pamplona. Arozena fue la encargada de poner en orden cronológico el personaje y la novela, apuntando que Joanes Mailu "es un bastardo real al que veremos como se va convirtiendo de niño en hombre. Si la primera novela nos situaba en los límites de Navarra, debido a que tras la conquista de Pamplona por los españoles la corte se trasladó al Bearn, en Yo que fui rey de Navarra la acción se traslada a París, a la fastuosa corte de Carlos IX. Hasta allí viaja, acompañado por Joanes Mailu, el príncipe Enrique de Navarra para casarse con Margarita de Valois, hermana del rey católico francés. En esta novela, Aingeru presenta, a través de su afilada pluma, intrigas palaciegas, envenenamientos, luchas de poder, ambición, frivolidad, falta de humanidad y mucha, mucha, escena de cama y sexo. Pero, sobre todo, todo hay una gran cantidad de personajes históricos, con nombre y apellidos, que entran y salen de la novela pero que están perfectamente perfilados en una obra que es un encaje de bolillos preciso entre realidad y ficción".

Por su parte, Ángel Erro resaltó la comodidad con la que ha traducido el libro, una labor para la que ha contado en todo momento con el apoyo de autor hasta el punto definirla como autorizada. Además, resaltó que Joanes Mailu ya ha entrado en parte del imaginario popular de la literatura vasca, "basta como ejemplo apuntar que el otro día lo vi citado en Twitter propuesto como posible candidato para uno de los partidos por su aire medievalizante (risas)".

ficción histórica Por su parte, Aingeru Epaltza quiso destacar que, aunque se trata de la segunda parte de una trilogía, no es necesario leer Casta de bastardos para afrontar Yo que fui rey de Navarra. En cuanto al género del libro, la ficción histórica, Epaltza apuntó que "hay gente que la entiende como transportarse a un escenario lejano y exótico en el tiempo para recrear las típicas novelas de aventuras del siglo XIX. En este libro creo que hay algo de eso, pero quiere ser algo más que una recreación de una historia de aventuras. Lo típico sería que este libro tuviera una épica, pero, si la hay, se trata de una épica sucia, escéptica... Como no puede ser de otra forma en los tiempos en que vivimos". Ahondando en el tema, el autor matizó que "todas las ficciones históricas nacen de una fascinación por unos momentos y unos personajes históricos. Y si surge esa fascinación es porque actúan como espejos deformados de nosotros mismos, de nuestros tiempos, que nos ayudan de alguna forma a entender el presente". Y, por supuesto, Aingeru Epaltza dejó claro cuál es ese momento que le fascinó hasta el punto que se lanzó a la aventura de escribir esta trilogía. "Fue ese siglo (el XVI) en el que Navarra continuó siendo independiente en lo que hoy es la Baja Navarra y el Bearn... Es esa historia que nadie nos contó y que, de alguna forma, siguen sin contarnos, ya que, por ejemplo, a mí me parece una forma muy española de ver las cosas eso de que Navarra pierde su independencia en 1512. Y dentro de este siglo, me fascinó también la corte de los reyes Valois, en Francia... Yo la comparo con la corte de madrileña de los Austrias, muy masculina, donde solo se veía el negro y todo era; mientras que la de París era mucho más femenina, lo que la hacía mucho más interesante... Era la corte de los excesos, de las intrigas y de las formas más bestiales y sutiles de hacer política". Epaltza resaltó que su libro parte también de la fascinación por un personaje histórico, Enrique de Navarra. "Un rey absolutamente desconocido para los navarros. Yo recuerdo que de él solo estudiamos dos líneas, las que hacían referencia a cómo se convirtió al catolicismo con aquello de 'París bien vale una misa'. Es curioso que, siendo tan desconocido para los navarros, para los franceses es, junto con Napoleón o De Gaulle, uno de los grandes personajes nacionales; de hecho cuenta con más de 100 biografías, aunque ninguna en castellano o en euskera. Pero, al margen de que fuera rey de Navarra, a mí lo que me interesó fue su forma de entender el poder y la política, que son muy actuales". Y frente a este personaje histórico, Aingeru Epaltza confronta su propio personaje, Joanes Mailu, "que en este segundo volumen sigue escribiendo sus memorias. Por un lado está Enrique, que es el cínico, el intrigante, el posibilista, el ventajista y el que no tiene reparo en abandonar a sus amigos si no le sirven. Y por otro, Joanes, el personaje de ficción, que es el leal al reino, el de la fe inquebrantable, el de la verdad por delante, el militante y el fanático".