donostia - El arte de Carmen Calvo, una de las creadoras españolas más reconocidas internacionalmente, es inconcebible sin su particular universo de objetos, que ella sigue considerando como algo “completamente nuevo”. Ese mundo que ha marcado una trayectoria de 50 años se muestra ahora en una exposición en San Sebastián. Carmen Calvo. Matar al sueño (1969-2019) reúne en la sala Kubo del Kursaal donostiarra 61 obras de esta artista: pinturas, collages, fotografías, esculturas y piezas sonoras que dan al observador las claves de lo que ha sido su trabajo en estas cinco décadas.

Desde hoy y hasta el 5 de mayo se podrá visitar esta exposición, comisariada por Alfonso de la Torre, quien ayer habló de la artista como de una de las creadoras “más serias y con más rigor” que ha conocido y de quien dijo que con su obra “ha devuelto al arte una de las lecciones de pintura más hermosas y poéticas que se puedan dar”. Y es que Calvo (Valencia, 1950), Premio Nacional de Artes Plásticas en 2013, se considera fundamentalmente pintora, en cuya formación clásica, ya que fue estudiante de Bellas Artes en Real Academia de San Carlos de su ciudad, se sigue apoyando para alumbrar sus propuestas.

Es el caso de muchas de las decenas de figuras que pueblan Una conversación, el cubo de 4x4x4 metros con el que representó a España en la 47 Bienal de Venecia, el cual ocupa el centro de la sala, una suerte de exvotos resultado del procedimiento de vaciado que se emplea en la escultura. También remiten a esa formación académica los fondos negros de algunos de sus cuadros, como sus pizarras y sus famosos cauchos, con los que hace un guiño a los bodegones clásicos y a pintores españoles como Zurbarán y Ribera. Pero la fotografía y el cine también han sido muy importantes en su proceso creativo. Ha jugado con la imagen a la “manipulación”, a inquietar como lo hicieron los surrealistas, con quienes también se emparentan sus creaciones.

La exposición no tiene un orden cronológico, aunque sí se abre con su primera obra, La caza, de 1969, una pintura en la que un hombre sujeta por el pelo a “una mujer exangüe y con el cuerpo mutilado”, en la que ya aparecen “el maltrato y el dolor”, unos de los temas recurrentes de Calvo, según señaló De la Torre. Sus fotografías manipuladas, sus montajes con pelo, los paisajes configurados con repetición de objetos y los collages para los que recogió restos de lapiceros o fragmentos de barro cocido, como en la Habitación de Van Gogh, de 1974, son parte también de la muestra.

Estas recopilaciones y paisajes fueron capitales en el reconocimiento internacional de esta autora, ya que se exhibieron en 1980 en la exposición New Images from Spain, del Museo Guggenheim de Nueva York, que guarda en propiedad una de las obras de la artista. Matar al sueño cuenta con piezas cedidas por coleccionistas particulares, galerías de arte, fundaciones, una Universidad, y los museos Reina Sofía y del IVAM valenciano. Del museo madrileño proceden 21 grandes obras sobre pizarra, parte importante también en la carrera de esta artista conceptual, para la que “el guion” de sus obras “siempre es el dibujo”.

“El proyecto es fundamental junto al dibujo, es lo que a mí me invade, no es el objeto. Yo invado al objeto, que nunca es fruto del azar”, manifestó Calvo, para quien el objeto tras décadas de utilización en el arte continúa siendo “completamente nuevo, una manera de hacer nueva. Lo que más me importa es que mi obra no quede indiferente, porque gustar o no gustar, ese es otro apartado. Todos tenemos público”, aseguró la artista. - Efe