Concierto de Alba Molina

Fecha: viernes, 26 de agosto. Lugar: salón Princesa del hotel Tres Reyes, Iruñea. Intérpretes: Alba Molina, a la voz, acompañada por Joselito Acedo, a la guitarra española. Incidencias: 3ª cita del Ciclo Nocturno del III Flamenco On Fire, presentación del disco Alba canta a Lole y Manuel. Lleno. Hora y 15 de duración, bises aparte.

Depositaria de las mejores esencias de los Molina y los Montoya, Alba Molina, quien saltara a principios de siglo a la palestra como una de las integrantes de Las Niñas, exaltó la figura de sus padres, los inmortales Lole y Manuel, por medio del presente concierto, sentido y sincero tributo a su cancionero y su memoria: cariñoso, doloroso y catártico ejercicio -a un tiempo- de recuerdo a los citados. Y todo ello en un marco, el ya referencial para estos menesteres salón del Tres Reyes, que avivó el desarrollo de la actuación dentro de un ambiente propio de las grandes ocasiones. Reverencial -ciertamente-, totalmente alejado de bullangas propias de un tablado.

Con parte del público tocando palmas que denotaban impaciencia a la vista de cierto retraso, media hora, sobre el horario previsto, el concierto empezó con cierta polémica, acrecentada y transformada en ligeros abucheos tras la salida al escenario del presentador, Paco Suárez, a quien le tocó lidiar con la más fea: comunicar al público las razones del retraso? e intentar prolongar unos minutos más la demora, no consiguiéndolo a la vista de la desaprobación mostrada por parte de algunos de los presentes, manifestada en un conato de griterío que afortunadamente no fue a más.

Ya metidos en harina, los ánimos se serenaron ipso facto a una con la no más demorada comparecencia de Alba y Joselito, logrando este con su guitarra amansar el nerviosismo de inmediato. Restablecer la calma chicha, transformando la amenaza de nubarrones en cielo azul desde que sonaron los primeros acordes de Dime, composición seguida por todos bajo un respetuoso ambiente de recogimiento y reconocimiento general.

Y así, de esta guisa transcurrió la noche, sin que nada ni nadie acaparara protagonismo más allá que Alba Molina, su guitarrista y sus interpretaciones: una cantante, Alba, a la que, derrochando en todo momento humildad, cercanía y respeto, vimos presa de cierto miedo escénico a la hora de abrir en directo su joyero: de mostrar el repertorio de Lole y Manuel, representado dicha noche por diamantes de tantos quilates como Romero verde, Todo es de color, La Lola, Nuevo día (dedicada especialmente a los homenajeados) o Tu mirá, uno de los más saludados dentro de un escaparate en el que todos brillaron con luz propia. Pero, además de para composiciones como estas, también hubo lugar para otras como Para mí, tema compuesto por Manuel Molina expresamente para ella que representó el momento más intimista de la velada; Romance de la pena negra, basada en un poema de García Lorca y grabado junto con su padre en el disco La calle del beso, o Un cuento para mi niño, punto final del concierto con permiso de los bises, solicitados con insistencia.

Heredera de los genes artísticos de Lole Montoya y Manuel Molina así como de su mayor tesoro, su cancionero, Alba Molina se hizo sin problemas con el fervor y los favores del público de Iruñea, satisfaciéndolo plenamente y brindando una noche más a sus padres su mejor toro: la seguridad de que su legado quedó en buenas manos. La tranquilidad de que allí donde se encuentren, pueden dormir tranquilos: siguen y seguirán sonando sus canciones.