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“No quiero que sea una crónica de los años 90, es mi filme más artificial”

El director Alberto Rodríguez compite en la Sección Oficial del festival con la película ‘El hombre de las mil caras’

“No quiero que sea una crónica de los años 90, es mi filme más artificial”

donostia - “Creo que la sociedad es lo suficientemente madura como para hablar de su historia reciente”, señaló ayer el director Alberto Rodríguez en la presentación de su nueva película, El hombre de las mil caras, que compite por la Concha de Oro en el Zinemaldia. El filme, basado en hechos reales pero con mucha ficción -“no podíamos conocer lo que realmente ocurrió”- cuenta la historia de Francisco Paesa, el hombre que engañó a todo un país y que fue agente secreto, hombre de negocios, estafador, traficante de armas y gigoló, entre otras cosas. En 1995, fue contratado por el exdirector general de la Guardia Civil, Luis Roldán, y su mujer para ocultar 1.500 millones de pesetas sustraídos de las arcas públicas. Con la ayuda de Jesús Camoes, su inseparable socio, organizará una brillante operación donde la verdad y la mentira tienen límites difusos.

Según afirmó el director, “es una película con tono irónico para pasar un buen rato y al final, hacerse preguntas”. “No pretendía hacer una crónica de lo ocurrido en los años 90 en España, en parte porque creo que es mi película más artificial”, señaló el cineasta, quien agregó que es una historia “que podría salir perfectamente en el telediario de la noche”. Confesó que en 2012, cuando comenzó con el filme, se tenía que parar a estudiar palabras como off shore, “pero estos años todos hemos hecho un máster en economía sumergida”, lamentó.

En opinión de Rodríguez, es una película sobre un personaje “fascinante” con el que no comparte moral, pero no lo ha querido poner como héroe o villano. Eduard Fernández, que encarna a Paesa, aseguró que no es “un corrupto más”, sino alguien “muy grande que hacía cosas a lo bestia”. “No hay gente así”, sostiene. Desde el punto de vista actoral, le fue difícil conocer al personaje: “Al ser alguien que siempre está a la sombra, no había datos personales”. Con todo, a base de mucho leer, llegó a la idea de que tenía complejo por su clase social y se agarró a ello.

Carlos Santos interpreta a Roldán, un personaje que le costó, en primer lugar, por su diferencia de edad: Santos tenía 37 cuando rodó la película y Roldán tenía 50 en 1995. “Aun así, me supuso poco esfuerzo entender lo que le sucedía, ya que pasó de tenerlo todo a estar encerrado”, señaló el intérprete, quien afirmó que su personaje termina “en la más absoluta miseria”.

El tercero en discordia es José Coronado, en el papel de Jesús Camoes, quien tenía un personaje dual. “Por un lado, el personaje siempre está en plano, pero tiene poco que decir”, aseguró. Por el otro, es el narrador, la voz en off, y con ese texto demuestra que es el personaje más humano de todos. “Tenía que conectar con el público y apelar a su inteligencia, por lo que no podía sonar a narrador de documental”, señaló el intérprete, quien considera que lo ha conseguido gracias al director. “Alberto nos enamoró: es de esos que te torturan pero que después agradeces que lo haya hecho”.

Aunque es “una película de hombres”, aparecen tres mujeres que, según la actriz Alba Galocha, que interpreta a la sobrina de Paesa, aportan “la inteligencia y el raciocinio”. “Hay tres mujeres muy distintas entre sí, que de alguna manera también entran en el juego, ya que la corrupción no es un mundo de hombres”, señaló la donostiarra Marta Etura, que interpreta a la mujer de Roldán. “Mi personaje, por ejemplo, es la que puede tomar decisiones y sostener a su marido; el papel de las mujeres es muy importante, aunque sean secundarias en la historia”, sostuvo.