Pedro Salaberri es un artista que no necesita presentación. Su larga trayectoria y su fuerte arraigo con esta comunidad le han consolidado como uno de los pintores más prestigiosos y toda una referencia del arte contemporáneo. Sus creaciones son bien reconocidas por la gente de aquí pero también fuera de las fronteras de Navarra. Y es que Salaberri (Pamplona, 1947), con sus paisajes urbanos y naturales, siempre se ha mantenido fiel a su estilo. “A veces creo que llevo pintando las mismas cosas toda la vida”, admite. Algo que, no obstante, el propio autor desmiente con su nueva muestra en Condestable. Entre los cuadros de montañas, edificios o calles llama la atención una nueva temática: los animales y las flores. Los toros, vacas y caballos se muestran imponentes y se integran en el paisaje de una forma tan natural que parece que siempre estuvieron ahí, que siempre formaron parte de la obra de Salaberri.

Un total de 72 óleos sobre lienzo decoran las paredes de dos grandes salas del Palacio del Condestable -exposición que permanecerá abierta hasta el 13 de enero- y dan buena cuenta de que para el autor navarro “pintar es una forma de vivir”. Y que él vive la ciudad. “Creo que todavía sigo descubriendo el lugar donde vivo”, dice, y lo hace junto a personas que le hacen “sonreír”. Como su mujer, que desde hace 47 años le acompaña por esas calles que, según afirma, le hacen sentir “como en casa. Las calles me acogen, me hacen sentir bien y no me importa pasar un millón de veces por los mismos lugares, porque me hacen sentir vivo, como la pintura”, comenta Salaberri, quien siente la ciudad, Pamplona, como su “hogar”.

Para el pintor, “siempre hay aspectos nuevos por descubrir” y aunque sus cuadros reflejen una y otra vez las calles de la vieja Iruña, “la mirada nunca es igual. En una ocasión, pinté un cuadro que ya había pintado años atrás; en ese momento pensé que ya no tenía nada más que hacer o que ofrecer, pero cuando lo terminé me di cuenta de que aquel cuadro era totalmente distinto al anterior”, apunta, para añadir: “No somos la misma persona que hace años, la vida está llena de matices y son estos los que nos hacen ver, y pintar, la realidad de una manera distinta cada vez”.

Salaberri confiesa que desde joven tuvo la ambición de formar parte del tejido cultural de su ciudad. “Lo he logrado”, asegura, para confesar que lo que él quiere ofrecer ahora al público es “armonía y belleza. No pretendo ser reivindicativo, mover masas o hacer reflexionar a nadie sobre algún aspecto concreto; me interesa que mi pintura agrade, guste, que sea bella para contemplar”, dice. Asimismo, es de la opinión de que “cada persona tiene que establecer con el arte su propia relación” y, en su caso, está claro. “Yo no intento influir, intento compartir”, afirma. En esta línea, sostiene que ha llegado a un momento de su vida artística en el que ya no quiere ni tiene que explicar por qué pinta un cielo rojo y otro morado, por qué el campo no siempre es verde o los árboles son grises. “No tengo que pintar para sorprender, la cultura del espectáculo no me interesa nada y no quiero entretener a nadie. Lo único que pretendo es compartir cosas con los demás. Me gustaría llegar a emocionar, aunque eso es mucho pedir. Y quiero colaborar socialmente con la concordia y el respeto”, menciona.

otras temáticas

Toros, caballos, vacas

Pintar nuevos elementos para hacerlos nuestros

Esta es la primera vez que una exposición de Salaberri, donde fiel a su estilo se muestran lugares cotidianos, naturales y urbanos, se completa con cuadros donde los animales son los protagonistas. Una nueva temática que llama la atención y que sorprende al visitante por la espectacularidad de las pinturas. “Nunca antes había pintado a los animales dentro de mis paisajes, porque ellos pasaban por ahí y lo quería pintar algo que fuera eterno, que perdurara -explica el artista-. Puede que fuera por ese afán de sujetar la vida, de no querer que pasara el tiempo. Sin embargo, aprendí que la vida se mide por segundos, y que estos animales están ahí aunque sea unos segundos. Los instantes cuentan y, de todo un día, ¿por qué no vamos a quedarnos solamente con un segundo?”.

Es una de las razones que le condujeron a introducir estos nuevos elementos dentro de sus lienzos, a la que se suma el hecho de que, gracias a la pintura, Salaberri ha podido preguntar, conocer e interiorizar. “Pintarlos es una forma de hacerlos míos”, dice, y añade: “Es igual que cuando paseo por la Bajada de Javier (Pamplona) y veo una casa preciosa; sé que nunca la compraré, aunque quisiera, pero la pinto y, así, la hago mía”. Continúa diciendo que, en alguna ocasión, observando a los animales ha tenido la oportunidad de hablar con algún ganadero y conocer nuevas cosas sobre estos que antes se le hacían muy lejanas. “La pintura a veces es decir y otras preguntar”, sostiene Salaberri.

Estos cuadros de animales se rodean de otros paisajes bien reconocidos, tales como Sansol, Espronceda, Muru Astráin, Oskoz o Montejurra. “Me gusta mucho reflejar los pueblos que visito y que, a mi modo de ver, están bien cuidados”, apunta Salaberri, a quien le agrada ver casas nuevas y gente joven andando por sus calles, porque es síntoma de que “el pueblo no muere y sigue adelante”. Sin embargo, admite que él es un hombre de ciudad y que nunca se ha planteado vivir en un pueblo. “Me gusta bajar a la calle y tener un bar para echar el vermut o pasear por los comercios de siempre; me gusta la vida que tiene una ciudad, pero eso no significa que no me guste ir a algún pueblo pequeñito, pasear por él, disfrutar de sus calles y, después, pintar algún cuadro con este paisaje”, añade.

pilares

La pintura como agradecimiento

Una sonrisa, una calle acogedora y la vuelta de la primavera

En el catálogo de la exposición se puede leer una frase de Salaberri: “Hay personas con las que sonrío, calles que me acogen cuando paseo y paisajes que me recuerdan que siempre vuelve la primavera. Pintar es una forma de agradecerlo”. Y es que para el artista estos tres son los pilares que sostienen su vida. “No creo en el género humano pero sí creo en las personas. Hay personas que te ayudan a vivir mejor, que te hacen sonreír, hay personas que quieren entristecerte, que hieren, que agreden, que alegran. Hay de todo, pero yo solo me fijo en aquellas con las que puedo sonreír. Como hay calles que me acogen y hay paisajes que me recuerdan que mañana vuelve a ser un nuevo día”, cuenta. Quizás, por eso, su única pretensión es “que la gente se detenga un poco más y que contemple los colores y las formas, que no vaya con tantas prisas y se tome cierto momento para disfrutar de las calles y los paisajes que le rodean; eso sería espléndido”.

“Las calles me acogen y no me importa pasar mil veces por ellas porque me dan vida, como pintar”

“No pintaba animales porque ellos están ahí solo un instante y yo quería plasmar algo que fuera eterno”

“Quiero que la gente se detenga y se tome su tiempo para disfrutar de los colores y formas que le rodean”

pedro salaberri

Pintor