Su desván, nuestra madriguera
CONCIERTO DE EL DESVÁN
Fecha: 23 de diciembre de 2017. Lugar: Sala Canalla. Incidencias: La sala presentaba una excelente entrada para la presentación en Pamplona de ‘La taberna del infierno’, segundo disco de El Desván.
No se equivoquen: la música no tiene nada que ver con grandes campañas de marketing, ni con radiofórmulas impostoras, ni con la fama efímera de las redes sociales. La música es, sencillamente, emoción. Hay quien se detiene contemplando las hojas y no consigue agarrar jamás el rábano, pero ese no es el caso de Gabri Gainza y su grupo. Cada vez que pueden, se suben al desván de su imaginación y crean canciones que, después, otros sentirán como suyas. Aunque la sinceridad parezca una impostura, al final es la única fórmula que funciona. Hicieron su primera diana en 2014 (Al descubierto), y han tenido que pasar tres años para que llegue su segundo disparo. En este tiempo ha habido dos cambios en su formación e incluso se plantearon tirar la toalla, pero, finalmente, las ganas de luchar se impusieron y el cuarteto acaba de publicar La taberna del infierno bajo el cobijo de El Dromedario Records. Una colección de diez canciones en las que la banda sigue desplegando su poesía eléctrica.
Esas fueron, obviamente, las protagonistas indiscutibles del repertorio que fue interpretado en un ambiente de cercanía, casi familiar. “Hoy no hace falta que nos presentemos”, bromearon los músicos al salir al escenario, y no les faltaba razón, pues la sala estaba llena de amigos y seguidores de El Desván que, a pesar del poco tiempo que llevan en la calle, ya coreaban todas las letras de las nuevas composiciones. Pero a pesar de que el ambiente le era favorable, la banda salió dispuesta a sudar la camiseta, derrochando entrega y pasión desde el primer acorde. Las dos últimas incorporaciones (Daniel Calazans en guitarra y Daniel Cifuentes en el bajo) cumplieron sobradamente su cometido, mostrando una compenetración perfecta con los ya conocidos Juanra Alduán, siempre solvente en la batería, y Gabri Gainza, que con su voz rasgada y carismática fue llenando de rabia las canciones.
Tocaron los diez cortes de su último trabajo. Mi madriguera fue una de las mejor recibidas, al igual que Jungla de cemento, cuya letra aborda el siempre doloroso asunto del maltrato a la mujer, o la más optimista Malaventura. Intercalaron también varios temas de su primer disco, como Es verdad o Rebelde luchador (“Esta os la sabéis”, dijeron al presentar esta última). Incluso se atrevieron con dos versiones. Si en giras anteriores habían incluido La bola de cristal, de Alaska, o La mataré, de Loquillo, en esta ocasión hicieron suyas Agradecido, de Rosendo (también citan a Leño en la letra de Una noche más), y Las calles están ardiendo, de M Clan. Amenazaron con despedirse con una balada, pero en realidad escupieron El coraje del silencio, posiblemente la canción más salvaje de La taberna del infierno. Ya en los bises, La impotencia de quererte, No puedo dejar el rock, de Los Suaves, y la ya citada Una noche más, sirvieron de cierre para una noche en la que la música de El Desván se convirtió en nuestra madriguera.