Bilbao - La autora de la Trilogía de Baztan y de Todo esto te daré (Premio Planeta 2016) está encantada con esta nueva distinción que premia una trayectoria dedicada a la escritura y que irrumpió con fuerza en 2013 con la publicación del primero de los libros de esta saga, El guardián invisible. “El domingo iré a Bilbao a recoger el Premio Sabino Arana acompañada de amigos de Baztan que he invitado”, señala, emocionada, Dolores Redondo.

¿Veremos pronto esa nueva historia en la que está trabajando?

-Me lo estoy tomando con calma. No tengo fecha prevista, trabajo muy tranquila y me estoy tomando tiempo para ver en qué termina la historia que tengo entre manos.

¿Volveremos a encontrarnos con Amaia Salazar o la ha descartado definitivamente?

-Descartarla jamás. El lector demanda que escriba más de Amaia Salazar. Documentarse para tres novelas, escribir sobre mitología, ahondar en la propia Amaia, en su propia vida y en lo que le iba sucediendo ha dejado abiertas pequeñas galerías que en los momentos de escritura de la trilogía no podía seguir.

¿Dejar esas galerías abiertas era asegurar la continuidad de Amaia Salazar?

-No, siempre quedan cabos sueltos que no puedes atar porque tienes que seguir contando una historia. Es habitual que cuando estás en una historia surja el deseo de caminar en otras direcciones, abordar a otros personajes que han quedado en un segundo plano. Me comprometí a volver con Amaia y lo haré.

Sin embargo, después de la Trilogía se alejó de Baztan y puso rumbo a la Ribeira Sacra con Todo esto te daré. ¿Marcaba las distancias?

-Tenía le necesidad de meterme en otra historia y tomar un rumbo diferente. Con Todo esto te daré, quería mostrar a los lectores y ratificarme en que no era solamente la creadora de Amaia Salazar, que tenía otras historias que contar y que no podía hacerlo desde la perspectiva de Amaia ni desde Baztan.

¿Sus lectores han adoptado a Álvaro y Manuel con la misma fuerza que hicieron con Amaia?

-Ellos tienen mi promesa de que volveré sobre Baztan, pero era necesario que yo tuviera otra perspectiva y eso lo he conseguido con la última novela. Es una historia que me ha dejado muy satisfecha. A Amaia Salazar la llevaré siempre dentro y forma parte de mi esencia, pero me reservo un territorio para contar otras historias con diferentes perspectivas y nuevos personajes.

Va a tener pesadillas con Amaia Salazar.

-Eso nunca, es una mujer a la que quiero mucho, me ha dado mucho y estoy muy agradecida a la forma que ha tomado en mis libros.

En la Trilogía de Baztan el universo de mujeres está muy presente; en Todo esto te daré el universo es masculino. ¿Una ruptura?

-Romper no, quería contar una historia diferente. Cierto que en Todo esto te daré el mundo es de los hombres y las mujeres quedan en un segundo plano. Pero cualquiera que haya leído la novela sabe que ellas acaban siendo totalmente protagonistas, quizá en la sombra. En los sistemas patriarcales, por mucho que a algunos les moleste, la dependencia que tienen ellos de la mujer es mayor que en los matriarcales.

¿En qué sentido dependen ellos de ellas cuando la sociedad que usted relata está totalmente dominada por el poder masculino?

-Esa mujer es necesaria para seguir el ritmo, para llevar la casa, para sostener las pequeñas y grandes necesidades de esos nombres, sobre todo en sistemas tan anquilosados como los que salen en esta historia y los temas que bordea, que tienen que ver con la sangre, los apellidos, las familias? La mujer es capital para sostener todo este laberinto que cuento y en el que hay pasiones y traiciones.

En esta historia vuelca cierta indignación hacia las clases privilegiadas. ¿Es una percepción personal o es una realidad intencionada?

-Es una realidad. Esa indignación no va tanto hacia las familias nobles?

¿Salva a la aristocracia?

-Ja, ja, ja? No, de hecho la familia protagonista pertenece a la nobleza y también conozco a algunos miembros de la aristocracia que me parece gente bastante maja. Mi crítica va a hacia familias a las que todos podemos poner nombre y apellido y que han estado ahí por distintas razones. Son oligarcas y poderosos señores, y nada se puede decir de sus familias, contra ellos no se puede ir.

¿Hoy en día tampoco?

-A todos nos vienen a la cabeza hijos de alcaldes a los que no les llegan las multas, policías persiguiendo a políticos solo hasta la puerta de casa.

¿Se siente tan cómoda en historias masculinas?

-No lo sé. Es determinante el carácter del personaje. Hay personajes en los que me gusta estar y desde los que me gusta hablar, independientemente de que sean hombres o mujeres. Hay otros que me resultan repugnantes para hablar y darles voz, también es independiente que sean hombres o mujeres. Para el autor es siempre una aventuras meterse en la piel de los personajes amados y odiados.

¿Le gusta más ser Amaia Salazar?

-Soy Amaia Salazar, pero también soy su madre o Manuel? Soy los personajes amados y odiados. Es un placer explorar esos universos.

¿No encuentra más dificultades en el mundo masculino?

-Ahora que está tan de moda que los chicos digan que explotan su parte femenina, yo siempre he explotado aspectos de mi parte masculina. Me gustan muchos aspectos de la masculinidad, los chicos en general me caen bien. Siempre he tenido muchos amigos hombres y me he sentido muy cómoda hablando con ellos. El trabajo de un autor estriba en meterse en distintas pieles, en disfrutar con ello, dependiendo de la permeabilidad a las emociones encontrará su éxito o su fracaso.

¿Nos puede adelantar algo de cómo va a ser su próximo libro?

-Ja, ja, ja? No, no lo puedo hacer.

¿Ni una pista?

-Hay que alimentar el deseo. Estoy contenta de las sensaciones que me llegan de los lectores que están esperando una nueva novela mía.

¿Qué ha supuesto la escritura para usted desde que se publicó en enero de 2013 la primera novela de la Trilogía de Baztan?

-La escritura es el modo en el que yo siento la vida, en el que siento la realidad, en el que soy más razonable y en el que entiendo las cosas que pasan a mi alrededor. Desde que era un cría tenía que escribir lo que ocurría, lo que veía, para poder asimilar el mundo en el que vivía. Desde 2013, ha supuesto la mayor alegría y el mayor logro de mi vida salvando los emocionales, los que tienen que ver con el amor y la maternidad.

¿Escribir era su único sueño?

-Siempre. A lo largo de estos años me han propuesto colaborar en programas de televisión, debatir en foros políticos, estar en radios? Siempre los rechazo.

Esas actividades dan dinero.

-Ya, pero no quiero ser opinadora, no quiero estar en los medios. Quiero ser escritora, mi vida está centrada en mi familia, en los amigos, en disfrutar y en vivir; no penséis que estoy 24 horas aquí a piñón escribiendo.

¿No?

-Es lo que siempre había querido. En esta habitación estoy rodeada de libros, de papeles y de mi pantalla de ordenador, no puedo ser más feliz. He logrado una meta y no hay otra, quiero hacer esto hasta el día que muera, pero hay más vida detrás.

Una trayectoria imparable hacia el éxito relativamente corta.

-El día 15 se cumplieron seis años desde la publicación de El guardián invisible. Ha ocurrido algo extraordinario que no suele darse, los tres libros de la trilogía se han mantenido vivos. Llevamos 184 reediciones de la trilogía; es una cifra récord. En seis años han sido cuatro libros y tres películas. Se está trabajando en el de rodaje de Todo esto te daré.

El éxito se suele subir a la cabeza.

-En algunos casos puede que sí.

Deduzco que no es su caso.

-Hay muchos factores que tienen que ver, la juventud sin duda y luego lo amueblada que tengas la cabeza y lo que te haya costado llegar hasta ahí. Cuando se ha estado años intentándolo y se coleccionan cartas de rechazo como las he coleccionado yo, lo ves cómo hacer cima después de una escalada, una cima que no es la meta definitiva, tienes que continuar, los escaladores que se paran son los que se quedan congelados. Hay fórmulas que puedes aplicar que impiden que nada se te suba a la cabeza.