Una investigación liderada por la Universidad Pública de Navarra y la Universidad de Granada ha revelado que el ayuno intermitente, independientemente del horario de alimentación, no muestra cambios significativos en la calidad del sueño, el estado de ánimo y la calidad de vida. Además, aunque las mujeres tienden a reportar más interrupciones del sueño, mayores niveles de estrés, síntomas de ansiedad o depresión y una menor calidad de vida percibida que los hombres, el estudio, con casi 200 participantes, no encuentra en ellas efectos negativos sobre ninguna de las variables.

Los hallazgos sugieren que el ayuno intermitente es una estrategia eficaz para la pérdida de peso, sin efectos adversos aparentes sobre la calidad del sueño o el bienestar general, tanto en hombres como en mujeres, y con independencia del horario de alimentación. El artículo se ha publicado en JAMA Network Open, una prestigiosa revista médica.

Algunas dietas enfocadas en la pérdida de peso, caso de la restricción calórica, pueden ayudar a reducir el peso corporal y a mejorar ciertos indicadores de salud. Sin embargo, su impacto en aspectos como el sueño, el estado de ánimo o la calidad de vida es variable y depende en gran medida de la intensidad y duración de la restricción.

Mantener este tipo de dieta a largo plazo suele ser difícil, ya que muchas personas abandonan el tratamiento y, con el tiempo, recuperan el peso perdido o incluso ganan más del que tenían inicialmente. Ante estas dificultades, surgen nuevas estrategias nutricionales que buscan ser más sostenibles y efectivas. 

Alternar periodos de alimentación y de ayuno

Una de las que ha despertado mayor interés en los últimos años es el ayuno intermitente, que consiste en alternar periodos de alimentación con periodos de ayuno, que pueden durar desde unas pocas horas hasta varios días. Entre sus distintas modalidades, una de las más estudiadas y practicadas es la que limita el número de horas en las que se puede comer cada día, prolongando así el tiempo de ayuno diario. 

Esta modalidad se conoce como restricción horaria de la ingesta de alimentos, del inglés time-restricted eating o TRE. En España, la mayoría de las personas toma su primer desayuno entre las siete y las ocho de la mañana, y cena entre las nueve y las diez de la noche, lo que supone una ventana de ingesta diaria de aproximadamente 12 a 14 horas. 

El TRE propone reducir esta ventana a ocho horas, lo que contribuye a mantener un patrón diario regular de alimentación y ayuno, favoreciendo así la estabilidad de los ritmos biológicos del organismo. Se ha demostrado que comer de forma irregular o en horarios nocturnos puede alterar estos ritmos, retrasando la producción de melatonina (una hormona clave en la regulación del sueño) y, en consecuencia, afectar negativamente la calidad del sueño, el estado de ánimo y la calidad de vida.

Una investigación liderada por la UPNA y la Universidad de Granada

Al frente de este trabajo se encuentran el grupo de investigación ELIKOS liderado por la catedrática Idoia Labayen Goñi, directora del Instituto de Investigación en Innovación y Sostenibilidad en la Cadena Agroalimentaria (ISFOOD) de la UPNA, y el grupo de investigación PROFITH CTS-977 de la Universidad de Granada, liderado por el catedrático Jonatan Ruiz Ruiz, en colaboración con el Hospital Universitario de Navarra, el Hospital Universitario Clínico San Cecilio y el Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada, junto con el CIBER de Obesidad y Nutrición (CIBEROBN). De la Universidad Pública de Navarra, participan en este trabajo, además de Idoia Labayen Goñi, María Medrano Echeverría, Víctor Manuel Alfaro Magallanes y Maddi Osés Recalde.

El equipo de investigación ha estudiado los efectos de una intervención de doce semanas, con tres estrategias distintas de ayuno, sobre el sueño, el estado de ánimo y la calidad de vida de personas con sobrepeso u obesidad: ayuno temprano (con una ventana de alimentación aproximada de 9 a 17 horas), ayuno tardío (ventana aproximada de 14 a 22 horas) y ayuno autoseleccionado, en el que cada persona elige su franja horaria, que, de media, fue de entre las 12 y las 20 horas.

Este trabajo es un análisis secundario de un estudio ya publicado en la prestigiosa revista “Nature Medicine”, donde se observó que los participantes que hicieron ayuno intermitente, independientemente del horario de ingesta, perdían de media 3-4 kilos más que el grupo que solo recibió recomendaciones nutricionales. 

Además, el ayuno temprano (equivalente a saltarse la cena en España) es especialmente beneficioso a la hora de mejorar la homeostasis de la glucosa. Hasta la fecha, no estaba claro si el horario de la ventana de ingesta (temprano, tardío o autoseleccionado) podía tener un efecto diferente en la calidad del sueño, el estado de ánimo (es decir, síntomas de depresión, ansiedad, y estrés) o en la calidad de vida en personas con sobrepeso u obesidad. Cabe destacar que el sueño se ha evaluado objetivamente mediante acelerometría durante catorce días, al inicio y al final del estudio. Además, también se han utilizado cuestionarios para recoger la percepción de las personas participantes.

Todas las personas participantes han recibido el tratamiento estándar, que consiste en un programa de educación nutricional centrado en la dieta mediterránea y estilos de vida saludable. El ensayo multicéntrico, aleatorizado y controlado se ha llevado a cabo en Pamplona y en Granada, y es uno de los más grandes realizados hasta la fecha. 

Cerca de 200 participantes

En total, han participado 197 adultos (50% mujeres), de entre 30 y 60 años, distribuidos aleatoriamente en cuatro grupos: tratamiento habitual (49 participantes), ayuno temprano (49 participantes), ayuno tardío (52 participantes) y ayuno autoseleccionado (47 participantes). 

Además, todos los grupos que han practicado ayuno muestran una alta tasa de adherencia y no se registraron eventos adversos graves. Esto refuerza la idea de que el ayuno intermitente es una estrategia nutricional segura y prometedora para el control del peso y la mejora de la salud general en personas con exceso de peso corporal, según resaltan los autores de la investigación. Los datos pueden resultar clave para optimizar futuras intervenciones nutricionales en esta población.