pamplona. Mercado de futuros, el segundo largometraje de Mercedes Álvarez, ha empezado el circuito de los festivales con éxito. No en vano, la película, cuyo estreno se prevé para noviembre, ha sido galardonada en reconocidas citas internacionales como el Visions du réel de Nyon (Suiza), donde recibió el Premio Miradas Nuevas, y en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), en el que obtuvo una mención especial.
Sin duda, es un buen comienzo para el nuevo proyecto de la realizadora de El cielo gira, cinta multipremiada por todo el mundo. Y un buen modo de comprobar cómo llega al público esta historia absolutamente actual que prescinde del discurso sintético y demasiadas veces reduccionista del periodismo, para apostar por una narración netamente cinematográfica en torno a la destrucción del paisaje y a la transformación de las ciudades en espacios prácticamente clónicos, ocupados por las franquicias y las grandes firmas. Pero Mercado de futuros no pretende juzgar y distinguir entre víctimas y culpables, más que nada "porque en la situación que vivimos ahora hemos participado todos". La voluntad de Álvarez y de su trabajo es "reflexionar sobre algunos aspectos del mundo que hemos creado y sobre nuestro rol social en ellos", sin juzgar a nadie. "Hubo un momento en que todos pensamos que nos podíamos hacer ricos y en que mucha gente especuló con la vivienda, y eso tiene unas consecuencias en la transformación de los barrios y las ciudades", comenta.
el 'no-lugar' Precisamente, todo comenzó por el interés compartido de Álvarez y el guionista Arturo Redín por lo que estaba sucediendo con la especulación, pero durante la investigación "el tema se fue ensanchando" hacia otros aspectos, explica la realizadora. Ahí entraron en juego conceptos como el de Marc Augé, que habla de no-lugares como "aquéllos que nos podemos encontrar en cualquier parte del mundo". A medida que avanzaba en la investigación, el equipo fue centrándose en la idea de que las ciudades del mundo acaban pareciéndose, como si su destino fuera ése, ser copias de un mismo decorado en el que hay barrios dormitorio, centros comerciales, las mismas tiendas... "Todas con la misma distribución del espacio para dirigir la mirada del consumidor", apunta Álvarez, que subraya la importancia que ha tenido el proceso de investigación en la realización del filme. Un proceso en el que trabajó con Arturo Redín y con cinco alumnos del Máster en Documental de Creación de la Universidad Pompeu Fabra. En referencia a los estudiantes, Mercedes Álvarez califica su labor de "fundamental". "No se trataba sólo de hacer un proyecto para las salas de cine, sino de que todos pusiésemos en marcha una investigación cinematográfica", dice, e insiste en que los cinco alumnos han sido parte de la película al mismo nivel que el resto del equipo, compuesto por tres profesionales con las que la realizadora ya trabajó en El cielo gira.
Así, a partir de muchas lecturas sobre urbanismo, arquitectura o economía, entre otras, y asistiendo a los lugares para investigar "directamente con la cámara", se fue forjando esta historia que también se alimenta de otras nociones como el arte de la memoria, contenida en el título homónimo de William Yates. Esta idea se refiere al modo en que, hasta hace poco, los ciudadanos podían leer en el espacio de sus edificios, de los cascos históricos de sus ciudades, elementos y motivos que hacían referencia a un discurso colectivo, a la memoria del lugar. "Sin embargo, hoy no podemos leer los espacios, no sabemos qué nos dicen los edificios, los barrios o las ciudades", sobre todo porque hasta las partes viejas se han tematizado y "se han convertido en una especie de escaparate por donde pasean los turistas" y "ya no son guardianas de la memoria".
El rodaje de la película, que cuenta con ayudas del ICAA y del Gobierno de Navarra, se realizó durante diez semanas en 2009 y llevó al equipo por ferias inmobiliarias, sociedades de inversión, congresos de liderazgo, el rastro de los Encants y otros lugares de Barcelona, "a esa periferia en la que aún se percibe el paisaje", y también de Madrid. En muchas de esas citas "se venden sueños, ilusiones" y futuros marcados casi siempre por la homogeneización, y hay algunas que no han resultado agradables de rodar, sobre todo porque son mundos donde no suelen entrar las cámaras y el equipo ha tenido que "batallar para lograr las imágenes", pero forman parte esencial del aspecto del mundo actual sobre el que Mercado de futuros quiere reflexionar.
La película visitará una decena de festivales más en los próximos meses y luego llegará a las salas comerciales. "Todavía no hay copia en 35 mms, pero espero que se haga pronto y se pueda estrenar", termina Álvarez.