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Camarena, mucho más que agudos

concierto de javier camarena

Intépretes: Javier Camarena, tenor; Orquesta Sinfónica de Navarra. Director: Iván López Reynoso. Programa: obras de Manuel García, Rossini, Donizetti, Verdi, Chapí, Luna, Guerrero, Serrano. Programación: Fundación Baluarte. Lugar: sala principal. Fecha: 14 de diciembre de 2018. Público: casi lleno (48, 32, 21, hay descuentos). Me parece increíble que en la tierra de Gayarre no se agotara el papel.

El esperado recital del tenor Javier Camarena no solo no defraudó, sino que superó las expectativas; tanto de los más puristas aficionados a la ópera, como de los que disfrutan, además, de la extraordinaria zarzuela y de las envolventes melodías del bolero. Y es que Camarena, no sólo colma las ansias de agudo cuando se va a escuchar a un tenor, sino que nos regala unos fraseos emocionantes y convincentes -no dejados a la mera transición- en los tramos medios del pentagrama, creando la expectación morbosa que apetece lo siguiente. El tenor mexicano, aun en el corto espacio de un aria, se mete de lleno en el papel, lo teatraliza, lo vive, lo transmite en toda su intensidad. Camarena nos deslumbra no solo con la facilidad con la que sube al agudo, sino, y sobre todo, con la maravilla del filado: ese portentoso abrir y apianar en zonas de vértigo, en tesituras tan extremas. Estos filados los solemos escuchar en las buenas sopranos -en la memoria de todos, Caballé, a quien, con buen criterio, se homenajeaba-; pero, en tenores, es muy difícil -allá quedan Fleta o Kraus-. Camarena nos tiene -y nos eleva- en un vilo, cuando apiana y redondea la frase con un diminuendo que encoge el alma, y luego la expande, al quedarse, quieto, en las alturas, con los finales tan rotundos. Todo lo que se dice de Camarena es verdad: simpático, generoso, agradecido, humilde, comunicador, que conecta con la gente y el lugar -aquí a través de Gayarre-, o sea de magnánimo corazón. Y sobre todo, un gran cantante. Lauri-Volpi señala en su libro Voces paralelas que la voz de Manuel García era cálida, potente, dúctil, bellísima. Se puede aplicar, sin duda, a nuestro tenor de hoy; y, desde luego, el propio Camarena quiere acercarse al gran maestro -y padre de la saga Malibrán-, y comienza el recital desempolvando sus partituras, que por cierto resultaron un descubrimiento para todos: entre Eslava y Rossini, la obertura Don Quijote; y con unos complejos recitativos y arias, en la estela mozartiana, El poeta calculista y La Morte du Tasse. Hay que señalar, sin más demora, que en el éxito del concierto fueron fundamentales el director Iván López Reynoso -siempre con un estupendo pulso operístico (formidable Forza del destino), y zarzuelero (radiante Revoltosa), pianista, además, en los boleros-, y la orquesta, a la que el tenor contagió su alegría, su comunicabilidad, y que relució en los solos, y en el acompañamiento.

Por lo demás, el concierto que nos ocupa es para vivirlo. Lo que se diga queda por debajo. Ni una tos, en las dos horas y media y el público en pie, incluso al finalizar la primera parte. Todo, desde los estrenos de García, hasta los boleros, recibido con entusiasmo. Detalles: la exhibición esperada y asombrosa de la Hija del Regimiento; el ataque limpio al agudo en García; la delicadeza en Paxarín, donde se la jugó al filar el agudísimo final; el sentido dramatismo de Los Gavilanes; la proclama extravertida del Te quiero morena? Y todo, todo el amor del mundo, en las propinas: de Granada a la Navidad, pasando por el bolero. Inolvidable.