en el programa de La Sexta Al rojo vivo, su conductor, Antonio García Ferreras, definió el ADN de la cadena por el cuidado y atención a la actualidad. Ferreras dio en el clavo de cómo se comportan las distintas cadenas televisivas. Cada cadena crea un estilo bien diferenciado reconocible por la audiencia, que muestra preferencias o rechazos ante las propuestas de programas, modelos, estilos y contenidos. Los empresarios públicos y privados construyen unos modelos que los públicos atienden/desatienden y reconociendo en el mercado las diferencias y estilos proyectados en sus parrillas de programación. Cada empresa tiene estilo particular, características distinguibles para ADN definidor. El modelo español reformado hace años parece satisfecho, pleno de éxitos de audiencia e ingresos económicos. Cadenas públicas a nivel estatal o autonómico, mantienen estilo similar, sometidas al imperio del gobierno de turno, y buscando en los contenidos de proximidad de sus territorios la legitimación y especialización de su existencia. Las emisoras de RTVE eximidas de la obligación de facturar publicidad juegan al patrocinio encubierto de déficits acumulados. Dos emporios audiovisuales copan la totalidad del espectro de cadenas con sus ADN particulares, desde Antena 3 y La Sexta hasta Tele 5 y Cuatro. El grupo Mediaset ha optado por un perfil amarillista y cansino en sus propuestas de programas de telerrealidad, empachando al personal de realities y sus satélites. Gran Hermano, en sus variantes, y Sálvame, en sus modalidades, llegan a un público fácil, de escaso nivel educativo y ansioso de degustar interioridades escabrosas de célebres y famosos. Antena 3 ha optado por moderar contenidos y formas, buscando oferta para la familia más de tono rosa, con pelotazos como el talent show de La Voz o atractivas series como Allí abajo. En esto del ADN, cada una es de su padre y madre. Por cierto, como todo quisqui.