“Esta es una historia de sacrificio, de valor y de impunidad”
pamplona - A Jorge Galán le duele su país, aunque todos los días sueñe con el día en que regresará. Allí se le ha hecho mucho daño, pero también ha sido muy difícil. A veces es difícil reconciliar esas dos vivencias, pero se le nota contento cuando recuerda cómo muchos de sus compatriotas le expresaron su alegría cuando recientemente ganó el Premio RAE 2016 por Noviembre. El jurado destaco que se trata de “una novela y una construcción literaria llena de verdad histórica y humana”. También valoró la “escritura eficaz y poética” de este libro, cuyo autor ha sido galardonado con anterioridad por varias de sus obras poéticas -El círculo (2014), El estanque colmado (2011), Breve historia del alba (2007)- y narrativas, entre las que figuran cuentos infantiles y la novela La habitación al fondo de la casa (2013).
Noviembre se ha vendido bien en El Salvador.
-Eso parece y me alegra mucho. Era una historia que merecía la pena contar, que reúne a Rutilio, a Monseñor y a los jesuitas. Es una historia de sacrificio y de valor, porque había que tener mucho valor para hacer lo que se hizo en esa época, y también de impunidad. Y mi libro cuenta esa historia, la de gente común que se vio inmiscuida en la guerra. Esa historia se estaba perdiendo, tal vez la de Monseñor Romero no tanto, pero la de Rutilio y la de los jesuitas sí, y a mí me parecía importante ponerla sobre la mesa y que gente de 17 años supiera lo que ocurrió. Por eso me alegra mucho que se esté leyendo el libro. Y también me alegró mucho ver la reacción positiva que se produjo en mi país cuando concedieron a la novela el Premio de la Real Academia. Fue conmovedor para mí, y esa reacción refleja lo que sucede allí.
¿A qué se refiere?
-Mi país es uno de los más peligrosos del mundo, sin embargo, la gente sigue teniendo alegría, tratando de vivir, criando a sus hijos, yendo al trabajo, a pesar de vivir o, mejor dicho, de sobrevivir como sobrevivimos allí.
¿En qué medida la guerra civil y el modo en que se cerró tiene que ver con la sociedad salvadoreña de hoy, con unos índices de criminalidad y un poder de las pandillas tremendos?
-Tiene mucho que ver. La violencia hizo que muchas familias se desmembraran, no solo por los muertos, sino también por la gente que salió huyendo. Y lo que sucedió es que paramos la guerra, pero no paramos los mecanismos que produjeron la guerra. Nuestra violencia es cíclica; los hechos violentos se han repetido en el último siglo y siempre llegamos al mismo punto, a un punto que ahora parece sin salida, o que tendría una salida si hubiera 80.000 muertos otra vez. La historia se repite, es una espiral que ha hecho que El Salvador se convierta en un no país, en un estado fallido.
¿Se puede romper esta espiral?
-El Salvador carece de líderes. Monseñor Romero era uno, Ellacuría y los jesuitas también; en el ámbito literario, Roque Dalton era otro líder, pero es que nos los mataron a todos. Hay un vacío que aun permanece. Y lo mismo pasa con nuestros dos escritores más importantes de los últimos tiempos, Horacio García y Claribel Alegría, que tuvo que salir exiliada porque el ejército la había amenazado de muerte.
¿Le queda esperanza?
-Ahora mismo no. No creo que mi país se pueda recuperar, espero sorprenderme con lo contrario, pero ahora no lo veo posible. No hay una voluntad política para eso, a lo mejor no saben ni cómo hacerlo. Son demasiados años de violencia.
Dedica el libro a Fernando Valverde, poeta de Granada que le acogió al igual que le apoyaron otros escritores y músicos españoles, ¿se sintió arropado al llegar?
-Sí, porque no me lo esperaba. Los amigos me brindaron apoyo por lo que estaba sucediendo y fue algo bueno. Ese tipo de arropamiento también me brindó seguridad real, porque al estar tanta gente pendiente sabes que hay una seguridad real y que no te va a pasar nada.
Pero quiere regresar, claro.
-Yo pienso en mi país todos los días. No siento que pertenezca a otra parte. Siempre estoy pensando en volver, no sé si a vivir allí y no sé dentro de cuánto, pero siempre lo pienso.
Después de todo lo que le ha pasado, ¿ha merecido la pena escribir y publicar este libro?
-Sí, nunca voy a arrepentirme de mi propio libro. Le tengo mucho cariño. Me esforcé y escribí el mejor libro que pude. He tenido que cambiar mi vida y aceptar que tienes que empezar de nuevo en otro sitio es muy duro, pero no voy a arrepentirme.
Ha presentado Noviembre en El Colegio San Ignacio de Pamplona, centro jesuita, seguro que ha sido especial.
-Sí, ha sido diferente. La sensación de presentar en una librería no tiene nada que ver con venir a un centro jesuita y que te reciban los padres y convivir con ellos. Muchos conocieron a Ellacuría, a Segundo Montes o a Juan Ramón Moreno y tenían recuerdos de ellos, así que la experiencia ha sido completamente distinta. - A.O.L.
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