Reyes de la catedral concierto de la CAPILLA DE MUSICA DE LA CATEDRAL DE PAMPLONA y del CONJUNTO DE CHIRIMíAS ARRÓSPIDE
Organista titular: Julián Ayesa. Dirección: Fernando Sesma (Coro de infanticos. Conjunto instrumental). Maestro de capilla: Aurelio Sagaseta. Fecha: 6 de enero de 2012. Fiesta de la Epifanía. Don Francisco Pérez, arzobispo, titular de la Cátedra. En el pontificado de Benedicto XVI.
EN estos tiempos en los que son los teatros y salas de conciertos los sacrosantos lugares de Bach o Haendel; se nos olvida, a menudo, el contexto de la música sacra. Por eso conviene acercarse a la catedral en determinadas solemnidades. La del día de Reyes es especialmente solemne por lo que tiene de tradiciones propias, tanto en ritos como en músicas. Aún desde un punto de vista estético y musical -aunque, mejor, también religioso-, el majestuoso lugar, la luz, la propia liturgia y la música, -todo en su conjunto-, no les defraudará.
Es una destilación de algunas tradiciones muy concretas que recorren hermosos lugares catedralicios; cada uno con su rito. Cada rito con su música. Antes de misa, se veneran las reliquias de los santos patronos en el rincón de la Adoración de los Reyes del claustro. En dos filas, guardando un aterciopelado paralelismo con los relicarios de plata y la ordenada postración de los Magos ante la Virgen y el Niño en piedra gótica, se coloca la Capilla de música de la Catedral. En el sobreclaustro de la esquina contraria, el conjunto de chirimías y percusión. En el aire un bandeo de campanas de día de fiesta. Las chirimías rompen el silencio claustral con una solemne marcha que acompaña a la entrada en el recinto de los celebrantes. El colorido de su música es de extraordinaria viveza, a tono con las vidrieras en una mañana rítmica y alta. En las voces de la Capilla de música va a cobrar especial protagonismo J. S. Bach -nunca debe faltar-.
Ya en la celebración de la misa manda, como es natural, la liturgia. Pero en ella hay cabida para la tradición musical de la propia catedral y su enorme carga emotiva. En el ofertorio se interpreta la marcha de los Reyes Magos de Dubois, con su ostinato agudo que representa la estrella. Don Pío Iraizoz, (q.e.p.d.), el anterior e insigne organista titular, solucionaba el trance fijando la tecla con una moneda. La propia partitura señala que puede hacerse, bien con una tercera mano, o con un peso encima de la tecla. Hoy, Julián Ayesa, el actual organista, lo ha solucionado pillándola con un papel doblado; pero algún año atrás, he tenido el honor de pulsar esa tecla a las órdenes del organista.
Hay solemnidad y empaque especiales cuando al gran órgano de tubos, se añade una orquesta. Este año, Don Fernando Sesma -profesor y excelente clarinetista- ha compartido atril con el Kapellmeister. Para la acústica de la catedral, van mejor las obras lentas que las muy rítmicas. Y quedan enormemente polifónicas incluso las de siempre, las que canta el pueblo. Todo girando en torno al Maestro de Capilla.
Don Aurelio Sagaseta -cincuenta años al frente- ha sabido consolidar un servicio musical a la altura de la Seo a la que representa. Ligado, también, durante mucho tiempo, al conservatorio, ha atraído en torno a su capilla, al ambiente musical de la ciudad. Los primeros solos de muchos cantantes o instrumentistas, fuera de las aulas, han sido en las enormes y, sin embargo acogedoras, naves catedralicias. Y diversas voces corales han querido sumarse, también, al especial locus musical de la catedral. Siempre condicionado por las celebraciones, ha encontrado, sin embargo, un original repertorio para cada una de ellas. Por cierto, muy contrastadas: desde el regocijo de San Fermín, hasta el vuelo místico de la noche del Viernes Santo. Ha cumplido con el deber de estrenar a algunos de sus predecesores y, también con la obligación -como antaño- de componer obras nuevas (su Alleluya se ha interpretado con frecuencia). Comparte sus voces con la práctica totalidad de las catedrales españolas -y muchas europeas-. Cuida el repertorio vasco -su lengua materna. Y, hoy, contra todo pronóstico -y con el recuerdo a Don Heradio- canta la proclamación de las fiestas del año -otra tradición catedralicia- con un empaque y timbre que las hará inamovibles. Felicidades Maestro.
Pero los verdaderos reyes de la catedral son los Infanticos. Don Hilarión Eslava o García Leoz son sólo una muestra de la amplia nómina de músicos que han pasado por esa institución. Ojalá pueda consolidarse y volver al esplendor que tuvo. Los que hemos pertenecido a alguna escolanía, sabemos del impagable tesoro de su educación musical.