la compañía nació casi por casualidad, pero también por necesidad y por inquietud. “Personas distintas en un momento dado necesitábamos lo mismo, que era contar cosas”. Así cuenta Samuel Retortillo cómo surgió Artistas Inflamables, una compañía fundada en 2015 por Miguel Borges (Portugal) Luciana Croatto (Argentina) y él mismo, bailarín de larga trayectoria dentro y fuera del Estado. Su propuesta incluye todos los lenguajes escénicos: “Nos gusta la danza, la música, los audiovisuales, la fotografía, el vídeo...”, añade este profesional que desde el 22 de mayo disfruta junto a sus compañeros de una residencia en el Auditorio Barañáin dentro del DNA. Hoy a las 12.00 horas mostrarán parte de su trabajo, una pieza de 15 minutos titulada 22H21M en el mercadillo de la localidad, y mañana preestrenarán en el espacio escénico Coin-çi-danses. En ambas, las relaciones interpersonales y los cambios sociales están muy presentes, y es que, como dice Retortillo, “antes que artistas somos ciudadanos”.

Ciudadanos inflamados ante realidades que nos rodean a diario y que “nos enfadan”, pero también ante situaciones positivas e ilusionantes. La cosa es no quedarse impasible. “Nos interesa ser sensibles ante lo que sucede hoy en la sociedad, que cada vez es más plural y depende de que otras personas te ayuden a conseguir lo que te propones”, de ahí también que esta compañía se nutra de profesionales de todos los ámbitos, como músicos electrónicos cubanos, cineastas, intérpretes de texto... Y de residencias y colaboraciones con otras compañías. “Nos dejamos llevar para contar lo que nos apetece”, señala el coreógrafo, agradecido con el trato que están recibiendo en el Auditorio Barañáin y en Navarra. “Estamos viviendo en un pueblo que se llama Adiós y cada día cruzamos El Perdón, así que de todo esto tiene que salir algo bueno; igual nos quedamos”, bromea, muy contento con la experiencia.

“nos emocionamos muy rápido” Para el coreógrafo, la compañía lleva este nombre “porque vivimos en la escucha permanente”, “nos emocionamos muy rápido” y “siempre al ritmo en que lo hace la sociedad”. “Nos reímos y lloramos con ella; primero somos personas y después, artistas. Llegamos a esto porque estábamos enfadadísimos con el retroceso que se estaba dando en derechos sociales y quizá no podamos cambiar las cosas, pero nos inflamamos”. La cultura, defiende, tiene mucho que decir en este principio de siglo. “¿Por qué uno no puede hablar de los cambios sociales desde la danza? Todo es útil y todo es válido; la música, los libros, la pintura...”, afirma. Sin embargo, reconoce que mantener una compañía como Artistas Inflamables es complicado. “Todos los días me pregunto por qué seguimos con esto, que no nos hace ganar dinero, que es una estructura compleja, difícil, pero supongo que hasta que el mundo no sea perfecto, el arte tendrá su razón de existir, porque cura, porque une, porque ilusiona...”, dice.

En cuanto a 22H21M, comenta que se trata de un dúo creado por Fernando Carrión que parte del encuentro entre dos hombres que exploran lo que tienen en común y lo que no. “Poder hacerlo en un mercado va a tener su encanto”. Y Coin-çi-danses es una propuesta de Retortillo que han creado estos días y que pone en entredicho el concepto de tiempo, las relaciones, los binomios acierto error, los medios y el fin... con textos del cubano José Rolando Rivero. Las confesiones y las coincidencias salen a escena “para encontrar las divergencias entre ellas”. Lo que verá el público mañana a las 20.00 horas será un espectáculo en creación en el que “hay mucha energía”. La entrada es gratuita.