La Plaza del Castillo vivió el pasado 8 de julio una noche inolvidable de la mano de Rozalén, una de las voces más influyentes de la canción de autor en España. Dentro del programa cultural de San Fermín 2025, la artista ofreció un concierto conmovedor con un repertorio que transitó entre lo festivo y lo íntimo, y que fusionó géneros folclóricos con sonidos contemporáneos, sin dejar de lado un profundo mensaje social y político, que logró calar incluso en un ambiente marcadamente festivo.

Expectación y compromiso social desde el inicio

Desde media hora antes del inicio, la expectación era palpable. A pesar del frío, la Plaza del Castillo comenzó a llenarse rápidamente hasta sumar 20.000 asistentes de todas las edades. El colectivo Yala Nafarroa, encargado este año de lanzar el Chupinazo, dio comienzo al acto con un llamamiento a detener el genocidio en Palestina. El público respondió coreando Palestina askatu, marcando así el tono reivindicativo que marcó el resto del concierto.

Instantes después, Rozalén apareció sobre el escenario acompañada de su banda habitual y de la traductora de lengua de signos Beatriz Romero, cuya expresiva interpretación, combinada con la danza, convierte cada actuación en una experiencia inclusiva para personas con discapacidad auditiva.

Un repertorio íntimo y poderoso

El concierto comenzó con los temas Lo tengo claro, Sácame la pena y Será mejor, en un arranque sereno e intimista. Rozalén se mantuvo próxima al micrófono, sin apenas moverse, pero la fuerza vocal y riqueza tonal de su voz bastaron para llenar todos los rincones de la plaza. Le siguió Y busqué, tras la cual la cantante compartió su emoción: “Es normal que esté nerviosa, emocionada... os tengo mucho respeto”. Uno de los momentos más tiernos llegó con La cara amable del mundo, dedicada a los niños presentes. Rozalén aprovechó para expresar su preocupación por el cambio climático e invitó a reflexionar sobre el legado que se está dejando a las nuevas generaciones.

Memoria histórica y denuncia social

El concierto también tuvo espacio para la memoria histórica. Rozalén, que participó esa misma mañana en el acto de homenaje a Germán Rodríguez, invitó al escenario a dos personas que rememoraron los brutales asesinatos de Rodríguez y Joseba Barandiaran a manos de la policía durante los Sanfermines de 1978. Se denunció “la impunidad policial que persiste 47 años después”, al grito de Herriak ez du barkatuko.

Emoción colectiva con 'Todo lo que amaste'

Uno de los momentos más conmovedores fue la interpretación de Todo lo que amaste, dedicada a las víctimas de la DANA y escrita tras la muerte de su padre. La plaza entera coreó: “Si supieras cuánto se te echa de menos” en un instante de íntima conexión colectiva. Rozalén amplificó ese instante cantando en euskera la emblemática Xalbadorren Heriotzean, que el público coreó con emoción.

De la emoción a la fiesta: funk, rumba y electrónica

A partir de ahí, el concierto dio un giro hacia lo festivo. Con una puesta en escena más colorida y visual, Rozalén y su banda desataron la alegría con temas como Te quiero porque te quiero, donde sorprendió tocando la bandurria, entre fandangos y castañuelas. Sonaron también una jota dedicada a Albacete, su ciudad natal, y un repertorio que exploró géneros como el funk, la rumba e incluso la electrónica.

Antes de interpretar la icónica Girasoles, Rozalén agradeció a todo el equipo técnico, incluyendo limpieza y catering. La pantalla se iluminó con girasoles gigantes y una voz en off rindió homenaje al expresidente uruguayo Pepe Mujica, recientemente fallecido.

Despedida entre lágrimas y 'La Puerta Violeta'

Rozalén se despidió entre aplausos, pero el público pidió más. Volvió al escenario con un pañuelo palestino que enroscó en el micrófono y dijo, conmovida: “¿Cómo no se os va a querer? ¿Cómo no va a querer venir todo el planeta aquí?. Entonces bajó del escenario y cantó entre el público La Puerta Violeta, una emotiva canción que denuncia la violencia de género.

Rozalén acabó en lágrimas: “Yo no he nacido aquí, pero me siento querida”, y dedicó la última canción a las cuadrillas, a esos amigos que nos acompañan durante toda la vida: “aunque pase el tiempo, cuando estamos juntos lo importante sigue igual”, coreó el público al unísono.