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Koldo Sebastián: apología de la desmesura

Dimensionar el infinito es el objetivo desde el que parte el nuevo trabajo del artista navarro, que expone en su estudio

Koldo Sebastián: apología de la desmesuraMIKEL SAIZ

¿Quién no ha percibido, al mirar un cielo estrellado en una noche de luna nueva, la grandeza de saberse una pequeña parte del todo? ¿Quién no ha tenido esa sensación cuando ha mirado al cielo y ha visto lo desmesurado que es todo aquello y, en definitiva, la parte pequeña que uno es de todo ello? “La contemplación del cielo en un momento propio es un acontecimiento sublime que está al alcance de cualquiera y que todos hemos vivido, al menos, una vez”. Este planteamiento “tan convencional” es el punto de arranque del trabajo en el que el artista plástico Koldo Sebastián lleva inmerso seis años. Lo ha titulado, de manera provisional, Infiniverso. Apología de la desmesura, y desde el pasado viernes y hasta el 10 de febrero estará abierto al público en su estudio de la calle San Francisco donde, además, durante estos meses, mantendrá encuentro con diferentes personalidades en los que se reflexionará sobre el concepto de desmesura.

“Tomar conciencia de que uno forma parte de ese todo al que intentamos poner dimensión sin que ese todo se deje me parece muy sugerente”, dice Sebastián, quien vio en este punto de partida la posibilidad de desarrollar “una vertiente que ya estaba latente” en su trabajo pero a la que aún “no le había llegado el momento”. El artista, que se mueve en el terreno de la abstracción geométrica y que ha dedicado gran parte de su vida plástica y personal a moverse en el terreno de la medición, sintió hace seis años que su “individualidad más singular adquiría un sentido ante ese espectáculo tan desmesurado como lo es el universo”. Y, en este sentido, el creador, que siempre se ha sentido “necesitado de varemos y de dimensiones”, decidió “utilizar la medida para tomarle el pulso al infinito”.

Para ello, tomó como fuente de inspiración la máquina de Antiquitera, un artilugio de cobre que se localizó a principios del siglo pasado en las aguas del Egeo y que tiene una antigüedad de más de 2.200 años que se utilizaba como sistema de medición astral. Las entre treinta y cuarenta piezas que componían el artilugio eran círculos o discos, y es por esta razón por la que, en la exposición que alberga ahora el estudio de Sebastián, se observan construcciones que el artista ha realizado a partir de una interpretación libre de estos elementos y su combinación. “Ha sido el alfabeto básico con el que a través del manejo de un instrumento de medida me he intentado aproximar a la experiencia del infiniverso”, comenta, refiriéndose con este término a la teoría que mantiene que el universo es uno solo e infinito, conformado por infinitos universos.

Para materializar esta reflexión, Sebastián se ha agarrado al recurso que mejor controla, que es el del canon, a través del cual crea una estructura básica con la que genera los diferentes elementos que expone e intenta “el absurdo de dimensionar el infinito. Sé que tengo la batalla perdida, pero no tengo otro vehículo que me resulte más cómodo para viajar por esa dimensión que suponen el universo, el multiverso y, en última instancia, el infiniverso”, sostiene.

Proceso de creación

Discos y círculos, la base canónica de la serie

Las paredes del estudio de Sebastián se adornan de construcciones que pretenden simular la máquina de Antiquitera y unos dibujos que buscan responder a la reflexión sobre la existencia de ese infiniverso mediante la superposición de diferentes contornos. Pero, ¿cuál es el punto de partida de estas creaciones? Sobre una mesa, se encuentran colocados, de manera arbitraria, diferentes discos y círculos, “la base canónica de esta serie”. Estos elementos, dice el artista, tienen una “eminente vocación de juguete” y, por eso, Sebastián maneja los conglomerados de madera, de diferentes colores, y superpone unos sobre otros, de tal manera que “se crean distintas opciones que, en ocasiones, llegan a tener un sentido armónico en su estructura y en su combinación de color”. Si el resultado le transmite un valor, lo documenta y, posteriormente, plasma esos resultados en piezas pictóricas.

La diferencia principal entre la fotografía que Koldo Sebastián toma de las construcciones iniciales y la pieza resultante es que “mientras que en los discos y círculos los colores son planos, en la pintura el color nunca es plano, ya que pretende ser matizado mediante la utilización de degradaciones, medios tonos e indefiniciones en la masa de color, dentro de una definición muy precisa del contorno. La parte mensurable es la que aporta la delimitación precisa de los contornos y la parte informal, descriteriada, es la que fluye precisamente dentro de los contornos; es la medida frente a la desmesura”, explica el artista, quien a través de estas piezas realiza un “intento de medir la inmensidad. Cosa más absurda no se me ocurre”, bromea, para añadir que estas investigaciones le permiten “desarrollar un trinomio que siempre” le ha atraído, que es “el todo, la parte y la nada. El todo sería el resultado global de la serie, la parte es cada uno de los elementos de las piezas y, por último, llegaríamos al concepto de unidad en el sentido más etimológico de la palabra”, señala.

Para Sebastián, el concepto de universo -que se desmenuza en uni, la unidad, que hace referencia a aquello que no es susceptible de división; y versus, es decir, lo que gira al rededor de ello- “es el más convencional”, pero añade que ha habido una evolución conceptual al acuñar el término multiversos, “y el concepto que todavía supera más esa visión de que hay más de un universo es el de infiniverso. No nos pongamos a pensar que esto es acotable, porque no lo es”, sostiene, para añadir: “Todo esto tiene como concepto subyacente a la desmesura y, por tanto, esta exposición es un canto a lo que no se puede medir hecho por alguien que no sabe hacer otra cosa que medir”.

Nuevos matices

Conversaciones con ocho personalidades

El artista considera que en ese desarrollo conceptual, por el momento, ha “tocado techo. Me gusta mucho pensar sobre la parte plástica y trabajar por líneas argumentales”, dice, para apuntar que tiene la certeza de que “hay muchísimos más matices que averiguar”. Es por eso por lo que ha habilitado su estudio como un punto de retroalimentación con otras personas que ofrezcan su enfoque sobre la desmesura. Así, durante los meses en los que la exposición esté vigente Sebastián ha organizado un ciclo de conversaciones abiertas al público que tiene “como principal razón de ser solicitar a ocho personas parte de su tiempo y sus cavilaciones sobre el concepto de desmesura”. En estas conversaciones participarán, en este orden, el astrofísico Javier Armentia (18 de octubre), el pedagogo Blas Campos (26 de octubre), los profesores de filosofía Ricardo Pita (15 de noviembre) y José Ciordia (22 de noviembre), el artista Carlos Irijalba (22 de diciembre), el matemático Eder Arbe (10 de enero), el periodista Javier Pagola (24 de enero) y la psicóloga clínica Rosa Ramos (1 de febrero). “Quiero que cojan ese concepto, lo lleven a su terreno y le saquen todo el petróleo que puedan y, entonces, veremos en qué medida puedo incorporar sus aportaciones a mi discurso estético”, concluye.