Dos grandes mapas inundan el espacio Apaindu. Dos mapas en los que las líneas, curvas y rectas, se mezclan con palabras, con figuras más o menos reconocibles, con formas geométricas y abstractas. Figuras que aisladas no sugieren nada pero juntas, en sintonía, lo dicen todo. Al menos, así lo entiende Jabier Villarreal, quien ha querido retratar en dos grandes láminas las experiencias que le dio la ciudad de Roma durante los siete meses que el artista vivió allá. Todo lo que observó, las calles que recorrió o las reflexiones que recabó, entre otros asuntos, quedan ahora grabadas en estas dos grandes piezas que se exponen en la galería de la calle Curia de Pamplona hasta el próximo 28 de febrero.

Bajo el nombre de Cosa mentale, cosa sensuale, este proyecto comenzó cuando Villarreal solicitó un año “sabático” para investigar “la selva” que es Roma. El artista trabaja, desde hace muchos años, en el terreno de la investigación entre las nuevas y las viejas tecnologías, entre la plástica y la imagen medial. “Los medios tecnológicos son muy exigentes porque funcionan según sus propias normas y determinan las formas de trabajo y los aprendizajes y lo que sale perdiendo siempre es la idea poética de proyecto”, sostiene. Tratando de abordar esta cuestión, Villarreal se fue a Roma con el fin de aplicar “las tecnologías, la plástica y lo medial” en una investigación que, en un principio, no tenía un fin determinado. “De Roma sí me seducía mucho que se trata de una ciudad por capas, es una ciudad con memoria”, añade.

Hace ya un tiempo que Villarreal se siente atraído por una forma de plantearse los proyectos que no estén dirigidos desde el principio hacia un fin sino que “se van construyendo en el propio hacer”. En este sentido, toma como referencias experiencias basadas en la deriva situacionista de Guy Debord y el pasear de Francesco Careri, para quien esta acción de andar ya supone hacer estética. Y basándose también en las psicogeografías de Debord, es decir, en las geografías que realiza a partir de sus propias experiencias, Villarreal comienza a generar unos mapas sensuales y mentales. Tomó la estrategia de “pasear y ver la ciudad y qué dice Roma”, explica.

Allá, lo primero a lo que se dedicó el artista fue a observar y anotar en una libreta algunas ideas. “El origen del mapa mental -uno de los dos que alberga el espacio Apaindu- son mis notas y, de hecho, se pueden ver algunas palabras en el mapa; ahí aparecen desde las cosas más peregrinas hasta las reflexiones más o menos teóricas”, subraya. Estos mapas mentales, de hecho, están sacados de unos cuadernos, uno gráfico y otro más textual, que acompañaron al artista durante toda su estancia en Roma. “El trabajo consistió en eliminar a los mapas textuales la textualización, lo verbal, para mantener lo gráfico, el puro dibujo”, agrega. En medio del proceso surgió sobre el mapa una línea que atraviesa prácticamente los doce metros de longitud que es una buena representación de la vía Appia, que tanto llamó la atención de Villarreal.

El segundo mapa que se expone parte de la misma idea pero se centra en los dibujos y litografías. “Hay algunas imágenes que se reconocen y edificios que personas que hayan estado en Roma y conozcan la ciudad pueden identificar”, comenta, para añadir que lo que realmente le interesan son todas las pequeñas líneas que conforman el mapa y que sugieren ideas y vivencias del propio autor. “Lo importante no es lo que mantiene un cierto grado de representación, sino justamente lo contrario; las pequeñas huellas son tan relevantes como aquellas líneas que dibujan una pieza”, indica sobre el mapa sensual, en el que admite que el azar ha tenido mucho que ver puesto que los dibujos, textos o fotos han sido escaneados y trazados con un programa de ordenador. “Así hay una voluntad y un cierto grado de azar; es la unión entre la plástica y lo tecnológico”, concluye.