“Que exista un cierre, una caducidad, provoca que las cosas que hagamos en vida tengan sentido”
La Biblioteca de Navarra acogerá hoy, a las 19.00 horas, la presentación pública de la nueva novela del escritor navarro, ‘Al final uno también muere’
Pamplona - ¿Qué le lleva o qué le motiva a uno para escribir un libro sobre la muerte, algo del lo que casi todos huimos o en lo que intentamos no pensar?
-Probablemente, el hecho evidente de que la muerte forma parte de la vida. Y, además, es uno de los factores que da sentido a la vida. Si la vida fuera eterna, nada tendría sentido. El hecho de que haya un cierre, una caducidad, un límite provoca que las cosas que hagamos tengan un sentido en el tiempo en el que se desarrollan.
La paradoja es que, por mucho que reflexionemos, nadie sabe cómo es la muerte realmente, nadie puede hablarnos de ella...
-Exacto. Y eso es precisamente lo que el libro trata de transmitir. Es imposible pensar la muerte. Si al pensar ponemos un concepto detrás de otro, o recogemos una intuición para convertirla en concepto, que son dos maneras de pensar, la realidad es que no tenemos ninguna intuición ni concepto válido sobre la muerte. Porque la muerte es la nada. Pensar la muerte, por lo tanto, sería pensar la nada, y pensar la nada es pensar nada; es decir, no pensar. Por lo tanto, la muerte es una pared con la que te chocas al pensarla, pero eso no quiere decir que no tengamos urgencia en pensarla, sí que tenemos cierta urgencia, sobre todo conforme va pasando la vida y, de alguna manera, esa ingenuidad que teníamos cuando éramos jóvenes va tornando hacia un cierto dramatismo. Ahora bien, lo que sí podemos pensar son los fenómenos que ocurren en la muerte; es decir, es imposible pensarla frontalmente pero sí podemos pensar sobre los acontecimientos que caen dentro de la muerte, es decir, la vida.
Frente a la muerte, el sentimiento más común es el miedo. ¿La defensa frente a ese miedo, en esta novela, es la ironía?
-Sí, claro que sí. La novela juega a contar un chiste o una paradoja a la que estamos muy acostumbrados por la influencia de las religiones, de la historia y de una estructura psicológica que no está preparada para asimilar la muerte. Y la paradoja es que la muerte es que te mueres, pero no te mueres. Ya que, por ejemplo, las religiones nos dicen que cuando morimos pasamos a otro estado; nos han contado ese relato y nos lo hemos creído.
Al final, la religión no deja de ser un refugio ante el citado miedo a la muerte, algo que el hombre siempre ha buscado para no aceptar que llegará un momento en que dejará de existir.
-Sí, obviamente el miedo nos ha hecho imaginar un estado temporal posterior a la muerte que no conocemos; pero también una búsqueda del sentido. Si no existiría muerte, no existiría el sentido. Por ejemplo, en el relato El inmortal, de Borges, los personajes son inmortales y nada tiene ningún sentido para ellos. El hecho de que el tiempo transcurra siempre sin final hace que ninguna de las acciones sea llevada a término, porque hay siempre tiempo. Se da una pérdida absoluta de la emoción ante las acciones y los fenómenos que nos hacen humanos, porque como todo va a durar eternamente, no tengo ninguna motivación para hacerlo. No estamos preparados para la muerte pero tampoco para una dosis eterna de tiempo.
Hablamos en todo momento de la muerte física pero en el libro también se cruza por el camino ese proceso tan duro que es el olvido. ¿Sin memoria, el ser humano muere en vida?
-No lo sabemos pero lo sospechamos. Las personas que pierden la memoria, los recuerdos, esta identidad que hemos construido nosotros a lo largo de los años olvidando cosas y reforzando los recuerdos que nos gustan, así como aceptando otros recuerdos que incrustan en nuestra subjetividad aun sin nosotros dominarlos, esa identidad, de golpe y plumazo, bien por una enfermedad, un trauma o un cambio de orientación vital, desaparece. ¿Es eso estar muerto en vida? No lo sabemos porque una persona que no tiene memoria es muy difícil que pueda hablar de algo que ha perdido. Aquella persona que ha perdido sus recuerdos no nota el hueco porque no es consciente de la pérdida. Más que a la muerte, quizá esa pérdida de memoria sea más parecida a la animalidad, porque la muerte sería al ausencia completa de pensamiento.
Al final uno también muere es el título de libro, lo trágico es que ese final a algunos les llega a los pocos días y a otros a los 100 años.
-Imagínate que toda tu experiencia vital sea una agonía, como puede ser en el caso de los bebés que mueren a los pocos días de nacer, es terrible. Pero esa es la lotería de la vida.
Curiosamente, tres de los seis capítulos del libro se titulan igual, Todo se terminaba, ¿por qué?
-Es un guiño a ese concepto de muerte en la que no mueres, es decir, a aquellos que piensan que al morir su alma va a ir a otro lugar o se van a fundir con el cosmos. O aunque yo me muera voy a permanecer en el recuerdo de los que están conmigo.
La muerte, generalmente, es un tema que provoca rechazo, ¿qué podemos decir de un libro que trata sobre ella de cara a hacerlo atractivo para el lector?
-Para empezar, que es un libro con mucho sentido del humor. No hay un tono grave. No se habla tanto sobre la muerte sino sobre alguien que muere, y siempre desde una perspectiva irónica. Es una novela que trata de reírse de la muerte pero también quiere ser un revulsivo para la vida. Si piensas sobre la muerte, tomas conciencia de que vives, de que estás aquí y puedes tener proyectos, desafiando con un instante de placer la limitación temporal que nos ha sido asignada.
Ya con el libro en la mano, ¿cuál ha sido el resultado de tamaña terapia, la moraleja de esta historia?
-La primera, que pensar las cosas que no nos gustan, enfrentarse a ellas desde una perspectiva racional o estética, es un ejercicio muy recomendable en el que pones en escena tus miedos y limitaciones, y puedes reconciliarte no solo con tus frustraciones sino con ese fatalismo al que estamos abocados. Y la segunda sería... que al final no es tan grave. Vamos a vivir unos años, todo el mundo se va a morir y eso te hace más comprensivo con los demás, y con los que como tú viven las limitaciones de la vida con una cierta angustia.
La muerte es un tema de actualidad, no en el sentido en el que se trata en el libro sino porque la sociedad actual no te permite morir a tu voluntad.
-Este tremendo que no te dejen morir de cualquier modo y en cualquier momento. Pero sobre todo es tremendo que no te dejen morir cuando el dolor rebasa cualquier umbral tolerable. Qué legitimidad puede tener un ser humano para negar a otro el cese de su dolor. Pero creo que en esto se va avanzar mucho en breve.
Sinopsis. Aparentemente, la familia Kleizha es como tantas otras: el padre se encierra por temporadas en su sastrería para evitar que se deteriore su relación matrimonial; la madre trabaja en una peluquería y llega exhausta a casa cada noche; y el pequeño Kleizha y su hermana se detestan de un modo razonable. Sin embargo, nada es nunca lo que parece. Los miembros de esta familia se embarcan, contra su voluntad, en un continuo viaje entre la vida y la muerte que perturba su día a día y que les obliga a recordar quiénes son y de qué modo han de sobrellevar una existencia en la que deben soportar el peso de esa maldición.
Precio. Al final uno también muere, que cuenta con 272 páginassale a la venta a precio de 19,90 euros.
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