pamplona. Dos miradas diferentes al mundo que nos rodea. Dos maneras de entender y de ejercer un mismo lenguaje, la fotografía, pero que dialogan desde esa diversidad rica y necesaria componiendo un paisaje amplio y abierto. Así es la exposición que acoge desde ayer la galería de Pamplona Mikel Armendia, protagonizada por los fotógrafos navarros Carlos Cánovas y Pedro Pegenaute. Se trata de la segunda cita que propone el proyecto impulsado por Armendia 1+1, y que tiene como objetivo mostrar el arte de creadores de la Comunidad foral. En este caso, dos profesionales de la imagen. Por un lado, el fotógrafo de arquitectura Pedro Pegenaute (Pamplona, 1977) invita al espectador a situarse frente a espacios que, reconocibles o no eso es lo de menos para el que contempla, sorprenden ofreciendo nuevas perspectivas, evocando sensaciones, transportando al que mira a nuevos mundos con referencias familiares a éste en que vivimos pero con mucha más poesía, más belleza y más quietud que nuestro día a día. Una portería en el pantano de Yesa, nieve en Candanchú, la estación de esquí de Canfranc, el embalse de Leurza, andamios de obras en Formigal, un campo de cultivo en algún lugar entre Pamplona y Barcelona y un puente en construcción en medio de la Expo de Zaragoza, donde Pegenaute trabajó como fotógrafo, son los motivos inmortalizados en las siete imágenes en color que presenta el fotógrafo navarro, y que pertenecen a su "álbum más personal". "Son sitios que voy viendo en mis viajes de ocio o de trabajo, que me llaman la atención por algo y los fotografío. Pero sin ninguna intención previa. Es la forma que tengo de ver el mundo", cuenta Pedro Pegenaute. En algunos casos, sus imágenes se asemejan a pinturas abstractas, matéricas (evocando texturas) o geométricas. "Me interesan mucho las formas dentro de la fotografía", dice el autor. Y añade que lo que le atrae de este arte visual es la posibilidad que le brinda "de plasmar desde mi prisma subjetivo lo que veo, de poner mi sello a la realidad". En el caso de Carlos Cánovas, esa realidad a la que ha mirado "con otros ojos" es su entorno más cercano: el término municipal de Zizur Mayor, donde reside, y de Zizur Menor. Las siete imágenes que presenta en la galería Mikel Armendia, tomadas en un espacio de apenas dos kilómetros cuadrados, pertenecen a la serie Séptimo cielo, que el fotógrafo navarro inició hace cuatro años y que entronca con una tradición fotográfica que se remonta al siglo XIX: la de fotografiar el entorno más cotidiano del autor, "una opción igual de válida que la de irse lejos a tomar imágenes de sitios exóticos como Egipto o la India", dice Cánovas. En este caso, el paisaje es del entorno en que vive: "Eso es muy exigente, te obliga a mirar las cosas desde una perspectiva fotográfica que no aplicamos generalmente cuando vemos lo que vemos todos los días", dice. Las imágenes de Séptimo cielo se vinculan con trabajos anteriores del autor, como Extramuros, sobre la periferia de Pamplona, pero a diferencia de aquel proyecto, que era en blanco y negro, éste emplea el color. Los espacios inmortalizados por Carlos Cánovas pertenecen a términos poblados, y de hecho la mano y la huella del hombre están en cada fotografía, aunque no haya presencia física humana como tal. "Me interesa que el protagonista sea el paisaje, y si coloco una figura ahí, todas la miradas convergerán en ella...", dice el autor, a quien le parece "muy interesante" el diálogo que establece en la exposición con Pedro Pegenaute. "Todo lo que sea confrontar o poner sobre el tapete dos formas de mirar el paisaje, siempre es enriquecedor. Así uno se da perfecta cuenta de cuáles son sus intereses y que esos intereses no son los únicos, que puede haber muchísimos otros y todos tan válidos y tan interesantes como crees tú que pueden ser los tuyos". Pegenaute coincide en que las obras se complementan: "Al final todas son el reflejo de una actitud abierta a lo que hay alrededor, y eso te lleva a fotografiarlo, sea por la razón que sea".
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