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“Cuando decidí dedicarme a crear ropa de baño y lencería de hombre realicé un curso de anatomía”

Pionero en el Estado, celebra sus treinta años cosiendo la segunda piel masculina con una muestra que inicia su andadura en el museo La Encartada de Balmaseda

Balmaseda - Su primer desfile de lencería masculina, en Donostia, en 1989, enmudeció a quienes lo presenciaron por lo rompedor de su propuesta. “Pensé: aquí nos la jugamos a cara o cruz. O encanta o nos tiran las sillas”, recuerda el bilbaino Manuel de Gotor. Salió a saludar... y llegó la ovación con la que comenzó una trayectoria que cumple tres décadas de referencia como el único creador del Estado especializado en ropa íntima y de baño para hombres. Lo celebra con la exposición Más que piel, inaugurada ayer, cuya primera parada es el Museo Boinas La Encartada de Balmaseda. Allí permanecerá hasta el 9 de junio.

¿Qué se verá en la muestra?

-Hemos recopilado las imágenes más importantes con todos los grandes fotógrafos con los que he trabajado, modelos, maquilladores, peluqueros? y unirlo todo en una exposición que durará dos años y está previsto que recale en Madrid o Valencia. Para mi tierra, Bizkaia, he querido que se exhiban por primera vez piezas originales de estos treinta años. Muchas de las que aparecen en las imágenes de todas las épocas de mi carrera, como es el caso de una colección inspirada en el Renacimiento italiano que en su momento fue recibida con bastante escándalo.

¿Por qué?

-Porque se transparentaba absolutamente todo. La prenda que está expuesta, que representa parte de un cuadro de Rafael, es la más discreta de todas. He innovado, he introducido para ropa masculina tejidos femeninos que antes la gente no se atrevía a utilizar, como encajes, seda, piel de melocotón? Ya en 1989 lo recuperé para los hombres, masculinizándolo. Muchas veces me dicen. ¡Ah, como Palomo Spain! Es todo lo contrario. Palomo feminiza al hombre y yo lo masculinizo con prendas de tejidos de mujer. Elegí la ropa interior masculina porque no había nadie que lo hiciese en España y, en Europa, solo una persona más.

Precisamente, Palomo Spain ha ejercido de juez en el programa ‘Maestros de la costura’. ¿Qué le parece que la moda entre en los ‘realities’?

-Todo lo que suponga apoyar al sector me parece estupendo. Cambiaría ciertas cosas del programa, pero es un punto referente para gente que quiere dedicarse a ello vea cómo lo sacan adelante. Los participantes sorprenden porque sacan cosas que parecen de profesional, en poco tiempo y, encima cosiendo bajo presión.

¿Cómo han evolucionado las tendencias en estos treinta años?

-Han cambiado en el sentido de que algunas se han transformado en prendas de exteriores. Sobre todo, con la gente joven, que lo puede integrar en conjuntos deportivos o viste pantalones bien bajos para que se aprecie la goma. Intento que mis colecciones no se repitan, ningún patrón es el mismo. Tengo unos ochenta calzoncillos distintos e incorporo tejidos tecnológicos, me encantan las telas para reciclaje, confeccionadas con residuos de plásticos reconvertidos en hilos.

¿Qué pieza elegiría de todas las que ha creado?

-Es complicado? ¿Con qué hijo te quedas? Hay prendas que valoro por el apego sentimental. Por ejemplo, le dediqué una colección al cantante Tino Casal, que era muy amigo mío, se llamaba Embrujados por la luna el año en que se cumplía el vigesimoquinto aniversario de su fallecimiento. Hemos traído a Balmaseda una bata de estampado de cebra que pertenece a esa colección. También me uní al pintor David Paquet en estampados pintados por él uno a uno en las prendas.

¿Se puede considerar que esta muestra sigue el hilo de la que conmemoró sus bodas de plata?

-Efectivamente, La otra piel estuvo en el Teatro Arriaga, en Barcelona y Madrid. En estas dos últimas ciudades batió récords de visitantes y fue prorrogada. Solo abarcaba fotografías, mientras que en Balmaseda hay material nuevo e inédito. También traemos nombres destacados de los fotógrafos más importantes de la moda española. Entre los modelos, Rubén Cortada, Emmanuel Esparza, que interpreta al presidente del gobierno en la serie Secretos de Estado, o Krys Pasiecznik, que ha venido a la inauguración. A muchos de ellos los he descubierto yo.

¿Qué le parece que la moda desembarque en un museo?

-Cuando contactamos con la Diputación con la idea de arrancar la exposición en Bizkaia, enseguida me trasladaron que este lugar es especial. Ahora ya no nos sorprende tanto que la moda entre en los grandes museos. Incluso los hay específicos de la moda y de diseñadores. Creo que es una cuenta pendiente: que se tome a la moda como el octavo arte.

¿La exposición marca un punto de inflexión en su carrera? ¿Cuáles son sus próximos proyectos?

-Ya he tocado todo. Antes me centré en mujer, fiesta, peletería, bisutería? Diseñé una colección mixta de lencería. Ya se me relaciona al 100% con la lencería masculina y me gusta ese cliché. Además, me gustaría idear complementos, maletas, neceseres o adentrarme en temas gastronómicos. Y estoy preparando una subasta con los grandes diseñadores para recaudar fondos para la asociación de lucha contra el sida Apoyo Positivo, con la que colaboro, y que cumple 25 años. Hace siete u ocho años me nombraron embajador e intento organizar un evento anual. Con la crisis, las instituciones recortaron ayudas y lo han pasado mal.

¿Le resulta más fácil diseñar para hombres o para mujeres?

-Para mí, en hombre, sobre todo, ahora que me he especializado. Cuando decidí dedicarme a lencería y baño masculino realicé un curso de anatomía masculina para situar bien los músculos. Es importante saber cómo cortar y coser bien las telas porque igual en vez de realzar se logra el efecto contrario.

Salvando las distancias, como los escultores de su colección renacentista que diseccionaban...

-Bueno... (risas). Ellos trabajaban el mármol y yo, el cuerpo.