Las figuras humanas y los bodegones de Miguel Ángel Eugui han llegado al Pabellón de Mixtos de la Ciudadela. Hombres y mujeres desnudos, patios traseros, instrumentos de cuerda y otros objetos llenan los cuadros del autor, cuya intención no es, en ningún momento, representar la parte más amable de la vida. “Pinto lo que me estimula y eso no tiene por qué ser bonito o decorativo; no es la función que tiene mi pintura”, afirma Eugui. Prefiere reflejar con su trabajo momentos puntuales, instantes en los que la angulación de las luces y sombras crea el hechizo final, mostrando como resultado una belleza cruda de lo cotidiano y de lo real. La exposición pictórica, bajo el nombre de Oficio de colores, recoge medio centenar de óleos sobre lienzo o madera y se mantendrá abierta al público hasta el próximo 20 de enero.

El detalle está cuidado al máximo en los cuadros realistas de este autor al que, tal y como apunta en un texto que acompaña a sus obras en el catálogo, le desagrada que le llamen artista. “Como lo mismo se le llama artista a Rembrandt que a Lady Gaga y se califica de arte tanto a la Capilla Sixtina como una labor de macramé, me cuesta identificarme con esos conceptos; prefiero ver lo mío más bien como un oficio”, dice. Un oficio que, sin duda, se domina a base de empeño. “Lo que hay detrás de cada obra es un trabajo arduo, en el que he invertido muchas horas; no se trata de nacer con un don especial sino de ser constante y trabajar duro”, subraya.

Eugui se mueve en el mundo del realismo figurativo con seguridad, trabajando bien el relieve, el sombreado, la profundidad y esa tercera dimensión. “Parece que hay que innovar y crear cosas nuevas para ser un pintor actual, pero ¿por qué el realismo no va a ser actual?”, se cuestiona. Del mismo modo, comenta que en alguna ocasión le han propuesto crear pinturas abstractas, algo que siempre ha rechazado. “No sería fiel a mí mismo”, añade.

Al natural

Dejar a los cuerpos que hablen por sí solos

Todas las pinturas de Eugui están realizadas al natural, un trabajo muy costoso donde las luces y sombras y la relación con los modelos son aspectos fundamentales. Lejos de buscar una pose concreta, el autor prefiere dejar a los cuerpos “que hablen por sí solos” y que sugieran algún tipo de emoción. “Me gusta exponer la sensibilidad que tienen los cuerpos, que la pintura remueva emociones dentro del espectador del mismo modo que me remueve a mí”, comenta Eugui. Habla de la relación que establece con los modelos de sus cuadros desde el cariño, y afirma que “se crea un clima muy agradable”, algo fundamental para el pintor ya que “se pasan muchas horas quietos y lo menos que puede hacer el creador es hacerle sentir a esa persona lo más cómoda posible”.

Para Eugui, pintar al natural tiene “una magia que no se consigue de otra manera. Alguna vez me han propuesto realizar un retrato a partir de una fotografía y siempre lo he rechazado; me motiva más pintar una patata que tengo delante”, confiesa. Pero esta manera de pintar también tiene sus inconvenientes, como que la persona que está posando cambie a una postura que convenza más al pintor y tenga que borrar y crear de nuevo la pieza, o que la modelo, que está embarazada, dé a luz prematuramente cuando la obra ya está muy avanzada y naufrague el retrato. “Son cosas que pueden pasar pero que no me condicionan a pintar de otra manera; hacerlo al natural me resulta de lo más gratificante y estimulante”, concluye.

La exposición. La planta baja del Pabellón de Mixtos de la Ciudadela acoge, hasta el próximo 20 de enero, medio centenar de piezas de Miguel Ángel Eugui.

12 años de creación. La última vez que el pintor villavés expuso en la Ciudadela fue en el año 2006. Desde entonces, ha estado creando los cuadros que ahora se exponen. “Pintar al natural es un proceso lento que requiere su tiempo, y en esta ocasión he tardado 12 años en reunir esta muestra”, dice Miguel Ángel Eugui.