pamplona - El polémico y excesivo escritor Luciano Maestre aparece muerto en la madrugada del 6 de julio en la suite que ocupaba Hemingway en el hotel La Perla de Pamplona. El comisario Uriza, que justamente ese día comenzaba sus vacaciones, se verá obligado a afrontar una investigación que se irá complicando a la vez que intenta disfrutar de algo de la fiesta junto a su mujer y a su cuadrilla. Este es el punto de partida de Morir en San Fermín, novela gráfica de José Carlos Sánchez que adapta la novela negra Un extraño lugar para morir, que Alejandro Pedregosa publicó en 2010.
Editada por Traspiés, esta versión en viñetas llega unos días antes de los Sanfermines, eje central de esta historia inventada por Pedregosa, granadino vecino de Sarriguren, quien en su día ya dejó claro que, pese a enmarcarse en el género policíaco, el relato era ante todo un homenaje a Pamplona y a su gente. Como cuenta en el prólogo del cómic que ahora llega a las librerías, “aquella novela tenía sus investigadores, sus muertos y sus asesinos; tenía también (de manera latente) todo el cariño y la generosidad que a lo largo de los años yo había recibido de muchos amigos pamploneses”. Quizá por eso, “porque su origen estaba en la amistad”, la novela llegó a más de 4.000 lectores, cuenta el escritor, que un par de años más tarde de publicar este libro se encontró con José Carlos Sánchez en Granada, la ciudad natal de ambos. “Había leído Un extraño lugar para morir, le había gustado y me pidió permiso para hacer una novela gráfica basada en mi historia”, añade Pedregosa, que desde entonces ha asistido a la evolución del proyecto de Sánchez. “Cuatro años en los que mi asombro y mi agradecimiento crecían junto a sus fabulosos dibujos y su manera de quebrar, subvertir y mejorar la historia original”.
Por supuesto, para que el dibujante se empapara aun más de la trama, Pedregosa ejerció de anfitrión y le dio a conocer Pamplona, sobre todo sus bares y a sus gentes, intentando corresponder, en la medida de lo posible, “al generoso regalo que José Carlos me hacía poniéndole rostro al comisario Uriza, a la inspectora Bea, al muy pamplonés y forense Goñi o al poeta más bobo del mundo, Carmelo Bello”.
“un placer traicionero” Para Sánchez, adaptar y dibujar esta novela ha sido “un placer traicionero”. “He disfrutado dando forma y vida a los personajes y profundizando sobre costumbres y rincones de una ciudad tan acogedora como Pamplona, pero la complejidad del trabajo me ha obligado a parar durante largos períodos”. Respetando al máximo el original, ha intentado “potenciarlo” con “una versión particular de los personajes”. Asimismo, la narración “se encuentra sumida en la atmósfera de los Sanfermines tanto en la línea temporal como e espacial, y esto proporciona un contexto único que lleva a los protagonistas por caminos insospechados”, termina.