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Un mundo en sus manos

Gus Marionetas abrirá mañana la temporada del Gayarre con un montaje que exhibe el marchamo de calidad ganado en 25 años de carrera.

Un mundo en sus manos

Un director de orquesta, una diva, un coro y unos músicos que tocan el violín, el saxo, el piano, el contrabajo, la flauta... ¡Y hasta una máquina de escribir! Son los protagonistas de La inauguración, el espectáculo de la compañía navarra Gus Marionetas que ejercerá de anfitrión en el inicio de la programación que el Gayarre ofrecerá hasta el próximo mes de enero. Los pases de esta pieza de títeres de mano, música clásica y humor tendrán lugar mañana a las 18.00 y a las 19.00 horas ante la fachada del teatro.

La inauguración es el último espectáculo de Susana Pellicer Lezaun y Fernando Arregui Pérez, los espíritus creativos de este proyecto fundado en 1989. Estrenada en 2011, la obra ha recorrido escenarios de todo tipo, como el del Festival de Katowice, en Polonia, o el de la Quincena Musical de San Sebastián. Y no es infantil. Más bien se trata de un vehículo de divulgación de la música clásica “dirigido a los niños de forma especial y al público en general”. Los dos tienen claro que trabajan para un rango amplio de espectadores, de manera que en el patio de butacas se produzca una rica mezcla de edades, gustos y condiciones. “De hecho, tradicionalmente el títere no estaba vinculado a los niños, sino que se hacía para adultos”, apunta Arregui, que recuerda cómo Lorca “ya lo usaba como elemento de difusión cultural”. En la misma línea, La inauguración pretende acercar la música clásica de un modo amable y divertido, lo que no ha sido sencillo en absoluto, ya que es la primera vez que Gus Marionetas experimenta con el títere de guante, con personajes tan cuidados como el director, los distintos instrumentistas, la soprano Margaretta o Anderson, que parece llegado de un cuadro de Modigliani. Sin olvidar la selección musical. “Llegamos a escuchar más de 120 piezas para elegir las que mejor encajaban en el montaje por su ritmo y duración”, y, de paso, para ofrecer una versión diferente de algunos títulos conocidos y de otros menos oídos, “pero muy agradables”. Y también “habrá sorpresas en la segunda parte”, anuncia Arregui, que en esta ocasión manipula en solitario con la dirección de Pellicer, encantada de regresar al Gayarre con esta propuesta que supone otra vuelta de tuerca en la trayectoria de una compañía aficionada a los retos.

Guarden una sola cola...

De gira en gira

Susana Pellicer y Fernando Arregui crearon Gus Marionetas en 1989 después de un breve paso por el colectivo multidisciplinar Guarden una sola cola, muchas gracias, creado un año antes. Las frecuentes visitas al Festival de Marionetas de Tolosa, algunos cursos de formación, pero, sobre todo, mucha investigación y trabajo colocaron a la pareja en la compleja y atractiva senda del títere y desde entonces no han parado. Primero vinieron títulos como El hombre más grande del mundo, La calle es mentira y El día no restituido, pero el paso definitivo llegó con La princesa de fresa. La estrenaron en 1995 en Fetén “y en 1996 decidimos dedicarnos profesionalmente a esto”, cuenta Pellicer. Fue todo un éxito y el comienzo de una carrera en la que han probado con el bunraku, la animación de objetos, las figuras de hilo, de varilla, de mesa, etcétera, y en la que han cosechado elogios y premios con El traje nuevo del emperador -con una puesta en escena que aun se recuerda-, Cenicienta o La bibliotecaria en apuros. “Comenzamos cada montaje desde cero”, lo que implica tener una idea, definir los personajes, modelarlos, escoger la técnica, crear la escenografía, la iluminación. De ahí que sus estrenos se espacien tres o cuatro años. “Puede que seamos lentos, pero cada espectáculo pide sus tiempos y siempre es costoso ver cómo dotamos de vida a las figuras para que expresen lo que tienen que expresar”. Y Pellicer añade que trabajan mucho la imagen de cada títere. “Suelen decirnos que nuestros personajes se acercan a la estética de la ilustración”, agrega. No en vano, Susana Pellicer desarrolla un proyecto pictórico paralelo que puede verse en la página www.tentarte.es.

El método de trabajo de la compañía tiene mucho que ver con el de un laboratorio. “Modelamos distintas figuras y las ponemos en común para elegir cuál se ajusta mejor a la historia y lo mismo hacemos con las distintas escenas: empezamos improvisando y poco a poco nos quedamos con lo que mejor se adapta a nuestra idea inicial”. Además, los dos se ocupan de la producción, la distribución y la comunicación de sus trabajos, a lo que hay que sumar los talleres y la campañas escolares en las que participan puntualmente, por lo que Gus Marionetas les exige una dedicación casi total. Pero compensa. “Ver que después de estos 25 años hemos podido trabajar en lo que queríamos, que seguimos apostando por la faceta creativa del proyecto y encima nos programan en muchos sitios y el público nos valora es tremendamente satisfactorio”, afirma Pellicer, que destaca el aprendizaje que les ha proporcionado la cantidad de lugares y escenarios que han visitado. “De cada uno te llevas algo dentro de ti, moverse y conectar con gente diferente te aporta una gran riqueza”, continúa. Y aunque reconoce que la crisis les ha afectado como a todo el mundo, sobre todo en número de funciones, “lo importante es mantener la ilusión de crear”. “A mí es que se me van las manos”, ríe. Será que sabe que ambos forman parte por derecho de un universo en el que la magia se alía con el arte para crear mundos posibles.

‘La inauguración’. Mañana a las 18.00 y a las 19.00 ante la fachada del Teatro Gayarre de Pamplona. Cada función dura 40 minutos.

‘El sueño de Cleta’. El 25 de octubre, a las 18.00 horas, en la sala de conferencias del Planetario, un espacio al que la compañía se siente especialmente unida.

De la pintura al teatro. La compañía trabaja ya en su nuevo proyecto, aunque todavía no tiene fecha de estreno. Girará en torno a la idea de unos personajes de un cuadro que se materializan y toman vida y se expresan como títeres.

Técnicos. Pellicer y Arregui subrayan que estos 25 años no hubieran sido posibles sin la estrecha colaboración con técnicos como Santiago Visanzay, Miriam Zaragüeta y Óscar Chocarro.