han sido el refugio. "El curso pasado fue muy difícil y lo que recibimos de la gente fue casi hasta abrumador, porque nos llegaron muchísimos apoyos, y, por supuesto, muy grato", dice, en referencia al riesgo de quedarse sin subvenciones y sin sede que corrieron en 2009.

los alumnos

Preocupación

Muchas de las reivindicaciones, concentraciones y otras acciones de calle, algunas de ellas originales y muy divertidas, han estado encabezadas siempre por los alumnos de la Escuela, que se sentían obligados a defender su derecho a la formación en un espacio en el que todos dicen sentirse como en casa. Y sus profesores los sienten como de la familia, de ahí la preocupación por la situación que viven quienes hoy, en plena crisis, intentan abrirse paso en esta complicada profesión.

"Nos preocupamos mucho de apoyar a los grupos que se han formado con ex alumnos de la Escuela", de ahí ciclos como Su-Gestión, que se verá este año, señala Emi Ekai, que no oculta, sin embargo, su inquietud por el momento actual, en el que desarrollar este oficio es muy difícil. Para Fuensanta Onrubia, "tras 25 años de ENT, el fruto debería estar fuera", por eso se declara un poco frustrada "al ver que no se acaba de apoyar a esta gente".

Aurora Moneo opina que el centro cumple con su compromiso al contar con ex alumnos como profesores de talleres y cursos que se montan al margen de las clases regulares, aunque lamenta que fuera de eso las cosas se estén poniendo más feas. "Han desaparecido varios programas del departamento de Cultura y la Red de Teatros no acaba de arrancar", dice, y cree que la Escuela Navarra de Teatro "tiene cosas que decir en este ámbito de la política cultural". La esperanza que queda es que, como afirma Emi Ekai, "aquí hay muchísimo talento y habría que apostar por él. Con poco que se hiciera, enseguida se verían los frutos".

el futuro

El año 26, 27, 28 ...

Llegados a este punto, queda hablar del futuro. Los directores y ex directores de la ENT se remueven en la silla pensando en algo que decir. Pero es fácil. Patxi Larrea lo tiene claro: "Creo que el año 26 será como han sido el 23, 24 y el 25. Volverá a tocar pelearse en noviembre por los presupuestos, el año que viene por el alquier". Eso sí, "lo mismo nos cae la oficialidad en algún momento en que andemos despistados, porque la partida nominal nos la concedieron cuando dejamos de pedirla, así que a lo mejor pasa", bromea. En cualquiera caso, Larrea sabe que la ENT seguirá adelante.

Maite Pascual coincide en que será todo igual o muy parecido, "quizá porque me he dedicado a la historia del teatro y sé que éste es un arte que siempre ha estado en la cuerda floja", dice, y cuenta lo que les suele decir a sus alumnos: "Cuando la vía institucional se apaga, al teatro siempre le sigue quedando la calle".

Para Aurora Moneo, lo que acontecerá es "un misterio". "Nunca sabes qué va a pasar, como cuando te subes a un escenario". Eso sí, no piensa que vaya a cambiar mucho "porque el sueño no lo hemos perdido, seguimos en ello". A Emi Ekai y a Assumpta Bragulat les gustaría poder trabajar con más estabilidad. En concreto, la primera desearía poder tener resueltas una serie de cuestiones siempre acuciantes, "para poder dedicarnos a nuestra labor: la formación, la investigación, las relaciones con autores...". En su caso, Bragulat querría que los estudios se regularizaran de una vez por todas, dando oportunidades a los alumnos se obtener un título y, por consiguiente, el acceso a otros centros superiores o, simplemente, becas para ampliar estudios. María Sagüés cree, en cambio, que antes o después "debe producirse un punto de inflexión en la Escuela y en la sociedad". "Tiene que haber un replanteamiento de todo, de cómo funciona el teatro, este país, el mundo... Para mí cobra cada vez más importancia la cuestión humana que la práctica", señala. Y Fuensanta Onrubia cree en "la capacidad de la ENT para reinventarse" y adaptarse a lo que venga. Aunque "lo más importante es seguir, que ya es mucho".

En cualquier caso, un aniversario no es más que un momento para recordar, reflexionar, planificar, apostar o, sencillamente, celebrar. Por delante queda mucho por vivir. Como escribió William Shakespeare y cita Emi Ekai, "el pasado es un prólogo".