Hay jornadas que quedan marcadas a fuego en la memoria de las personas y de las instituciones. Como Secretario del Patronato de la Fundación Museo Jorge Oteiza, en nombre de su Presidente Rafael Moneo, y de todos sus patronos (Jaione Apalategi, Ana Herrera, José Ángel Irigaray, Xabier Morrás, Fernando Pérez Goméz, Fernando Redón, María Sáenz Guerra, Juan Antonio Urbeltz y Begoña Urrutia), comparto con todos sus miembros la sensación agridulce que nos dejó la jornada del 26 de septiembre, día en el que la Fundación inauguraba un proyecto ambicioso como es la exposición antológica que se exhibe en un edificio tan significativo como la Pedrera de Barcelona y en el que, a la vez, tuvimos conocimiento de la triste noticia del fallecimiento de Pedro Manterola.

La Fundación Museo Jorge Oteiza es una realidad en esta segunda década del siglo XXI gracias a la suma de voluntades y de esfuerzos que permitieron que el legado de Jorge Oteiza brillase para la posteridad en el contenedor más evocador de la filosofía profunda y atávica del artista.

Pedro Manterola sustancia la evolución de la breve, pero intensa vida que ha tenido el Museo Oteiza. Desde los años ochenta, desde su posición como asesor del Gobierno de Navarra y gran amigo del artista, Pedro Manterola realizó una labor callada, silente, pero contundente en lo que entonces no era más que una aspiración: convertir a Navarra en el receptor de un proyecto con vocación de universalidad.

Años más tarde, ya desde la Cátedra de la Universidad Pública, Pedro Manterola hizo germinar un corpus de ediciones que vislumbraban la importancia intelectual que podía tener el desarrollar, desde el ámbito universitario el pensamiento y la visión didáctica de la obra de Oteiza. Todo parecía abocarle a ser director de la Fundación Museo y es, probablemente, en los años en los que desarrolla esta tarea en los que el más feliz se sintió porque hacía realidad y daba un horizonte práctico a tantas ideas, aspiraciones y deseos largamente gestados fruto de su gran experiencia y de un bagaje intelectual atesorado con los años.

Tuvimos la suerte de contar con su trabajo y su magisterio. Gracias a él, el Museo adquirió semblanza, tono, discurso y solidez. El broche de oro nos lo ofreció Pedro Manterola en su breve, pero también significativa etapa como presidente del Patronato de la Fundación Museo Jorge Oteiza. Suponía, sin duda, el final de una carrera profesional a la par que el colofón de una primera etapa en el Museo, en la cual se habían puesto los pilares sólidos que permitieron abrir el Museo a un futuro por el cual caminar con la seguridad de que todas las funciones se desarrollan en paralelo, como en una partitura en la que cada compás alcanza su sentido, porque forma parte de una sinfonía global.

Pedro Manterola abandonó la dirección del Patronato en un gesto generoso, porque consideraba que era el momento de dejar paso a otras figuras, viendo volar ese proyecto al que tan estrechamente estaba ligado y del que, sin duda, nunca dejará de formar parte.

La exposición que inauguramos en Barcelona es una realidad más del prestigio logrado por este Museo que tiene como objetivo llevar el nombre de Jorge Oteiza por todo el mundo pero, especialmente, hacer que la obra de Jorge Oteiza cale y eche raíces profundas en el alma de cuantos se acercan a ella.

Gracias a su trabajo entusiasta, firme y rotundo, la Fundación camina en la estela de quienes la han precedido y ahora Pedro Manterola está junto a Jorge Oteiza en la memoria y en la presencia, porque el Museo es ya un reflejo de quienes supieron que en el riesgo de apostar por un proyecto difícil, vanguardista, estaba la clave de la posteridad.

Vaya nuestro recuerdo, el de todo el Patronato y el mío como secretario del mismo y nuestro eterno agradecimiento a Pedro Manterola.

Jaione Apalategi, Ana Herrera, José Ángel Irigaray, Xabier Morrás, Fernando Pérez Goméz, Fernando Redón, María Sáenz Guerra, Juan Antonio Urbeltz y Begoña Urrutia (Patronato de Fundación Museo Jorge Oteiza Fundazio Museoa)