"Si las agrupaciones corales fueran negocio, todos los bancos tendrían una" acostumbraba a decir, y bien consciente de la realidad, cuando se planteaban los problemas económicos de su Agrupación Coral de Elizondo para emprender un viaje, renovar un vestuario o cualquier otra cuestión de intendencia. A Juan (Juanito) Eraso Olaetxea este tipo de cosas le traían al fresco, como en un esperanzado Dios proveerá llamativo en un hombre como él, creyente pero tan escéptico con la religión como unido a la parroquia y a sacerdotes y frailes, y aún más si sentían inclinación por la música.

Hijo de Bernardino y de Cándida, una encantadora mujer de carácter, ingeniosa e inolvidable, Juan Eraso nació en Areso (Leitzaran), circunstancia que nunca olvidaría aunque todavía de meses se trasladó con su familia a Elizondo y a Baztan, donde con Aldudes, el pueblo natal la mujer de su vida Catherine Hiriart, y Anglet junto a Baiona acabaría residiendo, transcurriría su vida y firmaría su obra extraordinaria. La música, y la gente que les conoce en Elizondo y Baztan, sabe que es un valor y un sentimiento consustanciales al apellido Eraso, desde su hermana Paquita que cercana también al centenario ha seguido fiel al teclado del órgano de la parroquia de San Lorenzo de Ziga, hasta Pablo (+) miembro del coro elizondarra triunfador, Agustín su sobrino txistulari notable y profesor de música, o su bisnieta Jeannie, directora en la Escuela Municipal de Música en Baztan.

el cantor Para Juanito, como si un chiquillo fuera le conocían y recuerdan sus coralistas, y explican sus reseñas biográficas, fue con el organista don Juan Berekoetxea, hermano de Mauricio el párroco local e impulsor de la actual iglesia ("delirios de grandeza", decía Eraso cuando echaba de menos la parroquia original de la plaza), empieza a desarrollar su sublime talento musical. Fue un relevante tenor solista, galardonado entre otros con el primer premio (¡mil pesetas!) en el Concurso de Canto de Bilbao que se celebró en el Teatro Buenos Aires en 1940, donde su actuación fue "sencillamente admirable, logrando las más estruendosas ovaciones del público que llenaba por completo la sala".

Luego marcharía a Madrid a intentar seguir carrera, y allí conviviría con sus amigos el sacerdote Manuel Elvira, creador y director de la Coral San José de Pamplona, y con el pintor vizcaíno Ismael Fidalgo que hizo la mili en Elizondo. Trabaja con los célebres Ataulfo Argenta, compositor y director, el guitarrista Regino Sáinz de la Maza, y algunas de las voces más relevantes en una época, la postguerra, difícil para todo, con muchas fronteras y mentes cerradas, aunque llegarán a actuar en Lisboa, país adepto al régimen, pero no pudo soportar nunca arribistas y amiguismos y decide volver a casa.

el director Sin embargo, su veneración por la música y el canto permanecen intactas frente a las miserias humanas, y en 1942 comienza a gestar su gran obra coral. De una cuadrilla de jóvenes "de pueblo" (Elizondo no llega a los 1.500 habitantes) escoge a los más fieles y capacitados y se muestra exigente y duro, tiránico en ocasiones (sus coralistas lo recuerdan tanto como llegaron a quererle) para obtener de ellos lo mejor de sí mismos bajo una máxima que no olvidarán nunca: "No basta con cantar, hay que encantar".

En diez años, se empeña en acudir al Eisteddfod Internacional de Llangollen (Gales), casi un campeonato mundial oficioso y año tras año un acontecimiento de primer nivel. "El año que viene, ganaremos" asegura a sus incrédulos miembros del coro, y cumplirá su palabra: dos primeros premios, un logro inédito y lanzamiento por toda Europa, Alemania, Austria, Francia e Italia. En Roma, el coro participa para ganar en el Festivale Internazionale di Polifonía Vocale Clássica, y es cuando Domenico Bartolucci, director de la Capilla Musical Sixtina, felicita a Juan Eraso con una frase de antología que queda para los anales de la Agrupación Coral de Elizondo: "Ahora ya puedo morir, nunca hubiera soñado con escuchar cantar así".

el hombre En 1983, cuando Carlos Ciaurriz, a la sazón alcalde jurado le reconoce Hijo Predilecto, le pregunté cómo le gustaría ser recordado: "Me gustaría que me recordaran como un chico de Elizondo" y su respuesta permanece en mi memoria, igual que su "el que sepa que enseñe, el que quiera aprender que aprenda y el que pueda pagar, que pague", que llorando desconsolado recordó su alumno, el cantor Joxan Matxain (+) en el entierro del maestro. "Nunca aceptó cobrarme ni un duro", sollozaba.

Hay tanto que contar del maestro Juan Eraso Olaetxea, su amistad con el Padre Donostia, su obsesión (no temor) por el hecho de la muerte y sus largas conversaciones (no confesiones) sobre el tema con el párroco de Elizondo don Miguel Alberro (+) y otros sacerdotes. Su genio temperamental, su último estar de vuelta de todo alejado del ruido y el bullicio tan ajenos a su vocación de un chico de Elizondo, y que ha sido lo más grande que pudimos disfrutar.