un viejo profesor universitario de nombre Fattorello nos enseñó hace medio siglo que los medios tenían unas funciones sociales que cumplir, como eran las de informar, formar y entretener. Este principio básico de la teoría de la comunicación se viene aplicando en los medios tradicionales y queda desbordada en el caso de las redes sociales. Prensa, radio y televisión obedecen a este modelo y se concreta con mayor o menor intensidad; la tarea de informar, de formar la Opinión Pública y la de entretener, son manifiestas maneras de atender las necesidades sociales con agitado ritmo y acelerada velocidad.

La decisión de los gestores de la cadena Cuatro, del imperio Mediaset, ha sorprendido a propios y extraños, en una decisión complicada de respuesta al silencio de audiencias e ingresos. Eliminar una de las funciones mediáticas, en aras de buscar un camino nuevo para despertar la atención y atracción en una oferta moribunda no es tarea fácil, y posiblemente esta decisión de extrema cirugía programadora pueda dar resultados para el negocio o en el peor de los casos, hundir definitivamente el chiringuito.

El dominio del asunto televisivo por parte del capo Paolo Vasile está demostrado a lo largo del tiempo con notables éxitos, y este enloquecimiento temporal de la cadena, eliminando informativos, no parece lo más adecuado para la recuperación del cliente de Cuatro, pero veremos si suena la flauta. Llenar la parrilla de variados programas de tele basura, desde Te invito a cenar en mi casa hasta Granjero busca esposa, es machacar el piano y esperar que suene la flauta. El argumento de servicio público aplicado a Cuatro y su nuevo rostro se esfuma y abre una puerta peligrosa para el mantenimiento de la concurrencia de la pluralidad informativa. A lo mejor resulta que el modelo no aguanta tanta oferta parecida.