PAMPLONA. Según ha declarado Letamendi a EFE, con esta exposición, que estará abierta hasta el 30 de marzo, pretende "no perder la identidad", después de haber tratado anteriormente temas como "las migraciones o la multicultualidad, que están muy bien", pero que le han permitido darse cuenta de que "no deben hacer olvidar la propia cultura".

Letamendi ha realizado esta muestra tras haberse documentado con textos del antropólogo y sacerdote guipuzcoano José Miguel de Barandiarán, y con el bagaje adquirido por su propia "experiencia" como natural de Ordizia, en la zona de Goierri, donde las tradiciones relacionadas con la brujería "se transmiten de generación en generación".

Según ha remarcado, su objetivo ha sido "reivindicar el papel histórico de las brujas enfocándolo desde una perspectiva positiva", como el que desempeñó "la Mari, la reina de las brujas", que protagoniza una de las pinturas "más impresionantes y fuertes" de la muestra, y que se dedicaba a "ayudar a pastores y agricultores, diciéndoles cuándo iba a hacer buen tiempo...".

Letamendi ha asegurado que las brujas "hacían el bien" y que fue la religión católica la que las "demonizó y casi las aniquiló por sus intereses religiosos", condenando, por ejemplo, los akelarres, a los que Letamendi ha calificado "casi como los botellones de la época, ya que no eran otra cosa que la salida de los jóvenes fuera del pueblo para reunirse y divertirse".

Las pinturas que componen la muestra son, según Letamendi, "oscuras y fuertes y no dejan indiferente a nadie", al igual que las esculturas, que "atraen porque los materiales dan la impresión de ser sensibles o débiles, pero a la vez, gracias al hierro, también transmiten una sensación de fuerza, de solidez".

"En las esculturas las brujas son decadentes, están desintegrándose, porque es algo que se está perdiendo", ha explicado Letamendi, motivo por el que, aunque ha asegurado que hay gente "muy escéptica" con las brujas, quiere que a los espectadores les entre "el gusanillo por esa cultura".